Cantabria

Podemos, ante la política real

La Razón
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Una vez que se da por hecho el acuerdo entre el socialismo andaluz y Ciudadanos para permitir la investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía, la pelota está en el tejado de la otra formación emergente, Podemos, sin cuya abstención se vuelve estéril el supuesto apoyo de los de Albert Rivera. No le queda al partido populista de Pablo Iglesias mucho margen de maniobra, una vez que la candidata socialista parece dispuesta a firmar lo que le demanden sus renuentes aliados, aunque sea a costa de sacrificar a un sector de su partido, poco convencido de que las medidas de regeneración exigidas –como la drástica supresión de altos cargos o la imposición de limitaciones a la libertad de ejercicio de la banca– puedan ser legalmente aplicadas. Ya ocurrió en el anterior pacto con Izquierda Unida, por el que se arrebató la victoria al Partido Popular, en elque ninguna de las propuestas estrella de la federación comunista –banca pública, ley de renta básica y de inclusión social ,y banco de tierras– se vieron plasmadas en el BOA (Boletín Oficial de Andalucía). Podemos, pues, se enfrenta en Andalucía a su primera prueba de fuego en la política real, la que como tal percibe la mayoría de los votantes, en la que debe asumir el respaldo a un nuevo Gobierno del socialismo andaluz, al que, tras 33 años de ejercicio ininterrumpido del poder, sus círculos venían considerando como un prototipo de la «casta». Decisión no exenta de riesgos electorales, mucho más en un momento de crisis interna, cuando el nuevo partido trata, en lo organizativo, de superar su embrión asambleario para adoptar una estructura formalmente jerarquizada, y, en lo ideológico, de centrar el mensaje, demasiado lastrado de utopía revolucionaria. El abandono de Juan Carlos Monedero, hasta ahora su ideólogo de referencia, y la proliferación de nuevas marcas electorales al margen de la dirección en la Comunidad Valenciana, Cantabria y el País Vasco, son sólo la punta del iceberg del desconcierto que sacude a las bases de Podemos. Con el riesgo añadido de que su electorado en Andalucía y, también, en el resto de España, no se avenga a representar el mismo desairado papel de Izquierda Unida, que, acomodada en el confort del poder de la Junta, no supo reaccionar ante la maniobra del adelanto electoral llevada a cabo por Susana Díaz. Política real que, frente al discurso inflamado de tópicos antisistema, exige hechos. Y, como señalan todos los sondeos, cuanto más se aproxima Pablo Iglesias a los usos políticos establecidos, más apoyo pierde entre sus hipotéticos votantes. Disyuntiva difícil de resolver, pero a la que ayudaría adoptar frente al PSOE una posición exigente y resuelta, con compromisos firmados y tasados, y corresponsabilidad en la gestión. Eso, o la inútil comparsa.