Noruega
Stavanger y la subida a su púlpito
Enclavada en un sitio de ensueño, no será difícil sentirse atraído por el ambiente refinado y cultural que ofrecen esta pequeña ciudad noruega y su entorno
Enclavada en un sitio de ensueño, no será difícil sentirse atraído por el ambiente refinado y cultural que ofrecen esta pequeña ciudad noruega y su entorno
Stavanger parece una ciudad de otro mundo. La tranquilidad y el sosiego absorben al visitante al pasear por sus recoletas calles. Lo mismo te encuentras con un concierto de cámara en una iglesia, como con diferentes exposiciones en bares, hoteles y restaurantes. Situada al sur de Bergen y puerta de acceso a uno de los fiordos más impresionantes de Noruega, el fiordo Lysefjorden, Stavanger ha sabido reciclarse a lo largo de los siglos con una vitalidad que ya quisieran para ellas otras ciudades noruegas. Pero Stavanger, cual Ave Fénix, ha resucitado por dos hechos muy diferentes entre sí, pero que a la postre le ha traído una riqueza de la que se siente orgullosa la ciudad.
En 1969 descubrieron dentro de la plataforma continental Noruega, en pleno Mar del Norte, petróleo. Oro negro de la mejor calidad-Brent. Que ha hecho que Noruega sea uno de los diez primeros países exportadores del mundo. Todo un regalo para esta ciudad que ha visto desarrollar su industria naviera, además del diseño y fabricación de las plataformas petrolíferas. Gracias a esta actividad, Stavanger ha sido elegida para albergar uno de los mejores museos de Europa, el Museo del Petróleo. De visita obligada, el (Norsk Oljemuseum), es una construcción de diseño futurista, ubicada junto al puerto, que no pasa inadvertida a nadie. Cuando aparecieron las primeras reservas de petróleo, pocos sabían que años después, este oro negro se convertiría en una especie de maná para toda la población noruega, ya que los sucesivos gobiernos han ido ingresando parte de los beneficios, en un fondo de pensiones que ayudará al país de cara al futuro, ante posibles incidencias.
El museo va contando la historia desde la formación del petróleo y su explotación en el mar del Norte hasta el presente. Maquetas gigantes de plataformas petrolíferas, de barcos, exposiciones interactivas, documentales, simuladores, etc., hacen de este museo un libro abierto, tanto para adultos como para los niños
El otro premio que ha recaído en la ciudad, ha sido el turístico. Stavanger se presenta como una ciudad modelo que conserva muchísimas construcciones de madera. Sin aglomeraciones de tráfico, tranquila, sin construcciones megalómanas, con numerosos jardines, segura, vamos, que parece hecha a la medida de las personas. No es de extrañar que la ciudad haya sido declarada Patrimonio de la Humanidad, y que en el 2008 fuera nombrada Capital Europea de la Cultura.
Precisamente por ello, nuestra primera visita es al barrio histórico de «Gamle Stavanger», o lo que es lo mismo, el casco antiguo. Situada en la orilla occidental del puerto, da gusto pasear tranquilamente por sus calles adoquinadas. Casi 200 casas de madera, construidas a finales del S.XVIII y principios del XIX, te hacen como transportarte al pasado. Perderse es obligatorio para disfrutar del sosiego que emana de las casas- casi todas de un blanco impoluto, que antaño fueron casas de los pescadores- y de las calles casi desiertas, algunas de las cuales, bajan hacia el puerto y desde donde se obtiene una hermosa vista de la otra parte de la ciudad.
- Un museo muy sabroso.
En la calle Ovre Strandgate, habrá que parar obligatoriamente para visitar el Museo de las Fábricas de Conserva, (Hermetikkmuseet). Stavanger fue en el siglo pasado cuna de la industria conservera, que exportó millones de latas en conserva a todo el mundo, incluida España. La Primera Guerra Mundial, fue el punto álgido para una actividad que creció como la espuma. Sin embargo con el paso del tiempo, esta actividad que daba empleo a prácticamente toda la población, incluidas las mujeres y niños, se fue apagando hasta desaparecer las más de las 50 fábricas que llegó a tener la ciudad. Una de ellas es hoy este museo que ha llegado afortunadamente hasta nuestros días.
