Elecciones generales

El «no» de Rivera a Rajoy abre Moncloa al pacto PSOE-Podemos

El «no» de Rivera a Rajoy abre Moncloa al pacto PSOE-Podemos
El «no» de Rivera a Rajoy abre Moncloa al pacto PSOE-Podemoslarazon

Si Ciudadanos se abstiene, el candidato popular tiene muy difícil la investidura.

El candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, ratificó ayer solemnemente que si él no forma Gobierno, su partido no apoyará ni al PP ni al PSOE para que su candidato sea investido como jefe del Ejecutivo. Si los sondeos se cumplen y el PSOE aguanta como segunda fuerza, la abstención de Ciudadanos en esa sesión de investidura abrirá de par en par la puerta de La Moncloa a un acuerdo entre socialistas y Podemos. En nuestro sistema parlamentario la investidura del candidato a presidente necesita más «síes» que «noes». Y atendiendo a las horquillas de la última encuesta de intención de voto de NC Report, Rajoy necesitará el apoyo de uno de los partidos emergentes para mantenerse en el poder. El bloque de izquierdas, liderado por PSOE y Podemos, votará más que previsiblemente en contra. Y con la abstención de Rivera, Rajoy no sumaría los «síes» necesarios para revalidar su mandato.

La política de pactos postelectorales es uno de los misterios de estos comicios. El PP ha dicho que sólo intentará formar Gobierno si es la lista más votada. Un compromiso asumido formalmente en una realidad política que no le deja margen para otra opción. Ya que ni siquiera siendo la fuerza más votada los populares tienen fácil asegurarse La Moncloa. De ahí la relevancia que conceden al objetivo de mejorar las previsiones de las encuestas para situarse por encima del 30 por ciento de votos y de los 130 escaños.

Socialistas, Podemos y Ciudadanos han optado, por contra, por no enseñar todas sus cartas en lo que afecta a la política de alianzas postelectorales. Pero si la radiografía de los sondeos se cumple y el PSOE se mantiene como segunda fuerza política, la confirmada abstención de Rivera a la investidura de Rajoy sería muleta suficiente como para que Pedro Sánchez intentara ser el presidente del Gobierno, aunque necesitaría también, en todo caso, el voto afirmativo del partido de Pablo Iglesias.

El líder de Podemos mantiene que su estrategia consiste en no anticipar con quién va a pactar y con quién no. Hasta el día de las elecciones no se saldrá del guión de defender que ellos serán la fuerza más votada, y, por tanto, la que tenga la iniciativa para formar Gobierno. Si no es así, todo queda abierto y habrá que esperar al día después de las elecciones para ver por dónde apuntan. En el cuartel general de Ferraz tampoco hablan de alianzas postelectorales, pero oficiosamente en las filas de este partido sí se da pábulo a la idea de que, si hay margen, tendrían que intentar el acuerdo con Podemos, pero con Sánchez como presidente. Son bastantes los que dentro del PSOE se sienten más cómodos mirando a Ciudadanos que a Podemos, pero con la prevención, compartida mayoritariamente, de que convertir a Albert Rivera o a Pablo Iglesias en presidentes, por poco que guste la alternativa de Rajoy, supondría la muerte del PSOE en la próxima legislatura.

En manos de los emergentes

Son tantas las incógnitas que quedan abiertas, empezando por la de quién será finalmente el segundo partido más votado, que de entre todas las cábalas la más segura es la que señala que los emergentes tienen en su mano la estabilidad del próximo Parlamento. Y que si cumplen su palabra, especialmente en lo que afecta a Rivera, puede que las urnas dejen un Parlamento bastante ingobernable. El que no pacte, se irá a la oposición, aunque haya sido la fuerza más votada. El pacto por escrito con los nacionalistas, en el que José María Aznar garantizó la estabilidad de su primer Gobierno en el 96, es hoy irrepetible con los nuevos actores que han crecido durante esta legislatura. En principio, todo apunta a un Gobierno en minoría, salvo que Rivera o Iglesias se desdigan. O salvo que la realidad del domingo pulverice los sondeos.

Los partidos siguen con sus trackings. El que ayer manejaba el PP apuntaba, en intención directa de voto, que Podemos estaba un poco por delante del PSOE. Sánchez, estancado. Y el PP, un poco al alza, pero muy poco.