Partidos Políticos

El pacto de los 143: Sánchez busca ser presidente por un voto

El PSOE quiere atraer al «sí» a PNV, Compromís e IU-Unidad Popular, para vencer al bloque del «no», formado por PP y los soberanistas.

El pacto de los 143: Sánchez busca ser presidente por un voto
El pacto de los 143: Sánchez busca ser presidente por un votolarazon

El PSOE quiere atraer al «sí» a PNV, Compromís e IU-Unidad Popular, para vencer al bloque del «no», formado por PP y los soberanistas.

7 de marzo. Sólo tres días después de la investidura fallida de Pedro Sánchez, Podemos toma la iniciativa de reactivar la mesa a cuatro para explorar una vía de izquierdas tras la insuficiencia del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos. El líder socialista comparece en Ferraz y anuncia que su partido irá de la mano del de Rivera a todas las reuniones –ya sean de líderes o de equipos negociadores–. La consecuencia de este «matrimonio de hecho» se consuma horas después, cuando el portavoz Antonio Hernando declina la invitación de Íñigo Errejón si la reunión veta la presencia de C’s. El encuentro no llega a producirse. No han transcurrido ni diez días desde esta declaración de intenciones y los socialistas ya se avienen a negociar, sin reticencias, al margen de la formación naranja, aunque sin renunciar al apoyo de sus 40 diputados. «Pedro tiene 131 escaños detrás», repiten desde su entorno y el objetivo es seguir sumando hasta la mágica cifra de 143 para salvar –por un escaño– la oposición del PP y los partidos de corte independentista, que suponen 142. La empresa de articular una mayoría suficiente no es simple, pasa por granjearse el voto positivo de formaciones con ideologías diametralmente distintas –lo que Sánchez define como «mestizaje»– y, sobre todo, por desactivar la mesa a cuatro de partidos de izquierdas, para que IU-Unidad Popular y Compromís tomen partido y abandonen el manto obstructor de Podemos.

Sánchez ha pisado el acelerador. Si bien nadie esperaba movimientos relevantes hasta después de Semana Santa, el desbloqueo del frente de izquierdas se ha producido en un tiempo récord. El martes, el líder del PSOE recogía el guante lanzado por Iglesias para reunirse con él, tras su encuentro con el president de la Generalitat, Carles Puigdemont. Una cita clave teniendo en cuenta el rol decisivo que pueden desempeñar los partidos soberanistas en la investidura. Un intercambio de mensajes y varias horas después, el secretario general del PSOE se ponía en contacto con el de Podemos para «normalizar» el diálogo entre ambos de cara a la formación de Gobierno. La conversación telefónica se saldó en 15 minutos con un resultado: ambos se reunirán en solitario a principios de la próxima semana. Fijando este encuentro, Sánchez incurre en una doble cesión: la de acudir sin su socio potencial Rivera y la de hacerlo él, en lugar de su equipo negociador. Posición que había defendido el PSOE para entablar sus contactos con Podemos.

Desactivar la mesa a cuatro

Sin embargo, nada queda ya de la mesa a cuatro. Mientras Sánchez fraguaba su cita con Iglesias, los equipos negociadores de Compromís, Ciudadanos y PSOE departían en la sala Martínez Noval de la Carrera de San Jerónimo sobre cómo evitar una nueva convocatoria electoral. Todas las partes salieron «satisfechas» del encuentro, con la intención de mantener el contacto y seguir trabajando para «explorar todas las posibilidades para avanzar en un acuerdo para un gobierno de cambio». Hoy los socialistas se citan a primera hora de la tarde con la comisión negociadora de IU-Unidad Popular para avanzar en el mismo sentido. El objetivo de Sánchez es granjearse el voto positivo de Compromís e Izquierda Unida y para ello ya ha hecho un avance importante: lograr sentarlos por separado e independientemente de Podemos. El PSOE se abona a la máxima del «divide y vencerás» para neutralizar la presión y el influjo que ejerce Iglesias sobre las marcas más modestas de la izquierda. Estos partidos se levantaron a regañadientes de la mesa a cuatro, empujados por la formación morada, cuando Sánchez rubricó su pacto con Rivera, a pesar de que el documento incluía hasta 140 medidas de las pactadas con ellos. «El problema es que no es un acuerdo firmado con nosotros», comentaban en privado representantes de ambos partidos, y para subsanar este «error» el PSOE envió antes de la investidura, en un intento desesperado de granjearse su apoyo, un documento diferenciado a cada uno de estos partidos con las principales pretensiones que les habían manifestado a los socialistas y a las que estaban dispuestos a dar respuesta. No en vano, de los cinco textos que se hicieron llegar a En Comú, En Marea, Podemos, Compromís e IU-UP los más ambiciosos y diferenciados eran los que concernían a estos dos últimos. A partir de esos documentos se comenzará a trabajar en el «sí» a la investidura de Sánchez.

El factor vasco también cobra protagonismo. El pacto con los nacionalistas también está muy avanzado y las posiciones no son inasumibles por las partes. El PSOE está dispuesto a aumentar el autogobierno y el PNV a renunciar a sus aspiraciones de autodeterminación en favor del acuerdo. Esto, sin tener en cuenta las elecciones vascas que se celebrarán en otoño y tras las cuales el actual lendakari Íñigo Urkullu necesitará del aval de los socialistas para conservar el gobierno frente al fuerte impulso de la izquierda radical de Podemos y Bildu. Sin embargo, los jetzales desconfían de Ciudadanos que no es proclive a aumentar ese autogobierno.

Con el voto positivo de PNV, Compromís e IU-Unidad Popular, Sánchez sólo necesitaría la abstención de Podemos. Los 65 diputados de Iglesias son claves para no ampliar la suma contraria a la investidura formada por PP, ERC, Democracia y Libertad y Bildu (142 escaños). A priori, la reunión que tendrá lugar la próxima semana entre los líderes de ambos partidos busca «desbloquear la situación» y «hablar cara a cara» para intentar «limar asperezas», según concretan fuentes próximas al secretario general socialista, que irá a la cita con el pacto con Ciudadanos «debajo del brazo», pues éste sigue «plenamente vigente».

Y esa alianza puede ser el principal escollo para Podemos, que considera que firmar un pacto con Albert Rivera es hacerlo «con el PP en diferido» porque se «perpetúan sus políticas». Iglesias pretende luchar contra esas reformas desde dentro y quiere integrar un gobierno plural junto a los socialistas. Sin embargo, en el PSOE cada vez ven más cerca una abstención de Podemos a cambio de pactos puntuales de legislatura y sin tener que integrar a un gran número de sus miembros en puestos clave del Ejecutivo.