Gobierno de España

Rajoy prepara una investidura para la última semana de octubre

Quiere un pacto de estabilidad, al menos de un año, pero sabe que tiene poco margen si el PSOE se abstiene sin más.

Rajoy, en su escaño del Congreso de los Diputados el pasado 30 de agosto cuando se presentó a la primera investidura
Rajoy, en su escaño del Congreso de los Diputados el pasado 30 de agosto cuando se presentó a la primera investiduralarazon

Quiere un pacto de estabilidad, al menos de un año, pero sabe que tiene poco margen si el PSOE se abstiene sin más.

Moncloa y la dirección del PP han frenado su discurso y su acción política a la espera de que el nuevo PSOE tome una decisión sobre la gobernabilidad de España en su próximo Comité Federal. En el Comité de Dirección del PP del pasado lunes, el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, trasladó a su equipo la consigna de que evitasen interferir en la medida de lo posible en el debate socialista. Rajoy ha sido el primero en retirarse a observar desde fuera los movimientos del principal partido de la oposición en el tablero político.

Ahora bien, Moncloa y la cúpula popular se preparan ante los posibles escenarios que pueden derivarse de la voladura de la dirección que encabezaba Pedro Sánchez. Y la primera hipótesis de trabajo que manejan es que tienen que ir preparándose para una posible investidura de Mariano Rajoy, que, previsiblemente, se celebraría en la última semana de octubre, de tal manera que hubiera tiempo para que el Rey Felipe VI cumpliese de nuevo con el trámite de las consultas.

Fuera del discurso oficial del PP, que sostienen en el principio de que no quieren someter al país a terceras elecciones, desde el entorno del presidente en funciones han empezado a airear el mensaje de que una investidura sin más, sin un acuerdo mínimo de gobernabilidad, no tiene ningún sentido, porque sólo sirve para mantener la parálisis con un presidente que «reina pero no gobierna», y al que el PSOE «utilizaría en el Congreso como instrumento para curar las heridas que se han hecho con su guerra civil». Valga de ejemplo el último Pleno en el Congreso, el pasado martes, donde se visualizaron las alianzas del PSOE con el PNV y los independentistas catalanes para derogar reformas legales del PP. «Todo un símbolo de lo que puede ser la próxima legislatura».

Moncloa advierte del sinsentido de ir a un escenario en el que Rajoy no pueda gobernar, y lo haga la oposición los martes y los jueves en el Congreso, y el PP frenando todo en el Senado. Y en esta imagen sostienen la tesis de que si los socialistas quieren condicionar su abstención, negociarla, entonces Rajoy pondrá encima de la mesa un pacto de estabilidad, al menos de un año, es decir, el apoyo a los Presupuestos para 2017, de los que cuelga la senda de déficit que exige Bruselas, y otros «compromisos», como hicieron con Ciudadanos.

Pero, al mismo tiempo, desde el entorno del presidente advierten de que éste sería «el pulso» en el caso de que los socialistas quieran condicionar su abstención, pero también puede ocurrir que el Comité Federal apruebe abstenerse sin más, «justificándolo en el interés general para ocultar sus urgencias internas». «En su situación puede ser su salida más fácil. Aprobar una abstención técnica, sin mancharse ni siquiera en una negociación. Estamos hablando de hipótesis. Pero, en ese caso, Rajoy no tiene apenas margen para no presentarse a la investidura con su acuerdo con Ciudadanos. La tensión discursiva va por un lado, pero Rajoy lleva desde diciembre diciendo que está dispuesto a gobernar y a ceder. Y salvo que le impongan condiciones que obliguen a ceder a las dos partes, no puede asumir la responsabilidad del bloqueo», precisa, con realismo, un alto cargo de Moncloa. La aprobación de los Presupuestos sería el primer escollo que tendría que superar como presidente, pero en Moncloa prevén que podrían intentar conseguir el apoyo del PNV. «Dentro de las dificultades, es más fácil contar con el PNV para los Presupuestos que para una investidura porque en la negociación siempre hay alguna manera de cruzar intereses», explican en medios populares. Ese «cruzar intereses» supone atender vía presupuestaria algunas de las exigencias de los nacionalistas vascos, como siempre se ha hecho cuando Madrid ha buscado la complicidad vasca o catalana. Pero aun así, al Grupo Popular le seguiría faltando un voto, contando con Ciudadanos, para poder sacar adelante las cuentas del próximo ejercicio. Y hay que valorar que desde el PNV, oficiosamente, ya advertían antes de las autonómicas de que si su posición ante la investidura de Rajoy era, en cualquier caso, invariable, se debía, entre otras razones, a que las primeras decisiones que tendría que adoptar el Gobierno de Rajoy, los Presupuestos y el techo de gasto, serían «impopulares». Iñigo Urkullu anunció ayer que se apoyará en el PSE y EH Bildu en la Lendakaritza.

Sin Presupuestos, el nuevo Ejecutivo de Rajoy estaría condenado a muerte sin haber empezado a andar al no tener ningún margen de maniobra política interna, lo que, al mismo tiempo, elevaría la desconfianza de Bruselas y de los inversores sobre la evolución económica. De momento, lo único seguro es que el PP esperará al Comité Federal socialista antes de moverse. «Es muy difícil adivinar qué puede pasar. Hay que esperar a ver qué hace el PSOE y luego tomaremos decisiones. ¿Todos se van a abstener o sólo algunos? ¿Y qué garantías da eso? ¿El Rey va a proponer la candidatura? Hay que ir viendo», explica un miembro de la dirección del PP. Rajoy no quiere una investidura a cualquier precio, prefiere elecciones, pero tampoco puede contradecirse y aparecer como culpable del bloqueo.