Algeciras

Puerta grande para Perera en la primera de la feria de Algeciras

Puerta grande para Perera en la primera de la feria de Algeciras
Puerta grande para Perera en la primera de la feria de Algeciraslarazon

El diestro Miguel Ángel Perera, con dos orejas, fue el primer triunfador de la Feria Real de la localidad gaditana de Algeciras, en una tarde en la que los otros dos actuantes, Enrique Ponce y José Garrido, lograron también un trofeo cada uno.

Seis toros de la ganadería de La Palmosilla, desiguales de presentación, descastados, algunos justos también de fuerzas, y deslucidos en líneas generales. El más toreable, el segundo.

Enrique Ponce, ovación con saludos y oreja.

Miguel Ángel Perera, oreja y oreja.

José Garrido, ovación tras aviso y oreja.

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Iván Fandiño, fallecido el pasado sábado en la ciudad francesa de Aire Sur L'Adour a consecuencia de una gravísima cornada de un toro de Baltasar Ibán.

La plaza registró un tercio de entrada en los tendidos en tarde de calor.

El primero de Ponce fue un toro blando y de condición "pajuna". Para colmo cobró una voltereta y quedó sin el poco fuelle que traía de serie. El valenciano lo muleteó con temple al natural pero falto emoción y, sobre todo, enemigo para que aquello llegara a la gente.

Su segunda labor fue más interesante por el hecho de imponerse a un toro muy deslucido al que, a base de temple y técnica, le sacó muletazos de gran valor dentro de una faena de notable mérito, de ahí que la oreja que cortó fuera de total justicia.

Perera tuvo a un primero con más movilidad y clase que sus hermanos, aunque un punto mansurrón también. Lo exprimió el torero extremeño en una entonada faena que, aunque fue de más a menos, contó con momentos extraordinarios en el toreo fundamental.

Su segundo fue todo lo contrario, es decir, un toro deslucido con el que Perera estuvo muy por encima. Su tesón fue recompensado con otra oreja, salvoconducto para la salida a hombros por la puerta grande.

José Garrido, que no se entendió con su deslucido y descastado primero, con el que pasó sin pena ni gloria, anduvo muy voluntarioso con el bravucón y complicado sexto, con el que hizo un tremendo esfuerzo para imponerse y lograr el corte de una oreja.