Coronavirus

La nada entre las fases

“La desescalada mal entendida rescata el sentimiento cainita que todo español de bien lleva dentro. No soportamos a nuestro vecino aunque le sonriamos en la escalera”

Ilustraciones del Covid-19
Una bola del mundo con una mascarilla quirúrgica, Foto de Oscar J.BarrosoÓscar J.BarrosoEuropa Press

Vivir en semilibertad crea muchas expectativas. Cuando Mario Conde saltaba a la comba en la cárcel siempre tuvo en mente aquel principio que le permitía llevarse bien con lo inevitable y ser amigo de lo que no soportaba. Casi dos meses de arresto domiciliario dan para un poco menos, pero nos permiten lanzar alguna caña a nuestro abismo con el fin de tratar de comprender un poco mejor cómo somos. De buenas a primeras, el yoga y la cultura zen desarrollan el mundo interior que el Covid-19 desbloqueó. Ni las barricadas, ni las camisetas del Ché, tampoco las canciones de Silvio Rodríguez tuvieron éxito, quedarnos frente a nosotros sí. El virus lo ha logrado gracias a unas horas en casa que se aliñan con los mejores deseos para cambiar el mundo hasta transformar nuestra forma de entender de qué va todo esto, pero la realidad ya se ha posado sobre los hombros y volvemos a la calle para volver a ser lo que fuimos. Es decir, a ser los de siempre. La desescalada mal entendida rescata el sentimiento cainita que todo español de bien lleva dentro. No soportamos a nuestro vecino aunque le sonriamos en la escalera. Por eso el mapa actual de España, los que “promocionan” y los que no, tampoco gusta a quienes son incapaces de gustarle nada. Creo que me voy a explicar si digo que cuando pase la ola tendremos tiempo de ajustar las cuentas con quienes haya que hacerlo en lugar de jugar, una vez más, a la política de corto alcance para arañar seguidores, parece que la cosa va ya de “me gusta” y de “clicks” en una red social. El mapa que nos ha presentado no disgusta mientras no nos jode y establece eso de la España a dos velocidades que tanto juego ha dado a nivel europeo. ¡Impaciente! Cada cual tiene unos minutos de gloria por decir la última palabra en una discusión, sonreír satisfecho y darse las mejores ínfulas, pero sabemos que la gravedad es mucho mayor y que hay que esperar unos cuantos días más para la nueva “normalidad”. De momento, Andalucía se ha mostrado ejemplar en la gestión de la crisis y en el “todos a una”, pese a tener que tragar con ruedas de molinos. Ahora el frenazo a Málaga y Granada pondrá la nota agria unos cuantos días más. Este abismo al que nos asomamos logra que los egos disminuyan a velocidades de vértigo, ayuda a expresar que no somos nada, que aún no sabemos de qué va esta vaina que frente a dos micrófonos nos cuentan cada cierto tiempo un poco antes de la hora de comer.