"Méritos e infamias"
Brenan actual
“Los diarios polvorientos, además de la pobreza y el atraso que sufría el país, describen maravillosamente bien cómo la inquina y el cainismo mantienen, como columnas, nuestro andamiaje moral”
Entré en el laberinto de Gerald Brenan, de nuevo, ojeando sus libros y cuadernos en la casa que poseyó en Churriana. Siempre con la mano animada y acertada de Alfredo Taján, la apariencia del autor de «La faz de España» es pertinente, muy actual. Desde el mirador se ven cercanos los montes de Málaga, se presiente el mar y el jardín atribulado, boscoso y lleno de maleza describe levemente el esplendor que debió tener en tiempos de Don Gerardo y Gamen Woolsey. Ambos pero cada uno por su lado, trenzaban alianzas y recibían a sus amigos, más o menos famosos, más o menos interesantes, logrando una suerte de juego de espejos con lo que sucedía con los Bowles en Tánger. Debe dar mucho más de sí esta Casa Gerald Brenan y bastante más deben aportar las administraciones responsables de un equipamiento y un legado por el que se pirrarían en las tierras de nuestros queridos turistas que no llegan. En cualquier caso, el mejor homenaje que se le puede hacer a un escritor es volver a sus libros y quizás «La faz de España», que editó casi antes del desastre de muerte, mascarillas y virus Renacimiento, sirva para volver a los grandes problemas que nutren la desazón entre los españoles. Escrito a la vuelta de Brenan en plena postguerra, estos diarios polvorientos, además de la pobreza y el atraso que sufría el país, describen maravillosamente bien cómo la inquina y el cainismo mantienen, como columnas, nuestro andamiaje moral. Ni el peso de los muertos de la pandemia consigue aniquilar nuestro afán por controlar y mandar sobre la pequeña parcela de poder, sobre nuestro mínimo reino de taifa donde nos sentimos tan cómodos, pero en realidad tan míseros. Este afán tan español, lo volví a encontrar intacto en el libro que vivió y escribió Brenan hace setenta años.
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