Ciencia

Una gamba gigante, ¿esperanza para frenar la expansión del caracol manzana?

Especie invasora contra especie invasora: un equipo de científicos españoles e israelíes ve en una gamba gigante de río (macrobrachium rosenbergii), muy popular en la cocina tailandesa, la posible solución para acabar con el destructor caracol manzana en el Delta del Ebro.

La exótica propuesta científica ha de entenderse en el marco de la magnitud del reto: este caracol invasor del tamaño de una manzana crece rápidamente (alcanza tamaño adulto en seis meses), se reproduce aún más (mil huevos cada dos semanas) y posee un apetito voraz, de manera que sólo dos ejemplares pueden devorar una parcela de arroz en una noche.

Los primeros caracoles manzana se detectaron en 2009 en un arrozal situado junto al pequeño municipio de L'Aldea, lo que apunta a que el escape se produjo meses antes de una factoría que criaba especies para los acuarios en pleno corazón del Delta, la Promotora Bama, que huyó de la zona dejando cuatro especies invasoras y sin pagar un euro por los daños.

La factura de dinero público para acabar con la plaga asciende ya a más de cuatro millones de euros, que han conseguido algo único con respecto a otros países afectados por esta especie invasora: retener la plaga en el Delta, y evitar que suba a grandes distancias río arriba o se extienda por el Mediterráneo a través de los barcos, a los que se adhieren sus huevos fácilmente.

Sin embargo, los caracoles manzana siguen devorando 7.000 de las 10.000 hectáreas de arroz afectadas en el Delta y deslizándose río arriba, haciendo temblar el bolsillo de agricultores y administraciones, incluida la Comisión Europea, y quitando el sueño a ecologistas y científicos que trabajan en la zona.

Inundar los campos de arroz con agua salada y hacer un lavado intensivo con agua dulce una vez muerto el caracol se ha demostrado una solución eficaz en los arrozales, al igual que la lucha química con productos de origen orgánico que entran rápidamente en descomposición, se degradan rápidamente y no permanecen en el terreno.

La primera solución acaba con la totalidad del caracol en los arrozales y la segunda con aproximadamente un 80 %, pero "hay mucho caracol en el río y hasta que no solucionemos el problema del río no acabaremos", ha indicado a Efeverde Jordi Sala, director de Desarrollo Rural de la Generalitat.

En su quebradero de cabeza por acabar con el caracol, el departamento que dirige Sala ha pedido apoyo económico a la Comisión Europea para poner en marcha un proyecto científico ideado por Guiomar Rotllant, investigadora del departamento de Recursos Marinos Renovables del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC).

La idea, que se desarrollaría con el apoyo tecnológico de la Universidad de Negev (Israel), consiste en criar mediante acuicultura ejemplares machos de una gamba gigante de río procedente de áreas tropicales y subtropicales del Pacífico Oeste, que es depredadora biológica del caracol.

La investigadora justifica el uso único de machos, no sólo para evitar la reproducción, sino porque crecen más rápido y alcanzan una talla mayor que las hembras.

Temperaturas superiores a los 35 grados o inferiores a los 14 son letales para la gamba gigante de río, lo que "haría imposible su supervivencia"con la llegada del invierno, cuando el agua del Ebro alcanza los diez grados.

Esta gamba gigante se ha probado altamente eficaz para acabar con plagas de caracol manzana en varios países asiáticos, "pero hace falta más conocimiento científico de cómo funcionaría en el Delta y resolver incógnitas cómo su tolerancia a determinados pesticidas usados en los arrozales, a los que este crustáceo parece ser sensible".

Sala subraya que la actuación se llevaría a cabo "con prudencia y con todas las precauciones: primero probándolo en un laboratorio para garantizar que no aporta ningún parásito a un ecosistema tan frágil, y más tarde en un campo de arroz experimental".

En el mejor de los casos, faltarían al menos 3 ó 4 años para que la también invasora gamba gigante de río nade en aguas del Ebro buscando caracoles manzana para engullir para más tarde morir, más de frío que de exceso de glotonería.