Ferias taurinas
Valor sereno de Curro de la Casa en saldo ganadero
Vuelta al ruedo del manchego y grato debut de Alejandro Fermín con una blanda novillada de Antonio Palla
Las Ventas (Madrid). Se lidiaron novillos de Antonio Palla, bien presentados y de buenas hechuras, pero muy justos de fuerzas en su conjunto. El 1º, manejable pero gazapón y algo rebrincado; el 2º, sin recorrido; el 3º, muy noble pero sin una brizna de fuerza; el 4º, movilidad sin entrega; el 5º, con bondad pero sin motor; y el 6º, deslucido. Un cuarto de entrada.
Miguel Giménez, de nazareno y oro, estoca casi entera desprendida (silencio); estocada casi entera muy tendida, aviso (silencio). Curro de la Casa, de azul marino y oro, estocada casi entera (saludos); estocada baja (vuelta al ruedo). Alejandro Fermín, de vainilla y oro, apuntillado tras echarse por segunda vez (palmas); cinco pinchazos (silencio).
Curro de la Casa regresaba a Las Ventas tras su paso en el primer festejo de la temporada en marzo. Muchos meses desde entonces. Un mundo. Vida y media para algunos. El alcarreño, que se hizo notar en el que rompió plaza por gaoneras, estuvo en novillero toda la tarde. Recibió al segundo a pies juntos por delantales. Tampoco le sobraban las energías, y encima recibió mucho castigo en el primer puyazo, así que llegó a la muleta a la defensiva y protestando ante el engaño. El manchego trató de aliviarlo con un inicio por estatuarios y ayudados por alto, con gusto, del que salió volteado tras un parón del utrero. Sin consecuencias. El resto del trasteo fue un quiero y no puedo de un novillero sereno, convencido, pero sin materia prima para llegar a buen puerto. Lo despachó de estocada casi entera en muy buen sitio y efecto fulminante. Rozó la oreja en el quinto. Otro animal con bondad, pero nula energía. Curro de la Casa evidenció de nuevo sus ganas, entró en quites y comenzó la faena con el cambiado por la espalda. Luego, hubo valor y quietud. Faena maciza que se elevó con las manoletinas finales. La espada, caída, pesó para que sólo diera la vuelta al ruedo.
Alejandro Fermín echó la moneda al aire y escogió Madrid, la cumbre del toreo, para debutar con caballos. Todo un reto. Apuesta fuerte. Conste en acta. Nos ilusionó por momenos el joven extremeño. Había estado entonado con el percal, pero se echó la muleta a la izquierda y nos sacó del bostezo. Encajado, cruzado, echando los vuelos. El trazo, perfecto. Dibujó un buen puñado de naturales a cámara lenta. Cinco o seis, pero al ralentí. Muy templados ante un animal de enclasada, pero mortecina, embestida. Sin fuerza alguna. Insostenible. Se derrumbó dos veces y a la segunda no hubo manera. Hubo que apuntillarlo. Años aguardando el sueño para topar con semejante muro. Una lástima. De cabezazos se dio con el sexto. Otro inválido que desesperó al «7» hasta montar en cólera. Con razón, porque no tuvo un pase. Aplomadísimo, Fermín se metió entre los pitones. Arrimón sin eco y sainete con la tizona. Apetece volver a verle con otra cosa entre manos.
Miguel Giménez fue silenciado con el primero de la tarde. Un novillo manejable, que tomó con prontitud los engaños, pero con el defecto de un molesto gazapeo que dificultó siempre el acople del valenciano. Tampoco le sobraban las fuerzas y su embestida se rebrincó cada vez más. Giménez mostró oficio, pero su faena no tuvo ningún relieve. Sin ser una alhaja, el cuarto ofreció más posibilidades. Tuvo movilidad, bien es cierto que sin entrega alguna, y repitió en las telas. Sin embargo, Giménez se perdió en un larguísimo trasteo sin calado alguno en el tendido. Abundancia sin brillo y sin premio. Los puestos para la novillada del próximo domingo para Juan Miguel Benito, Gonzalo Caballero y Miguel Ángel León. Seguiremos contando.
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