Feria de San Fermín
Llegar y besar el santo
Juan Antonio Navas sale a hombros en su debut con caballos
Algemesí. Segunda de feria. Se lidiaron novillos de Guadalmena, bien presentados, con movilidad pero poca fuerza y manejables. Lleno.
Fernando Beltrán, de vainilla y oro, pinchazo y estocada, oreja con aviso; pinchazo y entera, ovación tras aviso.
Juan Antonio Navas, de azul noche y oro, entera, oreja; entera, oreja.
De las cuadrillas destacaron Javier Rodríguez y Miguel Ángel García.
Se divirtió el público que llenó la plaza de Algemesí en el segundo festejo de su Feria de las Novilladas. Festejo que comenzó de manera accidentada cuando el primer novillo, al que se dio muy mala lidia de salida, desmontó al picador, saliendo desbocado el caballo y estampandose varias veces contra las tablas en su loca y ciega carrera. Cuando se restableció la normalidad el astado recibió otros dos fuertes puyazos, llegando a la muleta rebrincado, cabeceando y sin gran entrega, aunque poco a poco fue mejorando y yendo a más. Con él Fernando Beltran dejó ver sus buenas maneras en un trasteo en el que se lució sobre todo al torear al natural.
Se estiró al veroniquear al tercero ,al que propinaron otra buena paliza en varas y que embistió luego con temperamento, cabeceando y queriendo quitarse siempre de encima a la muleta, muy incómodo para el torero que volvió a derrochar voluntad y ganas, porfiando al final para que el animal no se rajase en otra labor stajanovista en la que sacó absolutamente todo lo que tuvo su oponente.
Juan Antonio Navas, que debutaba con picadores, se las vio en primer lugar con un novillo muy justo de fuerza que no pudo mantener su nobleza y acometividad por su insuficiente energía. El novillero valenciano le toreó con temple y cadencia, procurando no violentarle en exceso sin que su labor alcanzase vuelo por el poco brio de un animal al que tumbó patas arriba de una fenomenal estocada. También, aún sin gran alegría, embistió el cuarto, volviendo a dejar Navas una faena pulcra y correcta pero algo fría, sin terminar de enfadarse pero, eso sí, rematando su quehacer otra vez de manera eficaz y contundente, abriendo ya la puerta grande en su primera novillada picada. Esto es llegar y besar el santo..
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