Andalucía
Otra Marbella por descubrir
La popular Ángeles Muñoz llegó al Ayuntamiento de la ciudad cuando decir el nombre del municipio era decir corrupción. Hoy, esta médica de formación, sigue curando las heridas de un pueblo que lo ha visto todo
Como ocurre con Nueva York, Roma o París, a las que la historia, el cine y la literatura nos han hecho conocidas sus calles, plazas y cuitas, de alguna forma, todos los españoles conocemos Marbella. Durante décadas, hemos asistido a la crónica en directo de esta ciudad que lo tiene todo y ha estado en la cima y en la sima.
Si ponemos un punto de partida a esta crónica, diríamos que la historia moderna de este pueblo empieza en 1954 cuando el príncipe Hohenlohe inauguró el Marbella Club y quiso hacer de él un Hollywood mediterráneo. Fue así como, desde este fecha hasta bien entrados los 80, Michael Caine, Sean Connery, Audrey Hepburn, James Stewart, Omar Shariff, Brigitte Bardot, Grace Kelly, Liz Taylor, Ava Gadner… y un sinfín de nombres del celuloide que no caben en este puñado de líneas encontraron en este municipio, entonces un pueblo pesquero de barquitas en la playa, pasó a tener como vecinos, más o menos habituales cada verano, a las estrellas que ocupaban los neones de las marquesinas y las portadas del «¡Hola!»
Nuestra jet, encabezada por la Duquesa de Alba, Lola Flores, Carlos Goyanes o ese ser excéntrico y caradura que era Jaime de Mora y Aragón, ponían el acento español a esas fiestas interminables regadas con champán y excesos. La inauguración de Puerto Banús en 1971 donde las barquitas quedaron orilladas por yates de esloras interminables hizo de este enclave un sitio único en todo el mundo.
Con los años, la decadencia, ay, llegó como llega el color plata a la cabeza y en esas que ese hombre esdrújulo que fue Jesús Gil y Gil quiso reflotar la marca Marbella edificando y marcando la senda de lo que sería la burbuja urbanística que hemos padecido todos e importando, como reclamo o excusa, un brillo que nunca se pareció al original por mucho que las fiestas y las resacas duraran lo mismo.
Donde Gil y todos los que participaron de aquella época veían glamour, algunos simplemente contemplábamos a horteras y nuevos ricos tan cutres como mezquinos. De las bolsas de basuras repletas de dinero, el salto a la primera línea de la política de ese hombre a un bigote pegado llamado Julián Muñoz, de su lío con Isabel Pantoja, del urdidor de todo que tenía un Miró en su cagadero particular –véase Juan Antonio Roca– o del concejal fugado del PA Carlos Fernández, se ha escrito mucho como para que aburra al lector con semejante turra, ya juzgada y hecha serie de la modita de las plataformas («El Pionero», por cierto, con altas dosis de hagiografía).
Comprenderán que no quiera gastar más líneas en hablar del pasado porque Marbella tiene mucho presente y mucho más futuro. Tomo estas notas después de haberme perdido por el entramado de callecitas donde las buganvillas se desbordan por las fachadas desde la calle Pedraza a la plaza de la Victoria y ahora sentado al delicioso sol de noviembre en un velador en la Plaza de los Naranjos contemplo un trajín de turistas con esa pinta de felicidad perpetua de quien se sabe ya libre de cargas en la vida. A su paso, los locales se cruzan, se saludan y se preguntan por la familia como se sigue haciendo en los pequeños pueblos.
Es en esta plaza desde donde gobierna la ciudad la popular Ángeles Muñoz, una mujer que conoce la ciudad como la palma de su mano. A la alcaldía llegó en 2007 cuando decir Marbella era decir corrupción y, teniendo en cuenta el período de mayo de 2015 a agosto 2017 en que estuvo de alcalde el socialista Antonio Bernal apeado del cargo por la vía de la moción de censura, podemos decir que Muñoz, médica de formación, ha curado a Marbella de la peor de las enfermedades: el descrédito y la mala fama.
Bien está que ya no tenemos estrellas de Hollywood en el Marbella Club sino en las galas veraniegas del Starlite, que el maná que llegaba de la construcción ahora tiene apellidos rusos o de jeques árabes y que toda la Costa del Sol debe hacer frente a las mafias que tiene esta zona como base de operaciones, pero no es menos cierto que Marbella está apostando por abrirse camino con nuevos reclamos. Y es hora de reivindicarlos. Desde esta terraza amable y cálida, leo sobre los éxitos que acumula el restaurante Lobito de mar de Dani García, sobre la instalación de cámaras en las calles –en sitios estratégicos– para garantizar la seguridad y facilitar la labor de la Policía como una suerte de laboratorio de videovigilancia pionero en toda España y también me llega que más de 400 periodistas de todo el mundo han estado en Marbella invitados por Mercedes Benz o que el Ayuntamiento va a destinar más de 2,5 millones a campos de fútbol y pistas para los chavales… Son algunos de los titulares que hoy arroja una ciudad que conocemos pero a la que ahora le toca que la descubramos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar