Andalucía

De saldo

Enero es un mes en el que tradicionalmente los comercios ofrecen rebajas, aunque ya hay ofertas durante todo el año
Enero es un mes en el que tradicionalmente los comercios ofrecen rebajas, aunque ya hay ofertas durante todo el añoManuel Olmedo

Hace años, por estas fechas, los comercios hacían su agosto. Los grandes letreros y luminosos anunciando rebajas en los escaparates de tiendas y grandes almacenes animaban al personal a gastar todo aquello que no hubiera ya dilapidado durante estos larguísimos días de Navidad entre regalos de Reyes, reuniones de amigos y familiares y esa cosa ignominiosa que se ha puesto tan de moda que son las cenas de empresa. Me pregunto si es necesario compartir mantel con el jefe al que le deseas todo el cadmio que existe en el Atlántico en la cabeza de gamba que tiene entre las manos.

Cadmio aparte, como bien sabemos, todo esto ha cambiado y ahora las rebajas son tan frecuentes como los cambios de opinión del investido Presidente Sánchez. A propósito de esto, el representante de los comerciantes de Sevilla ha declarado que «no es normal que las rebajas y los periodos de descuentos no estén regularizados» para añadir después, tajante, que alguien debe poner orden «en esta anarquía». Ha venido a decir que en este país estamos de saldo perpetuo.

No imagino una metáfora mejor de en lo que nos hemos convertido: un país rebajado en su dignidad en el que a los ciudadanos nos degradan, como si fuéramos productos con taras con valor el 10-N pero no ahora, a categoría de meros espectadores de la bochornosa venta de este país que el sanchismo ha hecho a independentistas y filoetarras.

Mientras espero pacientemente el castigo que supone guardar cola en el departamento de Devoluciones y Atención al Cliente en el comercio que el amigo Isidoro Álvarez mandó a levantar en la plaza del Duque derribando para siempre –no de nuestra memoria– los palacios de Sánchez Dalp y de los Marqueses de Palomares, fabulo con una Adriana Lastra pregonando a durante la negociación para la investidura desde su puesto del mercadillo: «¡Secesionistas, independentistas y separatistas, aquí tenéis baratito el respeto a la Constitución y a la independencia judicial, que me lo quitan de las manos!».

Comprenderán que rebaje a Lastra a mercachifle y a esta negociación a puro regateo donde también la palabra dada por Sánchez tiene el mismo valor que un manojo de perejil. Lejos está esta negociación de parecerse a la transacción seria de un comercio que respeta a sus clientes y expone claramente el precio original del producto y el precio final que hemos de pagar. Porque a estas alturas de la Legislatura no sabemos a cambio de qué nos ha vendido esta gente.

Tengo todavía por delante a dos personas más, por tanto, el tiempo suficiente para seguir fabulando y pensando en este artículo que ahora leen.

Me imagino a Rufián y compañía como esas señoras que se acercan raudas al puesto del mercadillo miran por todos los ángulos posibles la prenda, comprueban el género y se separan muy dignas esperando una nueva rebaja del precio. Siempre he odiado el regateo, sobre todo lo mucho que dice del poco valor que, como productor o comerciante, le damos a nuestros productos. Tal es la concepción de Sánchez por nuestra democracia. Regatear consensos y equilibrios territoriales.

Ya sólo tengo una persona por delante. ¡Bien!, me digo, mientras escucho comentar a la pareja de detrás que habrá cuatro vicepresidencias. «Está en Twitter, una es Calvo, otra Calviño y otra es Teresa Ribera, la del Clima», le explica ella a él con un tono más de Ana Pastor que de Blanco. «Deben estar de saldo los muebles de oficina y la piel de Ubrique con la que se fabrican las carteras ministeriales», bromeo en mis pensamientos. «Ah, no –me digo– es un nuevo ardid de Pedro». Ese presidente en permanente liquidación moral que sufrimos ha encontrado así la manera de depreciar el peso ejecutivo de los de Podemos en el Consejo de Ministros. Ministros, por otra parte, que deberán regirse bajo un protocolo de coordinación que les conmina a guardar las formas y prometerse lealtad. Que es como si rebajamos a los miembros del próximo Ejecutivo a simples infantes que se pelean por coger el balón (el relato público de la acción de Gobierno) en el patio de este colegio llamado España. Según ha trascendido, Pablo Iglesias no sabía que iba a tener de compañeras a tres vicepresidentas más y tendrá, de aquí en adelante, que competir en protagonismo y en cariño del jefe con estas tres mujeres. ¿Cabe una falta de lealtad mayor a quien te acaba de facilitar llegar al Palacio de la Moncloa? Definitivamente, Pedro I El Guapo tiene de saldo no sólo la palabra sino el concepto mismo de lo que representa el cargo del Presidente del Gobierno, que es mucho más que subirse al Falcón, aunque piense en su ignorancia que el barril de petróleo va a la baja.

Ya me toca.

–Hola, buenos días. Vengo a devolver España.