"De ésta se sale"

El engaño eléctrico

“La cuestión es que seguimos teniendo una de las facturas eléctricas más caras de Europa”

Una persona lee la factura de la luz frente a los contadores
Una persona lee la factura de la luz frente a los contadoresJesus G. FeriaLa Razón

El precio de la luz o, más rigurosamente, de la electricidad es tan socialmente sensible como compleja de explicar la manera en la que se determina. Esta dificultad es el marco perfecto para conducir a la opinión pública hacia lugares comunes poco rigurosos aunque complacientes.

Intentemos evitar esos lugares comunes y rebajar al mismo tiempo la complejidad que rodea al funcionamiento del mercado eléctrico español. Para ello lo primero es entender que el suministro eléctrico tiene un coste diferente dependiendo de la tecnología con que se genere. Para simplificar, las centrales de energía renovable y nucleares (aunque por razones diferentes) generan electricidad al menor coste mientras que las más caras son las centrales de ciclo combinado más obsoletas, las hidráulicas de bombeo y las que utilizan el fuelóleo como combustible.

Con la intención de minimizar el precio de la electricidad, el sistema establece que las diferentes plantas generadoras guardan un orden de prioridad hasta entrar a suministrar efectivamente sus kilovatios. No siempre entran todas. Es como si se tratase de un banquillo de jugadores en el que todos están calentando, pero se van llamando por orden inverso a su precio. El jugador más caro sólo entra a jugar si los anteriores no lograron dominar el partido. Si no es necesario no entra.

Curiosamente, y esto es clave, el último jugador en entrar establece el precio a cobrar por el partido tanto suyo como de los demás. Esto es lo que se llama un mercado marginalista. De alguna forma los jugadores menos cotizados se ven beneficiados si entra a jugar el más valioso, pues todos cobrarán el mismo precio. Es el entrenador el que intenta ganar el partido pero sin que el precio se le vaya de las manos.

En invierno los “partidos eléctricos” se complican, el frio requiere emplearse a fondo, los paneles solares están cubiertos por la nieve y hay pocas horas de sol y, para colmo, si el viento no sopla, el jugador “eólico” apenas aporta.

Cuando el partido se complica, el entrenador comienza a mirar de reojo a sus recursos más caros y se hace cábalas de coste.

Ahora es cuando vienen las novedades que nos ayudan a explicar por qué el precio máximo llegó a los 114 euros por megavatio/hora (MWh), que es el más alto desde 2010 cuando se marcaron 145 euros/MWh. En primer lugar, las grandes plantas hidroeléctricas volvieron a ofrecer por debajo de su capacidad productiva. Podría argumentarse que las reservas de los embalses estaban al 90% de la existente en la misma semana de 2020 o al 87% de la media de los últimos 10 años. Pero es siempre el mismo comportamiento desde hace años, es decir, una electricidad relativamente barata se mantiene por debajo de su capacidad productiva permitiendo que el precio se dispare. Esta situación he tenido oportunidad de exponerla recientemente en la revista científica “Energy Policy” junto a mis colegas Rocío Román, María José Colinet y Victor Dugo.

En segundo lugar, Argelia -principal suministrador de gas natural de España- ha reducido su suministro provocando que el precio se dispare en nuestra nación y en Portugal, marcando unos niveles muy por encima de los registrados en otros países.

Los precios en el principal mercado de gas en Europa, el TTF de Países Bajos cotiza a unos 17 euros/MWh. En España, el precio se ha disparado hasta los 51,55 euros/MWh, es decir, se dispara el precio del combustible que usan las plantas de ciclos combinados que también son de las últimas en salir del banquillo por su elevado coste. La cuestión aquí es responder a la pregunta de por qué la empresa estatal de gas argelino ha reducido el suministro a España. Pues bien, es muy difícil no llevar la mente a la posibilidad de que esté reorientando su producción al mercado asiático donde el gas natural liquado que transportan los barcos gaseros se ha disparado hasta los 60 euros/MWh. Si esto se confirma, España debe cambiar su cartera de suministradores de gas después de haberse invertido cientos de millones de euros en la construcción del gasoducto Megdaz.

Por último, la electricidad suministrada por las plantas hidráulicas de bombeo también ha ayudado a escalar el precio. Hasta cinco horas seguidas estuvieron contribuyendo a marcar el precio del mercado mayorista, según detalla el analista Francisco Valverde.

El invierno no ha disparado el precio de la electricidad sólo en España, también en otros países. Ramón Roca, otro de los mejores expertos en España lo ha explicado pormenorizadamente en elperiodicodelaenergia. La cuestión es que seguimos teniendo una de las facturas eléctricas más caras de Europa, pero cuando destaca de entre las noticias, nos quieren convencer de que todo se reduce a la maldad de las empresas generadoras y a la incompetencia del Gobierno de turno. No es así.