"De ésta salimos"

¿Qué esperan España y Andalucía del arancel norteamericano?

«Se necesita resolver la escasa presencia en puestos relevantes en instituciones internacionales y el ocasional uso de esos puestos en contra de los intereses nacionales»

La aceituna de mesa
La aceituna de mesaLa RazónLa Razón

Hay fundadas expectativas de cambio en la relaciones comerciales entre EE UU y la UE; cambios que deberían impactar en sectores claves de la economía andaluza. Efectivamente, la Organización Mundial del Comercio –OMC– ha fallado a favor de la institución comunitaria en su denuncia de las ayudas no permitidas con las que la Administración norteamericana apoyó a la empresa Boeing. El fallo de la OMC autoriza a la UE a establecer aranceles por un valor máximo de 4.000 millones de dólares. Esto da a la UE una posición negociadora notable.

A lo anterior hay que sumar el nombramiento de Gina Raimondo como nueva Secretaria de Comercio de la administración de Biden. Raimondo tiene un perfil no estrictamente técnico como ocurre con Janet Yellen; la nueva Secretaria del Tesoro y ex gobernadora de la Reserva Federal (el banco central de los EE UU). La responsable de las relaciones comerciales estadounidense también tiene un perfil político como avala haber sido gobernadora del Estado de Rhode Island. En definitiva un perfil que puede ajustarse bien a un proceso de posible reversión de las medidas proteccionistas de Donald Trump que impuso unos aranceles del 25% a una lista de productos sensibles a la economía andaluza como el aceite de oliva, la aceituna de mesa y el vino junto a otros de menor presencia regional como las conservas vegetales, los quesos y las frutas. Lo hizo en respuesta a las ayudas de la UE al consorcio Airbus.

Para que España pueda beneficiarse de esta coyuntura rebajando el arancel de Trump –eliminarlo completamente es un escenario poco probable– necesita resolver un problema de calado y de solución no inmediata; la escasa presencia en puestos relevantes en instituciones internacionales y el ocasional uso de esos puestos en contra (sic) de los intereses nacionales. El problema se conoce poco porque apenas trasciende más allá de la comunidad diplomática; una comunidad de profesionales y servidores públicos muy reducida que, además, es extremadamente discreta.

La realidad es que a pesar de pagar las cuotas que le corresponden en las instituciones internacionales –como la propia OMC– y de tener un peso importante como socio, España no ocupa con representantes propios los puestos de mayor influencia con la misma eficacia que hacen otras potencias internacionales. Puede que esto ayude a entender que en el conflicto del aceite de oliva con EE UU la mayor parte de las sanciones han sido impuestas a España y apenas a Italia. Sin duda es un resultado inexplicable conociendo la profesionalidad del sector del aceite español. Aún hay otra debilidad mayor en el sector diplomático español. Me refiero a que muchos representantes en puestos claves de la UE son independentistas confesos y utilizan su influencia en favor de la causa secesionista. Hasta tal punto es así que una carta firmada por altos funcionarios independentistas dirigidas al anterior presidente de la Comisión Europea estuvo a punto de provocar una declaración institucional ofreciéndose a mediar tras el referéndum ilegal del 1 de Octubre de 2017. Quien paró ese movimiento no fue la diplomacia española sino otra carta –con muchas más adhesiones– de funcionarios españoles en sentido contrario. Es de justicia recordar también el trabajo que hizo el comisario europeo Arias Cañete.

Los españoles no valoramos la importancia que tiene ni nuestra imagen exterior ni el hacerse respetar con nuestros socios internacionales. Tampoco las empresas que trabajan en el sector exterior han sido capaces de trasladar ni a la opinión pública ni a la Administración la necesidad de fortalecer nuestra imagen a pesar de que en ello nos va buena parte del progreso y bienestar. Al inicio de la legislatura del presidente Moreno Bonilla, Vox introdujo una enmienda en los presupuestos de la Junta de Andalucía para que la Agencia Extenda estableciese un vínculo de colaboración con la entonces Secretaría de Estado de la Marca España. Me temo que el cumplimiento de este acuerdo tuvo poco recorrido pero puedo equivocarme.

Con todo, no hay que perder la perspectiva. El principal motor económico cotidiano es la demanda interna. El sector exterior es un sector económico muy importante, pero la demanda interna es la determinante. De la misma forma que cuando se lesiona la reputación exterior española se resiente la capacidad exportadora de las empresas, cuando se desprecia al resto de España, los consumidores responden de forma natural. De otra manera no se explica que aún hoy, más de tres años después del intento de golpe de Estado del secesionismo catalán, la fuga de empresas desde Cataluña a otras regiones españolas, principalmente Madrid, siga siendo una realidad.

Volviendo al sector exterior, España y el resto de socios comunitarios debemos aprovechar la oportunidad de mejorar las relaciones comerciales con EE UU. No será fácil pues registran un déficit comercial con Europa de 170.000 millones de dólares y el desarme arancelario no parece que lo vaya a mitigar. Todo lo contrario. Más importante aún será llevar a los representantes españoles hasta el mayor número de puestos decisorios en los organismos internacionales siempre, naturalmente, que estén dispuestos a representar a nuestra Nación digna y lealmente.