Alicante
Un recado para la concejala
El Fandi desorejó a un extraordinario toro de Zalduendo, para el que se pidió el indulto. y fue premiado con la vuelta al ruedo
Alicante. Primera de la Feria de la Hogueras. Se lidiaron toros de Zalduendo, bien presentados y de buen juego en conjunto, destacando el tercero, para el que se pidió el indulto y que fue premiado con la vuelta al ruedo. Menos de media entrada.
Finito de Córdoba, de ciruela y oro, pinchazo y dos descabellos (división de opiniones tras aviso); y estocada entera baja (silencio tras otro aviso).
Paquirri, de grana y oro, pinchazo, casi entera y descabello (ovación tras aviso); y cinco pinchazos (pitos).
El Fandi, de guinda y oro, entera y dos descabellos, dos avisos (dos orejas); y dos pinchazos, entera y descabello (palmas con aviso).
Anda la afición con la mosca tras la oreja en Alicante. La nueva clase dirigente municipal no parece estar muy por la labor de apoyar ni defender la fiesta taurina. Todo lo contrario –hasta se ha creado una nueva concejalía, para la defensa de los animales, cuya finalidad es hacer la vida imposible a los taurinos–, promoviendo y animando a los mal llamados ecologistas, animalistas y antitaurinos en general a manifestarse contra los toros y todo lo que se le parezca.
Pero la gente de aquí no está muy por la labor y ya en los festejos de promoción previos al inicio del abono la plaza registró muy buenas entradas y se fue creando ambiente y un clima que promete poner las peras muy a cuarto a la edil antitaurina. Tan a pecho se han tomado lo de la defensa de la fiesta que en la primera corrida se aplaudió todo con entusiasmo y fuerza.
La plaza se puso boca abajo cuando El Fandi recibió a su primero con una larga cambiada de rodillas y con las lopecinas que le siguieron. Entusiasmó con su ya habitual demostración de facultades físicas en el segundo tercio, corriendo como el magnífico atleta que es para clavar a toro pasado, parando a su oponente a fuerza de piernas y pulmones. Si en ese momento mata, se lleva el toro a casa. Y la verdad es que el de Zalduendo –«Tozudo», negro, marcado con el número 87 y 496 kilos entre pecho y espalda– fue extraordinario, noble, manejable y dócil. Siempre presto y atento a la muleta fue allá donde le llevó. Tomó con ganas un buen puyazo y en el último tercio fue incansable, repetidor y bravo; planeando tras los vuelos de la muleta, sin un mal gesto y sin rastro de maldad, arrancándose de lejos, de cerca y desde la media distancia. Un toro para disfrutar, para saborear, para deleitarse, como lo hizo el torero granadino en un larguísimo trasteo que no tuvo la intensidad dramática ni la profundidad que merecía tan extraordinario ejemplar, decantándose por lo fácil, el efectismo y la concesión al tendido. Cuando montó el estoque comenzaron a sonar voces pidiendo el indulto, pero el señor presidente no lo consideró pertinente y le premió sólo con una vuelta al ruedo merecidísima.
Otro gran toro fue el sexto, que se arrancó de lejos al caballo con celo y ganas. El Fandi volvió a banderillear con facilidad y solvencia pero no estuvo luego a la altura de su oponente, muleteando a su aire y fiel a su filosofía y estilo, sin quietud y con tirones, vaciando las embestidas hacia afuera y, eso sí, dando mucha fiesta. Mató mal y ya no hubo premio.
También se aplaudió todo lo que hizo Francisco Rivera Ordóñez «Paquirri» con su primero, otro animal noble y manejable que mereció más que los mantazos rápidos y al hilo que le instrumentó su matador, descargando siempre la suerte. Le apretó el quinto de inicio y ya no se confió, poniéndose a la defensiva y maquillando su labor con muchos muletazos. Además, mató muy mal.
Finito requirió tiempo y concentración –pidió silencio a la música– para meterse con el que abrió plaza, al que sacó una faena intermitente con muletazos a cámara lenta pero también muchos tiempos muertos. El cuarto tuvo peor comportamiento en el caballo pero llegó franco a la muleta, tomando el engaño sin problema y permitiendo a Finito una labor muy cómoda y a menos.
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