Papel
Exhibición por la causa
Plaza de toros de Cáceres. Segunda y última de feria. Se lidiaron seis toros de Garcigrande y Domingo Hernández, de buen juego en general destacando la gran nobleza del segundo y la bravura del quinto, de nombre «Fantasma» y que fue indultado. El diestro toreó gratis y los beneficios de la corrida serán destinados a la Asociación Española de Hematología y Oncología Pediátrica y a la Asociación de Padres de Niños con cáncer. El festejo fue retransmitido por TVE. Casi lleno.
El Juli, como único espada, de azul marino y plata, oreja, dos orejas, ovación, oreja, dos orejas y rabo simbólicos, y oreja.
El Juli indultó a un bravo toro llamado «Fantasma» como colofón a un recital de toreo, a una exhibición de conocimientos en dos horas largas de actuación en las que los errores, tan escasos, pertenecen a la categoría de lo anecdótico. El Juli cortó siete orejas y un rabo, pero el balance numérico es también lo de menos. Mejor es atender a su despliegue capotero, por lances con el compás abierto, rodilla en tierra o pies juntos; o en quites por lopecinas, cordobinas, faroles, tafalleras, delantales o chicuelinas; o en sus remates por medias verónicas, revoleras, largas o serpentinas. Y mejor es rememorar sus faenas, presididas por el dominio, comandadas por el cerebro, marcadas por su sabiduría, completadas de principio a fin sin un mal paso. En seis toros, seis.
No rompió a sudar con el primero, blandito y fácil, que le sirvió para abrir boca, pero se explayó ante la nobleza del siguiente toreando limpio, lento, con mucho mando. A placer. Faena redonda por ambas manos, adornada por trincherillas y desdenes, y rubricada con una estocada definitiva. Menos perfecta pero más intensa fue la del cuarto, de corto recorrido pero finalmente entregado al poder del torero, que se explayó por naturales profundos y poderosos para terminar con un valiente toreo en la corta distancia en señal de dominio total.
Al quinto de la tarde, precioso de hechuras y que galopó con bravura y entrega, se le perdonó la vida con total justicia. Morfológicamente era perfecto y su comportamiento admite pocas dudas. Embistió incansable en el capote, las banderillas y la muleta, derribó al caballo de picar, tuvo la raza suficiente para impedir que El Juli invadiera sus terrenos y la faena del maestro, soberbia, fue de muchísimo castigo al torear siempre con la muleta muy baja y en redondo. Y mientras más obligado era el toreo, mejor respondía «Fantasma», el toro de la tarde. La de El Juli fue una obra grande, muy seria, en la que el toro le exigió una entrega que lo dejó desfondado.
Le quedaron fuerzas, no obstante, para acariciar con la muleta en la mano derecha la embestida del sexto, un noble ejemplar que ponía broche final a una gran tarde de toros. Julián y los niños dieron la última vuelta al ruedo con una pancarta en la que se leía «Torea al cáncer». Hubo quien derramó lágrimas al verla...
✕
Accede a tu cuenta para comentar