Andalucía

KATARZYNA JEST W MOIM DOMU

Concentración en Plaza Nueva (Sevilla) contra la sentencia a Juana Rivas
Concentración en Plaza Nueva (Sevilla) contra la sentencia a Juana Rivaslarazon

A estas alturas, nadie ignora quién es Alberto Encinas, padre de Olivia, un mallorquín corajudo e inasequible al desaliento que acaba de recuperar el contacto con su hija de 11 años, a la que no veía desde que tenía 3. El teniente Palomo y el cabo Briceño, de la Guardia Civil, han sido sus últimos compañeros de aventura y se han quejado por las trabas que las autoridades y la policía de Polonia, donde la criatura permanecía sustraída por la madre, han puesto para el cumplimiento de los dictámenes judiciales españoles y polacos que le concedían su custodia. Katarzyna Hlond, que así se llama la despreciable secuestradora, se la llevó de vacaciones en 2011 y hasta hoy. Asistida por un periodismo malnacido que le ponía el altavoz para que esparciera unas acusaciones de maltrato que varias sentencias han desacreditado como mendaces de toda falsedad, la felona ha esquivado a su ex pareja gracias a una red mafiosa (¿Paqui de Cracovia?) que le ha facilitado constantes cambios de domicilio y la ha financiado. Diríase que el caso recuerda al de cierto padre italiano difamado y torturado por cierta delincuente granadina cuyo desquiciamiento agravaron los pésimos consejos, preñados de odio y afán de protagonismo, de cierta analfabeta enchufada por su militancia socialista en la industria del mujerismo. Pero no consta, alabada sea la Virgen Negra de Czestochowa, que el primer ministro polaco ni la presidenta de la Junta de Silesia ni el alcalde de Katowice hayan posado en fila delante de las cámaras para burlarse del juez diciendo, Fuenteovejuna de polichinela, eso de «Katarzyna está en mi casa». Se conoce que la clase política de allí conserva todavía un mínimo de pudor. Olivia está feliz con su padre, que es con quien deben estar los niños cuando sus madres son carne de penitenciaría.