Academia de papel
Pérdidas evitadas
La ciencia es un continuo proceso y sus paradigmas son reemplazados si no consiguen explicar la realidad
The Imperial College of Science, Technology and Medicine, conocido como Imperial College London (ICL), es una de las diez mejores universidades del mundo con destacada reputación internacional por su excelencia en Ciencias, Ingeniería, Medicina y en Administración y Dirección de empresas. Por sus aulas han pasado profesores que obtuvieron Premios Nobel o la Medalla Fields (el más alto honor que un matemático puede recibir que se entrega cada cuatro años).
Creado en 1907, sus alumnos se benefician de una experiencia educativa exigente e inclusiva en todos sus cursos, diseñados para promover la interactividad y el desarrollo de competencias y habilidades básicas mediante el uso de tecnología digital de vanguardia. En sus laboratorios se han conseguido transcendentales avances, en especial en el campo de la salud, como el descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming.
En la actualidad, sus trabajos se centran en combatir el VIH, la meningitis, enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple. Alberga el banco de cerebros más grande del mundo, con más de 300 unidades. En estos momentos, asesora a varios gobiernos sobre crisis del Covid-19. Sus informes hicieron cambiar de criterio al Gobierno británico, al estimar que, de no hacer nada, se superarían las cien mil víctimas en pocos meses.
El pasado 31 de marzo, ICL publicó un estudio sobre los 11 países europeos (Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, Noruega, España, Suecia, Suiza y Reino Unido), con más casos conocidos hasta esa fecha. En nuestro caso, recogía que un sexto de la población española podría contagiarse, cerca de siete millones de personas, la mayoría de las cuales, afortunadamente, no desarrollarán los síntomas.
Destacaba que las medidas de confinamiento adoptadas por el Ejecutivo habrían salvado la vida entre 16.000 y 36.000 personas, resultado de la disminución de la ratio media de contagios provocados por cada infectado, que pasó de 5 personas a menos de 2 personas. La consecuencia directa del confinamiento ha sido reducir el número de víctimas. El informe epidemiológico del ICL es amplio, siendo aconsejable su estudio detallado.
La ciencia es un continuo proceso y sus paradigmas son reemplazados si no consiguen explicar la realidad en el sentido de describir las consecuencias, evaluarlas y plantear su adecuación a los posibles cursos de acción. El adjetivo social de la economía no debe difuminar la racionalidad que implica el proceso científico en su ámbito de actuación.
Gran parte de mi vida profesional se ha desarrollado en el Análisis de Riesgos (posibilidad de obtener pérdidas por parte de las empresas en su ámbito de actuación), en concreto sobre Riesgo-País y Riesgo-Reputacional. Modelo e información son pilares básicos del análisis. Para configurar el primero se han de atender factores como tipo de riesgo a analizar, acontecimientos a tener presente y agentes económicos involucrados.
El modelo elegido deberá adecuarse a los objetivos de la empresa, flexible a incorporar nuevos indicadores o prescindir de los obsoletos, actualizado y factible de adelantarse al futuro, materializarse según estructura y condiciones de la empresa, además de ser lo menos costoso posible. A su vez, la información debe ser: variada, actualizada, exacta, contrastable y facilitar conclusiones.
El analista, en paralelo, considerará: el valor de pronóstico de algunos indicadores (ratios, tasas de crecimiento o índices); la proyección de actitudes pasadas hacia el futuro; la incidencia temporal de la obtención de los datos, y la presencia de factores incuantificables (calidad de la gestión, evolución política, idiosincrasia). Por último, la subjetividad al interpretar el resultado final.
Ningún sistema contable contiene una partida que recoja la evitación de pérdidas, lo que dificulta contar con una referencia para evaluar el buen/mal hacer de los analistas de riesgos. Es evidente el agravio comparativo con sus colegas comerciales, máxime se puedan desglosar por líneas de actuación. Una adecuada valoración de los riesgos implica importantes costes, visibles en las cuentas de resultados.
Resulta complicado convencer a los órganos de dirección que una operación conlleva un alto nivel de riesgo, o sea, elevada posibilidad de pérdida. En este caso, antes de concluir sobre la no realización, el analista tratará de estructurar un esquema de actuación, mediante las correspondientes previsiones o coberturas de seguros. Serían pérdidas evitadas.
Javier de la Nava es profesor de Economía en la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, y analista en la Academia de P@pel
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