Andalucía

Autoepitafio

Mientras los periodistas con oídos en Ferraz escuchan la manida imagen de la «fruta madura» para definir la situación en la que queda la expresidenta de la Junta de Andalucía después de la confirmación judicial de que sus mentores fueron dos corruptos, la interesada se bate en defensa de su sustento con la rabia de quien es consciente de que la única alternativa que tiene a la poltrona es la indigencia. En el sector privado, las posibilidades de que la ciudadana Susana Díaz Pacheco desempeñe algún trabajo remunerado son concreta y exactamente cero, de modo que no quedará centímetro cuadrado de su cuerpo sin arrastrar por el suelo en súplica por un cargo. «Quiero volver a ser candidata. Yo quiero seguir como líder del PSOE andaluz», gimoteó ayer ante uno de sus masajistas mediáticos habituales. Imagino a Pedro Sánchez, hombre veleidoso que sólo es coherente en sus rencores, tomando nota de la desesperación de su enemiga con la sádica satisfacción del gato que juega con el ratón acorralado, y le terminará ofreciendo un destino de cuarta categoría a cambio del abandono incruento de la secretaría general de la federación regional, a pesar de que ha anunciado que se presentará «a los procesos» de primarias «con garra y humildad». Pero «los militantes tienen la palabra» y ella sabe bien cómo se las gastan cuando acuden a votar dentro de una cabinita, sin que nadie les pida cuentas. El presidente en funciones la laminó en 2017, cuando era la estrella rutilante de la socialdemocracia mundial. Ahora, destronada de un feudo juntero que no supo retener tras cuarenta años de incontestables mayorías, no le costará ningún trabajo hacerla fosfatina. «De mí se han escrito muchos epitafios», dijo desafiante sin caer en la cuenta de que sólo es cuestión de tiempo que adquieran plena vigencia.