Teatro
Alfredo Sanzol: «Sin valentía la sociedad se paraliza»
Galardonado el lunes con el Premio Valle-Inclán y en otoño con el Nacional de Literatura Dramática, regresa hoy con su nuevo trabajo para apostar por un proyecto de futuro.
Galardonado el lunes con el Premio Valle-Inclán y en otoño con el Nacional de Literatura Dramática, regresa hoy con su nuevo trabajo para apostar por un proyecto de futuro.
La cita con Alfredo Sanzol era para envalentonarse por su estreno de hoy en Avilés –y el día 17 en el Pavón Kamikaze de Madrid–, pero la medianoche del lunes al martes cambió parte de los planes: el dramaturgo y director era premiado con el Valle-Inclán por su anterior trabajo, «La ternura», y obligaba, como no, a preguntarle por aquello:
–Parece que ponerse tierno funciona.
–Pues pensé que me estaba poniendo demasiado blandengue, pero la sorpresa fue ver que la ternura es la fortaleza de expresar el amor. Conlleva escucha, aceptación, empatía...
–Cuando presentó la función hace un año dijo que se había empapado de Shakespeare para escribir «casi» como él, pero que si lo suyo era cuero, lo que teníamos en «La ternura» era polipiel. Al final, ha cosido una buena chupa.
–La imitación sirve de inicio, pero se termina convirtiendo en algo súper difícil cuando te arriesgas y te comprometes con el momento que vives.
–¿Qué riesgo tuvo?
–Crear un mundo y unos personajes que tuvieran conflictos que yo mismo reconociera y que me afectasen emocionalmente.
–La obra recién premiada se llamó así «porque habla de la fuerza y la valentía para amar». ¿Existe un hilo conductor con lo nuevo y, anteriormente, con «La respiración»?
–Me gusta que mis obras tengan una unión. Mientras hago una función me suele sobresalir una parte que se queda instalada como una semilla para la siguiente. Aquí lo vi claro cuando se hablaba de valentía porque me tocaba, pero no suelo ser calculador con esto y me dejo llevar.
–¿Ya tenemos la siguiente?
–De momento, no.
–¿Y volveremos a ver a Shakespeare en este estreno?
–Esta vez hay más de las comedias de enredo, del estilo de «Por delante y por detrás».
–¿Qué se puede contar con dos hermanas, una casa y una carretera?
–La historia de Guada (Estefanía de los Santos) y Trini (Inma Cuevas), que han heredado la casa en la que pasaban los veranos cuando eran niñas, pero con el problema de que a cinco metros tienen una carretera. Una quiere vender, pero la otra no porque todo eso es de sus antepasados. Entonces Trini, desesperada, contrata a dos hermanos (Font García y Jesús Barranco) que se dedican a dar sustos a la gente para sacarla de los sitios, y, al mismo tiempo, Guada ha puesto una de las habitaciones en Airbnb para ganar algo de dinero. Y en ésas llegan otros dos hermanos (Natalia Huarte y Francesco Carril) que resultan ser los fantasmas de los que construyeron la casa hace años y vienen a defender su hogar.
–¿Quiénes son sus dos protagonistas?
–Representan las dos opciones ante el conflicto de la obra, que tiene que ver con ser valiente: heredar los valores de los antepasados o crear un mundo independiente al pasado. Ver dónde está la cobardía y la valentía en relación con lo que recibimos.
–Algunas herencias son problemáticas...
–Hay partes buenas y malas. Yo me planteo si lo más importante es crear en un proyecto de vida y luego, si viene bien, usar la herencia para ello. Desde crío vivo en el presente una serie de problemas que tienen que ver con el pasado y, muchas veces, supone más esfuerzo traer el pasado al presente que construir desde el presente un futuro.
–¿Cuáles?
–Problemas históricos del país, sociales, de organización política, económicos... Hecho de menos una visión a largo plazo de la vida. Parece que la actualidad solo quiere mirar hacia atrás. «La valentía» tiene que ver con darnos ánimo para la creación de un proyecto propio de futuro.
–En el dossier viene a decir algo así como que no le entra tanta belleza en el corazón.
–El combustible de la creación es la belleza. Hay que reconocerla, aceptarla y hacerla sitio teniendo que retirar lo viejo. Reestructurar las ideas para dejar hueco a lo que nos gusta.
–Ha hablado de los riesgos que tomó en otras obras, ¿dónde está la valentía de esta pieza?
–En aceptarme hoy. Después de «La ternura», la mente, el ego, la parte de la personalidad que se quiere enganchar al buen resultado de lo conseguido... Y eso es paralizador, nefasto.
–Tiene el listón alto...
–Sí. Pensar que el trabajo o la vida es una progresión resulta muy negativo porque es falso. Estamos en un presente continuo y lo que hemos hecho en el pasado está bien para aprender, pero tenemos que comenzar de cero en cada momento. No queda otra. Con el trabajo artístico pasa igual hay que reconectar con el momento.
–¿Y dónde está la valentía de hacer teatro hoy?
–Cualquier expresión artística la tiene. La dedicación al trabajo, el cuestionamiento, el riesgo, pararte y dar forma a lo que no es visible también lo es.
–Dijo que «una sociedad sin ternura es una sociedad en guerra». Ahora, «una sociedad sin valentía»...
–Está paralizada.
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