De la tranquilidad de este barrio, se pasa en un santiamén, al otro lado de la bocana del puerto y sobre una pequeña colina, aparece el Stavanger más animado y turístico, con las calles comerciales y más populares de la ciudad.
Es el barrio de Valberget, construido en una península bordeada por el puerto antiguo, donde recalan los cruceros y el gigantesco puerto comercial. Sus calles rebosan de actividad en comparación con el antiguo barrio de Gamle. Los dos edificios más característicos son la torre Valberg (Valbergtarnet), que es actualmente el Museo de la Guardia y desde donde se puede obtener una de las mejores panorámicas de la ciudad y del puerto, y la Catedral –Domkirke-, construida en 1125, la única catedral noruega de la Edad Media que ha conservado su aspecto original. Justo al lado se encuentran el parque y el lago Breiavatnet. «El ojo brillante», un lugar que buscan las familias, para disfrutar de entre otras cosas de las numerosas gaviotas que revolotean en busca de la comida que les ofrecen los niños.
En algunas de sus calles, como la Ovre Holmegate, los cafés, bares y restaurantes lucen sus fachadas pintadas de diversos colores, que junto a los numerosos grafitis que adornan muros y casas dan a esta zona de la ciudad un ambiente entre cool y excéntrica que atrae la atención de propios y visitantes.
- Un púlpito de vértigo
Muy cerca de Stavanger y ubicado en el fiordo de Lysefjord (fiordo de la luz), se encuentra el Preikestolen (El Púlpito). Esta monumental y mítica roca a modo de mirador es un accidente natural sin parangón en el mundo y una de las vistas más emblemáticas de Noruega. Desde su cima, la visión del fiordo es espectacular, y más todavía si se acerca uno a la orilla, –la adrenalina está servida– para ver cómo caen los 604 metros que tiene de altura, hasta el fiordo que queda a sus pies. Pero todo lo bueno tiene un esfuerzo, y subir hasta el Púlpito, no es un paseo. Son más de dos horas de subida, a veces dura, aunque muy bien señalizada, con carteles que le van diciendo lo que ha recorrido y los metros que faltan. Hay que llevar buen calzado, agua y algo de comer, y eso sí imprescindible ver el tiempo que va a hacer ese día, ya que no es aconsejable subir con muy mal tiempo. Una marcha perfecta para tomársela con tiempo, para parar a almorzar, a picotear, o simplemente disfrutar de las vistas.
Si no simplemente puede regresar a Stavanger, donde, justo al lado del Museo del Petróleo, encontramos un parque infantil hecho con los restos de la exploración petrolífera, dándole un aspecto decorativo futurista en el que niños y jóvenes disfrutan de lo lindo. O recorrer la pequeña ensenada del antiguo puerto, un buen lugar para tomarse algo, escuchar música y disfrutar de la puesta de sol. Algunas embarcaciones de recreo, junto a los antiguos almacenes pintados de diversos colores,–ahora restaurantes–, le dan cierto aspecto mediterráneo.
Los orígenes de Marilyn Monroe
Para los amantes del cine y de la figura de la malograda artista Marilyn Monroe, Haugesund es una parada imprescindibles. Una curiosidad es que un panadero de esta pequeña localidad –una recoleta ciudad cerca de Stavanger– emigró a principios del S.XX a los Estados Unidos. Ese panadero fue el padre de la famosa actriz Marilyn Monroe. Es por ello que en el muelle, junto al bonito paseo marítimo lleno de cafés y restaurantes, hay un monumento con la efigie de la bella actriz, conmemorando el 30º aniversario de su muerte. Haugesund es una ciudad cuyos vecinos se han reorientado a la industria petrolera, como ocurre en otras ciudades del oeste de Noruega.
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