Opinión

Menos desiguales, más pobres

El Gobierno en funciones presume del retroceso de la desigualdad en España, pero elude decir que la convergencia económica con los países de la Unión Europea retrocede

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño (i), conversa con la ministra de Hacienda, María Jesús Monteroante un pleno en el Congreso de los Diputados.
La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño (i), conversa con la ministra de Hacienda, María Jesús MonteroJuan Carlos HidalgoAgencia EFE

Steven Pinker, canadiense de familia judía, científico cognitivo y profesor de Harvard, es un optimista que, a menudo, escandaliza: «la desigualdad económica –defiende– no es en sí misma una dimensión del bienestar humano». En su libro «Ilustración ahora» explicaba que sobre todo en los últimos años la salud, la prosperidad, la seguridad, la paz y la felicidad han tendido a aumentar en todo el mundo, gracias a los valores ilustrados de la razón, la ciencia y el humanismo. Todo eso lo escribió antes de la pandemia, la guerra de Ucrania o la tragedia actual de Oriente Medio, pero también tuvo en cuenta la epidemia de «gripe española» de 1919 y las dos Guerras Mundiales. Pinker, además, denostado por los radicales y menos radicales de izquierda, cree que «la desigualdad no es un elemento determinante del bienestar. Lo que es determinante es la pobreza. La cuestión no es si todos tenemos lo mismo, sino si todos tenemos lo suficiente. Siempre puedes lograr que una sociedad sea más igualitaria quemando la riqueza de la mitad más rica de la población. Pero eso no convierte a la otra mitad en más próspera».

Pinker cobra una cierta actualidad por un párrafo de la página 8 del Plan Presupuestario 2024 que el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez ha enviado a la Comisión Europea en Bruselas que preside Ursula von der Leyen. El documento, elaborado por el equipo del ministerio de Hacienda que dirige, también en funciones, María Jesús Montero, aspirante a seguir otros cuatro años o casi al frente del fisco, tiene un algo bastante de triunfalista. En la citada página 8 se puede leer que «gracias a las medidas adoptadas de protección de rentas y el escudo social, las reformas estructurales y el apoyo a la inversión, la desigualdad ha retrocedido a niveles previos a la crisis financiera de 2008, a pesar del shock de la pandemia y del contexto de crisis internacional y energética» (sic). El objetivo de Sánchez y Montoro, a la espera también de que Nadia Calviño consiga –no está claro– la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI), es que Bruselas avale un gasto de casi 700.000 millones de euros –694.268 para ser exactos– en 2024, que serían casi 200.000 más del gasto de las Administraciones Públicas (AAPP) en 2018, cuando el ahora inquilino de la Moncloa accedió al poder al triunfar la moción de censura contra Mariano Rajoy.

El Gobierno en funciones celebra, pues, la reducción de la desigualdad, que es un logro, sin duda. Sin embargo, elude apuntar, y no puede ser por casualidad, que la riqueza de los españoles en relación con la de la media de la Zona Euro, la Unión Europea y la OCDE ha descendido, en algunos casos incluso por debajo de la situación de 2008. En otras palabras, menos desiguales, pero menos ricos o más pobres. Es lo que dicen las cifras. La renta per cápita en España, medida en términos de Paridad de Poder de Compra (PPC), era a finales de 2022 un 87 % de la media de la Uníón Europea, mientras que en 2008 estaba en el 102 %. Algo parecido sucede con la comparación con los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), que en–globa a los Estados más prósperos del mundo. El informe «Regional Outlook 2023» de la OCDE también indica que España reduce la desigualdad pero pierde posiciones en términos de PIB medio. La OCDE compara desde el año 2000, cuando el PIB per cápita español era el 88 % de la media, mientras que en 2020 había retrocedido hasta el 78 %. Más iguales sí, pero el retroceso en riqueza es evidente.

La convergencia económica con Europa también se ha estancado a pesar del mayor crecimiento de los dos últimos años, tan aireado por el Gobierno de Sánchez y sus socios, cada día peor avenidos, como demuestran las posturas de Yolanda Díaz y, sobre todo, Ione Belarra, sobre la tragedia de Oriente Medio. Una vez más, los datos son concluyentes y, aunque en teoría, España ya ha recuperado el PIB de antes de la pandemia, la convergencia va hacia atrás. El año 2019, justo antes de la irrupción de la COVID-19, la renta per cápita española era un 9% menor que la de la media de los países de la Unión Europea. Pues bien, a pesar de que el PIB español creció en 2022 un 5,5 %, el alza mayor de la zona, la renta per cápita es ahora un 15 % menor que la de nuestros socios europeos. Más iguales pero más pobres. El Gobierno en funciones, claro, obvia estos datos y se aferra a la reducción de la desigualdad y en último lugar, siempre puede asumir la tesis de que algo que «haga a los pobres –los españoles– ligeramente más ricos y a los ricos –otros países del euro– enormemente más ricos es un logro positivo y no negativo», que es lo que defiende, para escándalo de izquierdistas, Steven Pinker.

El «éxito» de la reforma que no reforma tanto el mercado eléctrico europeo

La vicepresidenta en funciones Teresa Ribera se ha apuntado el supuesto «éxito» de la reforma del mercado eléctrico europeo que, sin embargo, en la práctica no reforma casi nada y permite que Francia mantenga la producción nuclear como su principal fuente de abastencimiento energético. Los expertos coinciden en que «es un paso adelante», pero que apenas modifica nada, y, por otra parte, mantiene intacto el mercado de formación de precios de la electricidad los próximos años.

El despegue espectacular del Índice Báltico Seco

El llamado Índice Báltico Seco, que a pesar de lo que pudiera parecer se elabora en Londres y que recoge el coste de los fletes marítimos de materias primas sólidas –sobre todo carbón, trigo y acero–, casi se ha duplicado en poco más de un mes y ha subido un ¡297 %! desde el pasado mes de febrero, desde el Festival de la Primavera chino, como apunta el analista Juan Ignacio Crespo. El alza apuntaría a un repunte de la economía china y tendría una repercusión global.