Agricultura

La despensa de Europa resiste al asedio

La agricultura intensiva afronta la reforma laboral bajo la amenaza de la competencia con Marruecos o el aumento de costes

Un invernadero almeriense, icónico modelo de la agricultura de la provincia
Un invernadero almeriense, icónico modelo de la agricultura de la provinciaLa RazónLa Razón

Estabilidad. Es la eterna reivindicación del sector agrícola almeriense y una pretensión difícil de conjugar en las últimas décadas, en las que los bajos precios y el aumento de los insumos han sido la nota predominante. Con el inicio de año y en plena sexta ola de la pandemia, la denominada «huerta de Europa» sigue sacando la calculadora y buscando recursos para consolidar la resistencia de un modelo hostigado por los desafíos. «Lo que el sector necesita es una reestructuración y medidas para poder paliar todo lo que se avecina». Desde la patronal agraria ASAJA, su secretaria general en Almería, Adoración Blanque, refiere cambios drásticos, nuevas dificultades que se añaden a las ya endémicas y para las que el sector pide medidas estructurales. Las mismas que han demostrado no ser tan rápidas como debieran: «medidas legislativas, fiscales y laborales que demuestren que es un sector estratégico y que tanto las administraciones como los productores y comercializadores no estamos dispuestos a dejar caer».

Entre esos cambios está la reforma laboral, que eliminará los contratos temporales, predominantes en el sector primario por su discontinuidad. Preocupa que el Gobierno central finalmente no tenga en cuenta las particularidades del sector. «Nos provocará un encarecimiento, un coste agregado más, al no estimar la duración de las campañas y haciendo más caro el despido al empresario por no tener la figura de empleado temporal», explica Blanque. Pero no sólo la patronal del campo hace esta consideración, también sindicatos agrarios como UPA y COAG entienden que no se ha particularizado en la realidad del sector primario. Además, porque no se ha negociado con ellos en absoluto: «El contrato por obra y servicio debe tener cabida. Pedimos una aplicación específica, una excepcionalidad que respete el actual modelo de contrato por jornadas reales. Independientemente que sean contratos fijos discontinuos o contratos temporales», señala el secretario provincial de COAG, Andrés Góngora, quien remarca que el de la agricultura intensiva «es el modelo laboral más social que existe».

Y es que nuevos costes pueden ser la puntilla para un sector que lucha por la supervivencia. Pese a los nuevos récords de exportación que, según palabras de Aránzazu Martín, delegada de la Consejería de Agricultura en Almería, ya suponen «más de un 26% del total exportador agroalimentario, con un 4% de aumento respecto al año anterior», la hucha de los agricultores está cada vez más vacía.

En su balance anual, la organización agraria COAG ponía el énfasis en la subida de los costes de producción y en el descenso de la renta agraria. Al aumento de los derivados del petróleo se añade el encarecimiento de los de los suministros y, ahora, los relacionados con el coste energético. Esta subida interanual de un 30% en los costes eleva ya el gasto en consumos al 13% y se traduce en un descenso de hasta el 6% de la rentabilidad del agricultor. Datos que recuerdan por qué el sector mantiene un calendario de movilizaciones y lanzando un SOS rural: «Tenemos incertidumbres claras respecto a la fijación del precio», dice al respecto Andrés Góngora. «La Ley de la Cadena Alimentaria debe aplicarse en Almería y ver cómo se hacen esos contratos para estabilizar los precios. Que se trabaje de forma más cierta y sin derrumbes en el precio».

Sin duda, entre las esperanzas del modelo Almería está ahondar en la aplicación de esa Ley que contempla el valor de los costes para que no se pueda vender por debajo de ellos. También unificar criterios para otro hito reciente: la aprobación en el Parlamento andaluz del decreto de simplificación administrativa. Se espera que la medida pueda suponer, una vez que se implemente por completo, «la retirada de las segundas categorías en frutas y hortalizas y la posibilidad de controlar esa retirada», como explicó Carmen Crespo, consejera de Agricultura.

Pero si un anhelo es la estabilidad de los precios, la comercialización hortofrutícola señala otro reto que se relaciona con la imagen, con la marca. Se quieren comunicar las bonanzas del consumo de frutas y hortalizas de Almería y hacerlo también desde el marketing internacional. No han sido pocos los ataques exteriores al modelo de la agricultura intensiva, auspiciado por competidores terceros que, paradójicamente, encuentran ahora en Marruecos un nuevo lugar donde comprar a buen precio. Luis Miguel Fernández, presidente del Consejo Sectorial de Frutas y Hortalizas de Cooperativas Agro-alimentarias (Coexphal) explicó en «Más de Uno Agricultura» de Onda Cero que «el agricultor lleva décadas haciendo los deberes, ha innovado y ha mejorado la seguridad alimentaria».

Pero el futuro del campo almeriense no pasa únicamente por sumar atributos a la marca de su horticultura entre la ciudadanía europea, sino también a que su producción sea considerada como la de un miembro comunitario. Los recortes de la PAC y la constante vulneración de los cupos de importaciones de países terceros hacen difícil que el sector se sienta defendido o valorado por Bruselas. «Que esa sentencia del Tribunal Superior Justicia de la Unión Europea que declara que los acuerdos de asociación con Marruecos son ilegales se pueda cumplir», refiere Francisca Iglesias, responsable provincial de la Unión de Pequeños agricultores. Más de 500.000 toneladas de verduras marroquíes han llegado a nuestro continente este año, a pesar de los cupos y las sentencias por el conflicto del Sáhara. Y, además, la UE ya ha recurrido la sentencia.