Feria de San Isidro
Tres suplicios tres
La corrida de El Pilar decepciona en la segunda tarde de David Mora, que actuó con El Fandi y López Simón; tarde de silencio
La corrida de El Pilar decepciona en la segunda tarde de David Mora, que actuó con El Fandi y López Simón; tarde de silencios
Las Ventas (Madrid). Vigésimo primera de San Isidro. Se lidiaron toros de El Pilar. El 1º, orientado por el derecho y sin clase por el zurdo; el 2º, de corta arrancada y sin entrega; el 3º, descastado y con lo justo; el 4º, flojo y desrazado; el 5º, justo de remos y de desigual ritmo; el 6º, sobrero de Salvador Domecq, descastado. Lleno de «No hay billetes».
El Fandi, de nazareno y oro, estocada corta (silencio); estocada (silencio).
David Mora, de azul cielo y oro, pinchazo, estocada, aviso (silencio); estocada (silencio).
López Simón, de grana y oro, estocada caída (aplausos); estocada (silencio).
Ahora que hemos entrado de lleno en el San Isidro de la mediocridad y las penurias, recordar a David Mora y «Malagueño» es toda una alegoría de las aventuras de verano, aquellos momentos, cuando las emociones todavía eran posible. Volvía David Mora a la plaza después de descerrajar su puerta grande tan sólo dos días antes en una de las tardes más mágicas y trepidantes que se recuerdan del serial. La dejamos lejos en el tiempo, intacta en la memoria para alimentarnos más allá de la desidia.
La corrida de El Pilar resultó decepcionante. Una pena. Así lo vivió el propio Mora con un segundo que hizo cosas raras con el capote y en banderillas; de ahí que la exposición de Ángel Otero con los palos tuviera más emoción todavía. Molestó el viento y humilló el toro, pero sin acabar de entregarse, y esa falta de entrega fue desarrollando, orientada y con mala clase al final. En una de estas, cuando intentaba torear al natural, cazó el toro al torero y el milagro de nuevo. Volvió valiente, como si nada. Como si todo. Irregular y con las fuerzas más que justas salió el quinto. Y como la tarde ya había rodado en negativo era difícil salir de las estrecheces anímicas en las que nos encontrábamos. Algo más de movilidad y poca cosa ante la voluntad de Mora, que el otro día brindaba las dos orejas de «Malagueño» al cielo mientras decía «Gracias Dios, qué grande eres». Una larga cambiada en el tercio fue lo primero que hizo El Fandi al pisar Madrid. Un traspié le supuso que el primero le pasara por encima como un camión. A partir de ahí, la nada. Orientado el animal por el derecho y sin clase por el izquierdo, por aquí y por allá antes de matar. Flojo y desrazado el cuarto. No nos repitamos.
Se alargó más de la cuenta y de lo debido López Simón con un tercero que humilló pero le faltó final y casta para empujar en la muleta. Aquello transcurría con un tono anodino espantoso y falta de limpieza en el trazo. El último se fue con Florito a los corrales de nuevo. Le sustituyó uno de Salvador Domecq, contagiado de la mala tarde, se negó a la bravura, como nos negaban a los demás el divertimento. López Simón a pesar de ello se extendió hasta que le abuchearon, y ya no sólo un sector. Los tiempos, los suyos, los nuestros, lo poco que tenemos. Y vamos sumando. Tres suplicios tres.
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