José María Marco

Naturaleza de la Transición

La Razón
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Si alguien está interesado por saber lo que fue la Transición y lo que todo aquello sigue significando hoy en día, le bastará con ver la grabación del último de los Encuentros celebrados por LA RAZÓN con cuatro mujeres parlamentarias de las Cortes constituyentes de 1977. Intervinieron, además de la presidenta del Congreso –con un excelente discurso–, Juana Arce (diputada por Albacete), Mercedes Moll de Miguel (diputada y senadora por Granada), María Teresa Revilla (diputada por Valladolid) y Belén Landáburu (senadora por designación real).

Mercedes Moll de Miguel relató una impresionante historia de superación personal, que le llevó de encontrarse sin contactos en una ciudad nueva, viuda a los 24 años y con cuatro hijos, a asumir la candidatura al Congreso por la UCD. Juana Arce contó cómo dio un paso al frente cuando muy poca gente se atrevía a adelantarse para defender personalmente un partido político (en aquellas elecciones fue difícil encontrar candidatos, y más para el Senado). María Teresa Revilla se centró en la actualidad. Exigió rendición de cuentas, transparencia y separación de poderes: así demostró que la Transición fue antes que nada un gesto de rebeldía. Y Belén Landáburu (habría que escribir la gran Belén Landáburu) demostró de qué pasta estaban hechos quienes impulsaron la reforma desde dentro. Hoy se insiste en el carácter pacífico y pactado de la Transición, y está bien que se haga así. Habría que subrayar también ese otro lado de rebeldía que llevó a personas como estas cuatro parlamentarias a romper con un régimen acabado. Además, como todo en los años 70 y no sólo en España, había muchas cosas que redefinir, entre ellas el papel y la posición de las mujeres. Reinventar la dimensión femenina desde dentro, al tiempo que se participa en un cambio de régimen, no es pequeña cosa.

Para hacerlo había que saber lo que se quería (la democracia liberal como Monarquía parlamentaria), comprender lo que había que dejar atrás y, sobre eso, mantener una claridad moral extraordinaria hoy en día, tras la que se adivinan convicciones muy profundas. Al hablar de Transición hay que hablar también de eso, de esa combinación de temeridad y sensatez, de ambición y generosidad, de exigencia ética y de sencillez (suprema). Así es como se fundan las grandes cosas, y de eso seguimos viviendo como españoles.