El colapso de la legislatura

El feminismo socialista se rebela en Andalucía contra Ferraz

Las mujeres del partido se han convertido en un contrapeso al liderazgo de Pedro Sánchez

AMP.-PSOE suspende de militancia al secretario general de Torremolinos y y le expedienta por la denuncia de acoso sexual
AMP.-PSOE suspende de militancia al secretario general de Torremolinos y y le expedienta por la denuncia de acoso sexualEuropa Press

El acoso sexual ha revolucionado al PSOE. Las mujeres del socialismo andaluz se movilizan: «Ni una agresión sin respuesta». Unas 300 han estampado ya su apoyo al manifiesto lanzado el pasado jueves por la Secretaría de Igualdad del PSOE de Málaga. El texto no deja resquicio a la duda: condena «de manera clara y contundente» de cualquier rastro de acoso, violencia o conducta machista, «venga de quien venga y ocurra donde ocurra». La denuncia de una militante de Torremolinos contra el secretario general local, Antonio Navarro, por presunto acoso sexual ha desencadenado esta reacción. Pero también ha tenido su peso «el caso Salazar».

La iniciativa, impulsada por Yolanda Florido, ha concitado el apoyo de nombres con peso en la federación: Marisa Bustinduy, Chiqui Gutiérrez del Álamo, Emelina Fernández, Amparo Bilbao, Rosa Torres, Remedios Martel, Paloma Alonso o Pilar Oriente. Todas se han alineado de inmediato con Igualdad. Un gesto que, en clave interna, subraya dos cosas: el cierre de filas ante el caso de Torremolinos y la advertencia de que el partido no quiere otro episodio sin respuesta. Un dardo dirigido a Ferraz, donde el feminismo del partido cree que ha habido un intento de encubrir a Paco Salazar, el exasesor del presidente del Gobierno en Moncloa.

De hecho, en este comunicado, las mujeres también señalan su apoyo «a aquellas mujeres que puedan encontrarse en una situación similar, dentro o fuera» del partido. «Sabemos que alzar la voz implica un enorme coste emocional, personal y político. Por eso afirmamos con fuerza: no estás sola. Nunca lo estarás. Tampoco lo estará ninguna mujer que decida alzar la voz ante una injusticia», añaden en el manifiesto.

El cabreo del feminismo del partido es mayúsculo. Y no es para menos, porque después del trago de escuchar a quien fue su «ex número tres» –José Luis Ábalos– repartirse prostitutas, no podían tolerar que siguiera la inercia de manchar a las mujeres. Todos los altos cargos del partido y del Gobierno consultados admiten que el feminismo no es negociable, que se trata de un asunto muy sensible que hace mucho daño. Y este caso ha animado a las socialistas a alzar la voz. Pero en la reacción del socialismo andaluz hay otra clave. Algunas federaciones del partido apuntaron hacia la vicepresidenta primera, María Jesús Montero –candidata en Andalucía– por «dejadez» en las dos denuncias que se recibieron en Ferraz contra Salazar. De ahí que el levantamiento de las mujeres en la federación más grande se lea en clave interna como un tirón de orejas a la también ministra de Hacienda.

A las muestras de respaldo se sumó ayer la Asociación Española de Feministas Socialistas, quienes han «condenado rotundamente» la conducta de Navarro, pero también la de otros hombres hasta ahora relacionados con el PSOE, como Paco Salazar, José Luis Ábalos y Koldo García.

Una parte del malestar que ha recorrido al PSOE tiene su origen en que Salazar continuara prestando asesoramiento al Gobierno, a través de una consultora, durante los cinco meses posteriores a su salida de Moncloa –donde ejercía como secretario general de Coordinación Institucional en el gabinete de Presidencia–. Sánchez decidió no incorporarlo a la ejecutiva federal como adjunto de la secretaria de Organización, Rebeca Torró, al trascender las denuncias publicadas por «eldiario.es» que el propio Sánchez aseguró que conoció ese mismo día.

Como ya informó este periódico, en el círculo más próximo al presidente se llegó a cuestionar la veracidad de las acusaciones difundidas en los medios. En realidad, la caída de Salazar no fue inmediata: al equipo de Sánchez le costó dar el paso y lo hizo condicionado por el clima político particularmente adverso de aquellos días. Pocas semanas antes, las conversaciones en las que José Luis Ábalos y Koldo García hablaban del reparto de prostitutas hubieran sacudido al partido, hundiendo su reputación. En ese contexto, mantener a Salazar en el organigrama se volvió inviable para Presidencia.

Aun así, dentro de Moncloa persiste la sensación de que el exalto cargo podría estar siendo blanco de «fuego amigo».

Lo cierto es que cuando trascendió el «caso Salazar», el feminismo del PSOE puso el grito en el cielo porque detectó fallos importantes. Lo veían «flojo», como para «pasar el trámite». El protocolo de marras, decían, no indica quién forma parte del órgano que recibe las denuncias. Tampoco informa de los tiempos y, en líneas generales, las feministas criticaron la falta de «claridad» para denunciar. Sánchez reconoció el sábado que toca mejorar los recursos que dedica su partido para prevenir este tipo de situaciones, así como para gestionarlas una vez se detectan.