Agencia Espacial Europea

El Vesubio y otros 21 volcanes vigilados desde el espacio

Una red de satélites monitorizará por primera vez, de forma continua, las principales amenazas de erupción volcánica

El volcán mexicano de Colima, visto desde el espacio
El volcán mexicano de Colima, visto desde el espaciolarazon

Visto desde el suelo, el volcán de Colima, en México, impresiona. En constante actividad, supone una permanente amenaza para las poblaciones vecinas y es una de las prioridades de los vulcanólogos de todo el mundo. En definitiva, una de sus últimas preocupaciones.

Su espectacularidad es aún mayor a vista de pájaro y, a partir de ahora, también lo será desde los ojos de un satélite, que no le quitará la vista de encima.

Este y otros 21 volcanes del mundo, todos ellos especialmente peligrosos, serán monitorizados desde el espacio para intentar prevenir cualquier amenaza y actuar con la mayor celeridad posible, dentro de una misión puesta en marcha por la Agencia Espacial Europea (ESA), que empleará los satélites europeos Sentinel y los estadounidenses Terra y Landsat.

Han sido seleccionados de entre los aproximadamente 1.500 volcanes terrestres que están en activo debido a una combinación de actividad reciente e interés científico. En la lista se incluyen algunos volcanes que ya cuentan con una importante estructura de vigilancia en tierra, como el Vesubio en Italia, designado Supersitio con Riesgo Geológico y Laboratorio Nacional (GSNL) permanente por el Grupo de Observación de la Tierra (GEO), así como otros volcanes en Latinoamérica y el Sudeste Asiático, en ocasiones con una menor disponibilidad de datos terrestres.

Se calcula que más de 500 millones de personas de todo el mundo viven en el radio de exposición potencial a un volcán.

“En el ámbito de las amenazas geológicas, este tipo de servicio sistemático es algo realmente nuevo —explica Fabrizio Pacini, de Terradue, que opera el nuevo servicio a través del sistema online en la nube de la ESA, la Plataforma de Explotación de Geoamenazas, o GEP—. Los investigadores ya utilizan datos de observación de la Tierra, por supuesto, pero normalmente lo hacen ‘bajo demanda’, empleando un único sensor. Nosotros usamos toda una serie de sensores para abarcar distintos lugares de forma constante”.

El servicio, según explica la ESA en un comunicado, se basa en las cadenas de procesamiento automatizadas desarrolladas por los socios investigadores del proyecto, que se ejecutan en la propia plataforma y que se distribuyen a través de ella.

“Estamos colaborando en la elaboración de un mapa de temperaturas superficiales. Aprovechando sobre todo datos ópticos de múltiples satélites, nos muestra anomalías térmicas alrededor de los volcanes”, añade Massimo Musacchio, del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) italiano.

“Al ejecutar nuestro algoritmo de procesamiento, ahorramos tiempo muy valioso, ya que se elimina la necesidad de realizar búsquedas, descargar y procesar los datos manualmente. Además, es posible extraer rápidamente series cronológicas de datos a partir de un único píxel corregistrado para destacar tendencias graduales dentro de un área limitada”, agrega su compañera del INGV Fabrizia Buongiorno.

El segundo servicio, utilizado principalmente tras las erupciones, son los mapas de vigor vegetativo, que permiten evaluar la salud de la flora y los terrenos agrícolas alrededor de los volcanes. Desarrollado por Noveltis en Francia, este servicio se basa en el procesamiento de imágenes ópticas, incluyendo datos de Sentinel-2.

El tercero es la monitorización de cambios de alta resolución, desarrollado por el Centro Aeroespacial Alemán (DLR), que emplea series temporales de imágenes de radar con una resolución de 50 m procedentes de Sentinel-1.

“Las imágenes de radar pueden capturarse por la noche y aunque esté nublado, por lo que suponen una ventaja significativa para la vigilancia —explica Virginie Pinel, del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) francés—. Las variaciones entre imágenes pueden utilizarse para cartografiar depósitos eruptivos, como la lava, y depósitos explosivos, sin que nadie tenga que acceder físicamente al área afectada. Conocer el alcance de los depósitos eruptivos es crucial para evaluar un evento volcánico y los posibles riesgos de deslizamiento posteriores”.