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«El Juli»: «Soy una persona ambiciosa y eso se refleja en la plaza»

Nos reunimos junto a su hermano Ignacio para hablar de «El Juli, sin comillas», su libro

«El Juli»: «Soy una persona ambiciosa y eso se refleja en la plaza»
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«El Juli, sin comillas» es el título del libro que ha escrito Ignacio López sobre su hermano, Julián López «El Juli», matador de toros y figura del toreo. Una vida en común para dar rienda a una vocación fuera de lo común. Siendo un niño y ante la negativa a torear en España, Julián se fue a México con su padre. Aquí, Manoli, la madre, se quedó al frente de la familia con sus otros dos hijos. El niño se convirtió en prodigio y con el paso del tiempo, en figura. Su hermano Ignacio lo fue apuntando todo. Tarde a tarde. Las buenas y las malas. Hasta que un día las letras tomaron forma: «Apuntaba todo no con miras a publicar un libro, pero sí necesitaba expresar mi admiración hacia Juli y por eso ha nacido este libro». En un hotel de Madrid nos reunimos con los dos, Julián e Ignacio, mano a mano. La editorial Espasa ha editado la obra. Un repaso profundo y personal a la carrera del torero.

–¿Cómo se vive siendo el hermano de una figura del toreo?

–Yo no tengo celos ni envidia, todo ha sido orgullo como persona y admiración como torero. He conocido lo mal que lo ha pasado en ciertos momentos y cómo se ha recuperado y eso te hace valorar mucho más todo lo que ha logrado.

–¿Qué le queda a El Juli de aquel niño del que habla el libro?

–La base es la misma. Me ha gustado recordar etapas que tenía olvidadas y ha sido emotivo recordar muchas cosas. Sin duda, esa visión sólo la podía dar mi hermano.

–Si algo queda claro en la trayectoria de El Juli es la ambición.

–Sí, es verdad que soy ambicioso y eso se refleja en la plaza.

–¿Se cura la ambición cuando se ha conseguido todo?

–La ambición se transforma. Al principio te deslumbran una serie de cosas y después la ambición cambia de nombre. Ahora la gran ambición de mi vida es la evolución, ser capaz de sentirme y expresarme. Por muchas cosas materiales que puedas conseguir, lo más importante es lo que no se contabiliza y ahí queda mucho camino por recorrer.

–Fue un niño prodigio pero también tuvo que abandonar todo por su sueño. ¿Se quedó su niñez en el camino?

–No he tenido una niñez normal y echo de menos cosas que he dejado en el camino, pero el toreo me ha dado oportunidad de vivir lo que no podría haber vivido de otra manera. He vivido mi vocación, la he realizado y he conseguido todos mis sueños y eso suple una infancia diferente.

–Queda claro que su madre es pieza fundamental del puzle.

–Es el eje de la familia. Madre y esposa... Pero mi madre es ese pilar que en realidad nos dice por dónde tenemos que ir. Por eso me ha emocionado mucho ver reflejado el viaje a México, cuando me fui con mi padre y dejé aquí a mi madre y mis hermanos por mi carrera. Estoy muy agradecido por todo lo que han hecho por mí.

–Su madre le regaló un vestido comprado con mucho esfuerzo y eso casi le molestó.

–Sí, me dolió, porque ya había visto trabajar a mi madre sin descanso toda la noche y sabía lo que costaba. No quería que ellos invirtieran dinero en mí. Sabía cómo vivíamos y consideraba que necesitaba ese traje, pero también podía seguir toreando con mi trajecillo viejo. Me dolió mucho. Luego con el tiempo te das cuenta de que también era una ilusión para mi madre y de que hay cosas que están por encima del dinero y quedan para siempre.

–Después de pasar etapas así, ¿se saborea más el éxito?

–El sufrimiento y el fracaso son el condimento perfecto para disfrutar del éxito. Si todo te sale rodado se disfruta, pero... A veces me pregunto si en mi carrera me he metido a veces en follones para ver la cara dura y poder resurgir de nuevo.

–Lleva quince años en la cumbre, viviendo la cara «bonita» del toreo.

–Sí, y soy un privilegiado por ello. Pero dentro de esa cara bonita ha habido cambios importantes, también fracasos, me he equivocado en cosas y he aprendido bastante.

–¿Qué ha sido lo más duro?

–Para mí lo más duro han sido los momentos en los que lo que yo quería hacer no se reflejaba en la prensa y en la gente. Eso me causaba mucho sufrimiento.

–¿Se pasan malas rachas?

–Se pasan rachas buenas, malas y malísimas. Y las malas hacen que las buenas sean mejores.

–¿Cuál es el reto ahora?

–Vivir, disfrutar, emocionar y emocionarme y fuera de la plaza trasmitir los valores del toreo a la juventud y naturalizar la Fiesta.

–Y en el horizonte, ¿Madrid?

–Madrid es mi plaza y estoy deseando torear. A pesar de la dificultad que tiene a mí me encanta. Es muy intensa, se sufre mucho pero merece la pena.

–¿Qué tiene esta temporada de especial?

–Soy más dueño de lo que hago y está hecha a mi manera. Es un sueño hecho realidad, ahora tiene que cumplirse la otra parte.

–Este año usted y cuatro toreros más (Morante, Talavante, Perera y Manzanares) no se anuncian en Sevilla por desacuerdo con la empresa. ¿Es agua pasada ya?

–No. Es un gran dolor y una frustración. Para mí es durísimo no torear en la plaza en la que todos queremos torear.

–Hace un año cayó herido de muchísima gravedad.

–Recibí la cornada más grave de mi vida y salí por la Puerta del Príncipe en dos corridas seguidas. Las sensaciones más extremas. Ha sido la plaza que más me ha dado en los últimos años. Hemos tomado esta decisión y esperamos que los dueños de la plaza tomen cartas en el asunto.

–¿Habrá reconciliación?

–No hemos recibido ni tan siquiera una contestación.

–¿Teme que la afición de Sevilla no lo entienda?

–Respeto que la gente entienda que no es la mejor solución, pero tienen que pararse a pensar en todo lo que ha pasado para decidir no torear en la plaza que más nos gusta. Se debe exigir los mejores toreros y también una gestión a la altura de la plaza.

–Ignacio, ¿ha contado todo?

–He contado todo lo que quería contar; el resto me lo guardo para siempre.

–¿No habrá entonces una segunda parte?

–Creo que no, dice Ignacio.

–Igual hace una versión enfadada, apunta El Juli...

La complicidad entre hermanos se nota.