Cine
Tom Cruise: nuestro destino, en sus manos
Aún le cuesta creer a Joseph Kosinski que el actor aceptara protagonizar su segundo filme, una ambiciosa cinta de ciencia-ficción que homenajea a las cintas de los 70. En una Tierra moribunda y arrasada, él vuelve a ser el héroe
Casi un debutante, pues se estrenó hace sólo dos años en la dirección con «Tron: Legacy», Joseph Kosinski, firma su segundo largo de la mano de Tom Cruise («aún me cuesta creer que aceptara el proyecto y apoyara a un director con una carrera tan corta como la mía», dice incrédulo). Antes de convertirse en director estudió arquitectura y diseño, lo que se refleja en «Oblivion», su particular homenaje, así lo cuenta, a las mejor época del cine de ciencia-ficción, los años setenta, cuando se estrenaron cintas como «El planeta de los simios», «La fuga de Logan» y «La guerra de las galaxias», entre otras, todas ellas inspiración para este trabajo.
-Su primer largometraje ya hacía presagiar hacia dónde quería dirigir sus pasos en el cine. ¿Por qué una cinta como «Oblivion»?
-La idea viene de mucho tiempo atrás, surgió hace ocho años. Acababa de mudarme a Los Ángeles y no tenía trabajo, así que me entretenía escribiendo. «Oblivion» es una película de personaje, directa, sencilla. No niego que me he inspirado en grandes e importantes referentes como «La guerra de las galaxias», «Blade Runner» y «2001». Son títulos que han marcado esta película.
-Una cinta que homenajea a la cinematografía de los setenta.
-Sí, aunque no solamente a ella, sino a todas las que ví desde niño y que marcaron mi adolescencia. Seguramente no existiría «Oblivion» sin mi pasión por ese tipo de género. Aquella ciencia-ficción se centraba en los personajes y no en los efectos especiales, muy precarios entonces porque no se disponía de las herramientas tecnológicas que tenemos ahora. Cuando escribí el guión de «Oblivion» pensaba que sería un filme más modesto; en realidad, la acción y el espectáculo sólo sirven de apoyo a la historia y al personaje.
-Frente a la moda actual, esta cinta no está rodada en 3D.
-Fue una decisión mía. La rodé en Islandia y quise capturar los paisajes al detalle con alta definición. No necesitaba que la acción se escapara de la pantalla.
-¿Ha vuelto, entonces, a un cine más hecho de una manera artesanal dentro del género?
-En un filme así es importante atraer a todo tipo de público, no solamente al interesado en la ciencia-ficción. Está hecho para que disfrutemos todos, sin ningún tipo de restricciones, pues se trata de una historia universal que sucede en el futuro, en 2073; sin embargo, al mismo tiempo estamos ante la aventura de un hombre que se descubre a sí mismo y se mete en la piel de un héroe. El amor, el saber realmente quiénes somos y qué queremos hacer ,son temas de hace cuarenta años y de hoy, no tienen fecha de caducidad, lo único que hemos hecho ha sido situarlos en el futuro.
-El escenario en el que se desarrolla la acción produce una mezcla de soledad y tristeza. ¿No le parece?
-«Oblivion» combina acción y poesía. Hay un poco de todo. Quiero que el público se de cuenta de que en la cinta hay algo más que Tom y su rifle espacial dentro de una burbuja voladora. Aquí hay tres protagonistas y un drama real.
-¿Como es Cruise?
-Bastante generoso, un intérprete que comparte sus opiniones con el equipo. Me ha soprendido su enorme capacidad de trabajo y su disposición. Jamás me he topado con alguien igual porque se compromete conlo que hace. Además, ha colaborado con muchos de mis héroes, desde Stanley Kubrick a Ridley Scott, Michael Mann y Sidney Pollack. Tenerle entre nosotros ha sido una experiencia singular que me ha permitido trabajar en otra dimensión y saber que el público a la que podemos llegar crecerá exponencialmente al saber que él encabeza el reparto, algo que no me sucedió en mi primer trabajo, mucho más complicado en todos los aspectos. He tratado de que el guión tuviera calidad, era lo más importante.
-¿Veremos una secuela de «Oblivion»?
-La historia está completa y cerrada y no tengo en la cabeza continuación alguna. La película tiene principio, desarrollo y final. Y el resultado me ha dejado satisfecho.
-Abundan los elementos científicos. ¿Le interesan a usted especialmente?
-Hay muchísimos y para mí poseen un valor especial. Lo primero que hice fue rodearme de un equipo de científicos de la Universidad de Pasadena y exponerles todas mis dudas sobre posibles contactos en la Tierra con alguna raza inteligente. Me asaltaba la duda de si aterrizaban aquí qué es lo que buscarían. La destrucción de la Luna es una forma sofisticada de convertir la Tierra en un caos.
-¿Le costó decidirse por ese planteamiento apocalíptico?
-Bastante, pero los recursos se agotan, es evidente, y habrá que buscar casa en otros sitio (risas). El personaje de Tom no puede abandonar porque algo en su interior que ve le dice que debe quedarse. Siente una conexión inexplicable y eso le hace quedarse y tiene la idea de que existe algo que merece que la Tierra sea salvada. A Jack le dicen que debe que marcharse, pero se resiste porque le mantiene la esperanza y acaba por encontrar su destino.
-Han influido sus estudios de arquitectura en la concepción del proyecto?
-Sin duda, sobre todo, en los diseños de producción. Me gusta bucear en los detalles para estar seguro de que todo va a funcionar correctamente. A nivel conceptual encuentro bastantes similitudes entre la arquitectura y la dirección. Se trata de comunicar la visión al equipo con el que trabajas.
-¿Le gustaría dirigir la nueva entrega de «La guerra de las galaxias»?
-Sería cumplir un sueño. Conozco a varias personas que están trabajando en el proyecto. El guionista de «Oblivion» ha visitado el Rancho Star Wars y yo me desplazaré allí en breve. Conozco a Kathy Kennedy y a George Lucas, lo que no significa que esté involucrado o me hayan fichado para trabajar en el futuro. ¿Que si me gustaría? Mentiría si dejara que no. Y mentiría mucho porque me entusiasmaría.
Una novela gráfica de cine
Kosinski buscaba adaptar al cine su novela gráfica, «Oblivion», que había escrito junto con Arvid Nelson. Disney, que había producido su primer trabajo, adquirió los derechos de rodaje en agosto de 2010; sin embargo, la imposición de ciertas restricciones creativas en el guión hicieron que el director rechazara la oferta de los estudios, que pusieron en venta los derechos de la película. Universal, que había pujado en la primera ocasión, los compró y decidió poner en piel el proyecto. El guión fue escrito por William Monahan, su revisión la hizo Karl Gajdusek y la versión final la firmó Michael Arndt, seis manos que dejaron muy conforme a la productora. Los estudios Universal se mostraron encantados con el texto. «Es uno de los más bonitos que hemos podido leer nunca», dijeron.
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