Novela

José Miguel Mulet: «Yo no tengo que creer en el ibuprofeno; me lo tomo, me cura y punto»

José Miguel Mulet. Bioquímico y escritor. En «Medicina sin engaños» pretende desmontar todos los mitos sobre los tratamientos alternativos y alertar de sus peligros

José J. Morales
José J. Moraleslarazon

José J. Morales.- En «Medicina sin engaños» pretende desmontar todos los mitos sobre los tratamientos alternativos y alertar de sus peligros

José Miguel Mulet es alguien que se hace respetar y que engancha al público. Entre otras cosas, este bioquímico es capaz de escribir sobre alimentos y vender 10.000 ejemplares de su libro y ser invitado a dar charlas por nutricionistas. Su estilo claro, convincente, irónico y desenfadado conecta con el público. Ahora ha puesto en su punto de mira a aquellos que afirman que son capaces de curar males irremediables con medios naturales y poco documentados, «pseudomedicina», lo llama.

–A lo mejor con tanto remedio natural nos hemos pasado un poco de hippies.

–No es cuestión de hippies. Es cuestión de tener garantías y unos criterios de que un tratamiento sea efectivo, y si un tratamiento no los cumple, ¿por qué vamos a seguir utilizándolo? No es medicina, es pseudomedicina.

–¿Estos tratamientos sólo nos cuestan el dinero o nos pueden costar también la salud?

–De momento te cuestan el dinero porque suelen ser carísimos, mucho más que cualquier tratamiento convencional. Y también te pueden costar la salud directamente si el tratamiento tiene algún tipo de toxicidad o peligrosidad, pero generalmente por omisión, si tienes una enfermedad grave y te estás tratando con un tratamiento que no es efectivo, estás perdiendo un tiempo valioso y cuando te pongas en mano de la medicina convencional, igual es demasiado tarde. El caso más conocido es el de Steve Jobs, pero hay casos similares.

–¿Por qué tienen entonces tanta acogida este tipo de terapias?

–Por diferentes motivos, por ejemplo, si estás desesperado porque tienes un cáncer que te han dicho que no tiene cura y ves un video en YouTube de alguien que dice que hay una cura mágica para lo tuyo, cualquiera se pone ahí. También puede ser una actitud ideológica de decir «yo estoy en contra de las grandes empresas que manejan la medicina, que nos hacen vivir medicalizados...», pero la medicina alternativa también es muy cara, habría que tenerlo en cuenta. A veces es por ignorancia, a veces parece que los tratamientos pseudomédicos como puede ser la homeopatía son tratamientos de verdad, porque los da un médico y los venden en farmacias. Entonces para la gente es difícil distinguir cuál es el que tiene base científica del que no.

–¿Por qué determinados sectores de la Sanidad avalan estas prácticas?

–Principalmente por negocio, lo que pasa es que yo recomendaría que se leyeran su propio código deontológico donde dice que tienen que dar tratamientos que tengan un aval científico. Si el tratamiento eso no lo cumple, pues ellos mismos.

–Compara los productos homeopáticos con el azúcar más cara del mundo.

–La homeopatía se trata de hacer diluciones extremas y una vez hechas se espolvorean sobre una pastilla de azúcar. Si miras la composición es azúcar, si miras su precio, parece que haya sido el mismo Fidel Castro el que haya ido a cortar la caña.

–¿Con qué voluntad ofertan estos remedios sus productores?

–Hay gente que se lo cree, que se cree que ha descubierto la nueva cura del cáncer y que ha descubierto la nueva medicina germánica. Otros no tienen escrúpulos, directamente. Todos tienen algo en común: falta de rigor, porque para probar un medicamento tiene que pasar unos controles. Si vendes algo como medicamento sin estas pruebas es que no aplicas el mínimo rigor.

–¿Cree que está suficientemente investigado?

–Una de las falacias de esta gente es que dicen que llegan donde la ciencia no ha llegado. Si vas a la literatura científica hay cientos de estudios sobre homeopatía, acupuntura y demás, todos con resultado negativo, porque si el resultado hubiera sido positivo, ahora tendríamos homeopatía en todos los hospitales.

–Si todo esto ha fallado, ¿por qué no están más perseguidas este tipo de prácticas?

–Por dejadez administrativa y por muchos conflictos de intereses, porque hay muchas compañías de homeopatía que si ves muchos congresos médicos, están financiando sesiones enteras. Hay universidades que tienen cátedras de homeopatía financiadas. Eso es darle una apariencia de legitimidad que no tiene porque no ha superado las pruebas que le pides a cualquier medicamento. Te dicen que la homeopatía funciona cuando crees en ella. Yo no tengo que creer en el ibuprofeno, me lo tomo, me cura y punto. No tengo que creer en una vacuna, me la pongo y ya está y no tengo que explicarle a los niños lo que son los anticuerpos pero el niño se queda protegido. La acupuntura tienes que tener fe, dicen, yo lo que quiero es que el medicamento funcione que no tengo tiempo para le fe.

–Es paradójico que muchos se pongan en manos de la medicina tradicional china, cuando los chinos sí que van al médico convencional.

–Exacto. Es como en vez de ir al curandero que te hace sus tortillas de amapolas, sus remedios y tal, te vas a uno que es lo mismo pero de otra cultura. El santo de lejos hace más milagros.

–¿Por qué tienen sus libros tan buena acogida?

–Yo creo que es porque los escribo muy relajado y trato de que la gente se divierta leyéndolos, el primer punto siempre es el respeto al público. Si escribo un libro muy documentado pero escrito como hago un artículo científico, no lo leería nadie porque se aburriría. Yo intento que los libros tengan el máximo rigor, estén muy documentados, citando las fuentes originales, pero lo escribo para que lo entienda cualquier persona y si es posible que de vez en cuando se ría, porque creo que el humor es la mejor forma de transmitir las ideas. Una vez hecho esto, la gente primero se lo compra porque le gusta leerlo y se lo pasa bien leyéndolo. Y ya después si consigo que aprenda alguna cosa genial y ya si consigo que además se ponga en buenas manos cuando tenga un problema, mejor que mejor.

–El humor sí que puede ser que cure.

–Sí, o por lo menos el rato que pasas no te lo quita nadie.