Patrimonio

La Almudena, una mina de cobre

Robos que dejan destrozadas y sin elementos de ornamentación las lápidas, asaltos a los visitantes del camposanto, sustracciones en vehículos.... El mayor cementerio de Madrid cumple 131 años más inseguro que nunca

Los columbarios de la sección 9 llevan años en peligro de derrumbe
Los columbarios de la sección 9 llevan años en peligro de derrumbelarazon

Robos que dejan destrozadas las lápidas, asaltos a los visitantes, sustracciones en vehículos... El mayor cementerio de Madrid cumple 131 años más inseguro que nunca.

El camposanto de La Almudena, una de las necrópolis más grandes de Europa y que cuenta con 120 hectáreas, «parece un campo de minas». Así lo cuenta Ana Amalia, que acude al cementerio una vez al año para llevar flores y mantener limpias las sepulturas de sus abuelos, tíos, madre y marido. Para Ana, son muchos años recorriendo los 50 kilómetros que separan El Álamo del cementerio de La Almudena y al no tener hijos esta señora de 76 años pide ayuda a un amigo para que haga de chófer por un día y la acompañe en este momento tan especial para ella. La Almudena surge en el año 1884, y hasta 1973 fue el cementerio principal de la capital, siendo uno de los parajes de descanso históricos que alberga célebres escritores y premios de literatura como Vicente Aleixandre, Pío Baroja o Benito Pérez Galdós; grandes intérpretes como Lina Morgan y Fernando Rey, Y, sin olvidar el deporte; un talentoso mago del balón y presidente honorario del Real Madrid: Alfredo Di Stéfano.

Una necrópolis valiosísima pero que tiene las sepulturas de los más ilustres españoles prácticamtente abandonadas cuando no destruidas. Nichos sujetos con pilares de madera que comienzan a pudrirse, escaleras y techos sujetos por estructuras que el paso del tiempo han convertido en endebles y caminos de tierra sin asfaltar es el escenario que se encuentran sus visitantes y que hoy, de nuevo, volverán a comprobar numerosos madrileños. «Está horrible», termina diciendo Ana Amalia, que achaca toda la culpa del destrozo y del poco mantenimiento del cementerio a la ausencia de respeto que tiene la gente hacia la religión cristiana.

A pesar del mayor mantenimiento y cuidado durante las semanas previas al Día de Todos los Santos, los destrozos y robos no cesan en La Almudena. Este cementerio cuenta con 25 cámaras de vigilancia y dos guardias día y noche, una cifra superior a la vigilancia que tienen otros camposantos como el cementerio Sur (Carabanchel) –que cuenta con 18 cámaras de seguridad y tres guardias día y noche y que, eso sí, tiene un tamaño menor–, según cuenta Jesús Pozo, de la Empresa Mixta de Servicios Funerarios, pero que se ha visto reducida en los últimos años. «En la actualidad, La Almudena sólo dispone de un vigilante encargado de velar por la seguridad de 120 hectáreas», aseguró ayer el edil socialista del Ayuntamiento de Madrid. Según las cifras que maneja el PSOE de la capital, hasta 2009 un vigilante en cada una de sus puertas, y uno más con un coche que recorría todas las calles, se encargaban de la seguridad del cementerio. Pozo no niega los problemas de seguridad. Afirma que en varias ocasiones la empresa ha denunciado las reiteradas desapariciones de elementos de cobre que han dejado multitud de lápidas sin ningún tipo de identificación, decoración o prácticamente derruidas. Los constantes robos y la falta de mantenimiento impiden en el caso de muchas tumbas acceder a ellas en los días de lluvia, según comentan los visitantes al cementerio, que lamentan que La Almudena se haya convertido en una auténtica «mina de cobre» para los cacos.

Éste no es el único problema. A más de uno se le pondrían los pelos de punta y se pensarían más de una vez acudir al cementerio de La Almudena si supieran que, tal y como denuncian los socialistas, los robos en los coches de las familias que acuden a limpiar cada semana las lápidas de sus seres queridos se han multiplicado en los últimos meses.

Pero no todo son críticas: «parece que está un poco más arreglado», cuentan Javier y Ramón, dos hermanos que visitan las tumbas de sus padres, cada dos o tres meses, sin sorprenderse de la mejora que luce esta necrópolis en los últimos día. Ante la inminente llegada del 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, el servicio de mantenimiento del cementerio se «pone las pilas» para mostrar un poco más cuidadoso el camposanto del barrio de Ventas. A pesar de ello, el estado en el que realmente se encuentra el cementerio no se puede tapar con un dedo. «Nos echaremos al fogón, no hay más remedio», dicen Javier y Ramón, disgustados por las «quedadas» y botellones que se organizan a la entrada del recinto, donde se encuentra la casa okupa. «Cuanto más les dejen, más harán», terminan diciendo.

Poca esperanza rebosa en estos dos hermanos cuando se habla sobre una posible mejora del cementerio con el nuevo Ayuntamiento. «Planes para remodelarlo habrá: que los hagan, me figuro que no; la mitad de los planes que piensan luego no los hacen», reflexionaron. Javier y Ramón conservan a toda su familia en este cementerio y, con la «carne de gallina», cuentan que «hay gente a la que le ha desaparecido toda la familia y esto no tiene nada que ver con los planes de ayudas, sino con la dificultad que supone mantener este cementerio y el poco sitio que hay».

A margen de todo esto, el cementerio de La Almudena sigue siendo el punto de encuentro por excelencia. El año pasado acudieron alrededor de 130.000 personas frente a las 100.000 que asistieron al Cementerio Sur. Debido a la gran afluencia de público, la EMT ha reforzado el transporte público en las líneas 25, 108, 110, Servicio Especial Plaza Elíptica-Cementerio Sur y Servicio Especial Plaza de Castilla-Cementerio de Fuencarral hasta mañana, 2 de noviembre, con un incremento de 69 autobuses, alcanzando así un total de 161 vehículos para el servicio de estas cinco líneas, según el servicio especial del cementerio de La Almudena.

Daños de 600 euros en sepulturas

A pesar del refuerzo de la EMT, numerosos taxistas trabajan durante estas fechas para servir como medio de transporte a multitud de personas, sobre todo a las de la tercera edad, que no utilizan el coche. Así lo detalla José Prieto, un taxista que lleva 18 años en la profesión. «Cada vez acude más gente a este cementerio en los últimos años para cuidar y mantener limpias las tumbas, por los destrozos que caracterizan el mal estado del camposanto de La Almudena» afirma José, que no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar sobre las cosas que pasan en el cementerio: «Parece ser que aquí ha habido profanaciones de tumbas, algo que no es plato de buen gusto para nadie al fin y al cabo no deja de ser una propiedad en donde además se encuentran los restos de tus seres queridos». Las profanaciones no sólo suponen una falta de respeto a la memoria de los difuntos, sino que también conllevan un coste adicional para aquellos afectados que se ven obligados a reformar la sepultura. Estas remodelaciones pueden llegar a ascender a los 600 euros, según nos cuenta una familia que acude al cementerio cada dos semanas para visitar a sus abuelos. Con las pocas ayudas destinadas al cementerio y, según las denuncias de los visitantes del camposanto de la Almudena, esta necrópolis tan histórica como emblemática no viste decoro alguno durante las grandes visitas en las fechas señaladas que tan indiferentemente conserva a políticos como a mendigos.