Río de Janeiro
La contaminación amenaza a los caimanes que sobreviven en Río de Janeiro
Los caimanes que sobreviven en las áreas lacustres de Río de Janeiro están amenazados por el crecimiento descontrolado de esta ciudad brasileña y la contaminación de sus hábitats.
Pese a la expansión de esta urbe de seis millones de habitantes aún es posible encontrar en lagunas y riachuelos de la zona oeste de Río de Janeiro ejemplares del llamado en Brasil "jacaré de papo amarelo"(Caiman latirostris), que en otros países suramericanos es conocido como caimán de hocico ancho o yacaré overo.
Pero las eventuales apariciones urbanas de este reptil ya amenazado de extinción tienen sus días contados, según el biólogo brasileño Ricardo Freitas Filho, que lidera una iniciativa para luchar por la preservación de esta especie en Río de Janeiro.
"Los caimanes de esta región están condenados a desaparecer por el crecimiento urbano sin control y por la falta de preocupación con la conservación del hábitat lacunar de estos animales", asegura Freitas Filho en una entrevista con Efe.
Fundador y director del Instituto Jacaré, el biólogo lucha desde 2006 por la supervivencia de este reptil endémico de Suramérica y que habita regiones pantanosas o lacustres de países como Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia.
Su batalla -relata-, se desarrolla en dos frentes: en las escuelas, donde pone en contacto a los niños con sus nuevos vecinos prehistóricos, y sobre el terreno, donde desarrolla una incesante labor de monitorización y control de estos animales que pueden alcanzar casi tres metros y pesar más de cien kilos.
"Capturamos, marcamos, recogemos muestras de sangre y tejidos, y realizamos análisis biométricos para entender el desarrollo y la adaptación de los caimanes a estas condiciones tan adversas", explica.
Un trabajo que se queda pequeño, reconoce, frente al avance imparable del ladrillo que, desde el lujoso barrio de Barra de Tijuca hasta el empobrecido de Campo Grande, incluyendo la futura Ciudad Olímpica, ha invadido las lagunas, las ha contaminado y ha convertido a sus moradores primigenios, los caimanes, en vecinos incómodos.
Según datos del Instituto Brasileiro de Geografía y Estadísticas (IBGE), siete de los diez barrios más poblados de Río están en la zona oeste de la ciudad que, en la última década, ha crecido a un ritmo anual del 8 %.
Las previsiones indican que no hay marcha atrás: la expectativa de crecimiento de Barra de Tijuca para 2020 se sitúa en torno al 31% según el prestigioso Instituto Pereira Passos.
Una expansión que todos los expertos consideran desordenada y que, según Freitas Filho, tiene su principal víctima en la propia naturaleza. "La preocupación medioambiental del Gobierno brasileño, y en concreto del gobierno de (el estado de) Río de Janeiro es cero", denuncia el biólogo. "En relación al caimán, por ejemplo, casi nada se habla y aún menos se hace", afirma.
La investigación realizada por Freitas revela un peligro aún mayor para este reptil que la propia contaminación y la presencia humana. Sus estudios, según reveló a Efe, muestran que el 80 % de los caimanes que sobrevive en la región es macho.
Esta desproporción sexual letal para la especie obedece "al desconocimiento y a la falta de interés de las autoridades", dice.
"Todos los caimanes del estado de Río capturados por policías, bomberos y patrullas ambientales son llevados a los canales cercanos a las lagunas occidentales de la ciudad. Se trata de ejemplares machos que, en busca de territorios de caza, acaban muchas veces en las piscinas de las urbanizaciones", explica.
El número de yacarés overos que sobrevive en la ciudad es un misterio que el biólogo y su equipo trata de resolver mediante un censo. De lo que tampoco hay registro es de ataques de caimanes a personas, según han asegurado a Efe vecinos de la zona.
"Es un predador poco agresivo que prefiere esconderse que atacar si no se siente muy amenazado", apunta Freitas Filho, aunque, agrega, "nunca se puede olvidar que es un predador y que, por lo tanto, hay que ser conscientes de que una interacción errónea, como acercarse demasiado, molestarlos o darles comida puede entrañar importantes riesgos".
Por lo pronto, lo que el caimán aporta a las personas son beneficios ya que "mantiene a raya a la población de roedores", su principal alimento. Para el biólogo, "el hombre es un peligro para el caimán, no al contrario".
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