Rodaje
‘Fariña’: retrato de la camorra gallega
Series Atresmedia y Bambú inician el rodaje de una dura ficción sobre el auge y la caída de los narcos.
Series Atresmedia y Bambú inician el rodaje de una dura ficción sobre el auge y la caída de los narcos.
En los años 80, los contrabandistas de Galicia vivieron su propia reconversión en la que no hubo ninguna estrategia. Tras ver el escaso beneficio que les procuraba el marisqueo furtivo, se dedicaron al contrabando de tabaco y «cuando vieron que, a efectos legales, si los detenían les correspondía la misma pena que por traficar con droga, se arriesgaron», comenta Ramón Campos, uno de los responsables de Bambú y productor ejecutivo, junto a Teresa Fernández-Valdés, Sonia Martínez y Carlos Sedes, de «Fariña», el nuevo proyecto de Series Atresmedia. Basado en el libro homónimo de Nacho Carretero, cuyo rodaje se inició hace unos días en Galicia. Primero fue el hachís, que venía de Marruecos; después, comprobaron que el negocio a lo grande estaba en la cocaína y contactaron con los cárteles colombianos. Uno de ellos, Sito Miñanco –como recuerda Campos– empezó su periplo por Panamá, Venezuela y Colombia en busca de unas redes fiables. Mientras, tras ser detenido y encarcelado en la «Operación nécora», Laureano Oubiña, otro de los capos, empezó a conocer a sus futuros socios con los que montar una infraestructura.
Entrada de la droga
«Era necesario contar la historia de los narcos gallegos. Aunque es verdad que, a diferencia de la mafia italiana, apenas utilizaban las armas, aunque sí que extorsionaron, hubo amenazas y algún asesinato, estos fueron casos puntuales. Sin embargo, tuvieron una trascendencia extraordinaria, ya que el 80 por ciento de la droga que entraba en España lo hacía por Galicia», explica Campos. Parte de los habitantes de sus pueblos de influencia en la ría de Arosa ante la escasez de trabajo empezaron a colaborar con ellos. La sociedad miraba para otro lado. Campos, gallego, recuerda que «el que te mandase tu padre a comprar a un bar una cajetilla Winston proveniente de los alijos era algo normal. Ni nos lo planteábamos».
De la noche a la mañana, con más instinto que experiencia, Oubiña, Sito Miñanco y el clan de los «Charlines» (en la serie solo se les cita por su nombre a ellos porque tenían sentencia en firme) amasaron una gran fortuna y tejieron una ingeniería financiera para limpiar el dinero del polvo blanco que le impregnaba. Como nuevos ricos, empezaron a hacer ostentación tanto de su poder, como de sus coches y de sus mansiones.
El repudio social llegó cuando las madres, cuyos hijos ya eran unos desechos humanos o estaban en el cementerio por ser toxicómanos, alzaron la voz. Sus progenitoras se organizaron en asociaciones, entre ellas Érguete y Madres unidas contra la droga, y les plantaron cara. Miraban a los ojos a Oubiña, y a tantos otros, y les ponían frente a su espejo. Los narcotraficantes dejaron de ser admirados,. En la serie también están presentes, «porque Carmen Avendaño y sus compañeras son la voz de los que ya no viven».
Responsable de series como «Gran hotel» y «Velvet», Campos precisa que «‘‘Fariña’’ es mucho más cruda, aquí no hay concesiones a las historias de amor».
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