"Méritos e infamias"

Pazguatos y memos

“Criados en las faldas de mamá, salieron básicamente a exigir la puesta en libertad de un tipo cuyo ideario se centra exclusivamente en cercenar la voluntad de los contrarios”

Varios miembros de la Policía Nacional vigilan a los cientos de personas que han participado en una movilización en apoyo al rapero Pablo Hasél en Málaga
Varios miembros de la Policía Nacional vigilan a los cientos de personas que han participado en una movilización en apoyo al rapero Pablo Hasél en MálagaDaniel PérezEFE

Meter en la cárcel al rapero boñiga sacó a la calle a miles de vainas para reivindicar su puesta en libertad. Aquí en Andalucía, propicia en muchos frutos y manjares selectos, también tenemos nuestra buena reserva de esta especie humana. Qué la vemos a hacer, en cada casa hay un cuadro ladeado y un puñado de memos hizo el ridículo alentado desde la vicepresidencia del Gobierno. La broma no es gratuita y los destrozos los pagaremos de nuestro bolsillo usted y yo, que estábamos en casa mientras la «harka» quemaba contenedores y lanzaba piedras contra la Policía para tratar de contravenir el dictamen de los jueces. Es amenazador que desde el Gobierno se ofrezca cobertura a este tipo de reivindicaciones, fracturando aún más a un Ejecutivo que tiene la obligación de trabajar y velar por todos los españoles, no sólo por los que piensan que vitorear a los etarras o cagarse en el Jefe del Estado sin sufrir las consecuencias judiciales significa mejoras en la calidad democrática de un país. Criados en las faldas de mamá, salieron básicamente a exigir la puesta en libertad de un tipo cuyo ideario se centra exclusivamente en cercenar la voluntad de los contrarios y en no respetar la diversidad de las ideas ajenas, por decirlo de una manera suave. Estos «mamaostias» durarían medio asalto en las bolivarianas calles de Caracas o La Habana, modelos políticos defendidos por los seguidores de Iglesias y Echenique. Personajes que no dedican un segundo a las verdaderas necesidades de los «hijos de los trabajadores», sintagma habitual en las consignas pazguatas de la postadolescencia, convertidos en tontos que queman contenedores y rompen escaparates amparados por el elevado paro juvenil que sufren pero viviendo en casa al calor del sueldo paterno. Esto no es ni Nietzsche, ni Kerouac, esto no era el nihilismo. Lo bueno, es que esto se cura con la edad, se lo puedo asegurar.