
Entrevista
Manuel Martín Nieto: «Siempre siento que el Señor es el que guía mis manos»
El imaginero de Morón de la Frontera asegura que su profesión es “una forma de hacer rezar” que no se entiende sin la fe en Dios

La imaginería religiosa está fuertemente arraigada en Andalucía desde hace más de seis siglos. La escuela andaluza de los siglos XVII y XVIII cuenta con importantes autores como Juan de Mesa, Martínez Montañés, Alonso Cano o Fernando Ortiz. Sin embargo, en la actualidad, esta profesión sigue más intacta que nunca gracias a la devoción de los fieles y el trabajo de importantes escultores. Es el caso de Manuel Martín Nieto, un imaginero neobarroco naturalista de Morón de la Frontera (Sevilla) que ha realizado reconocidas obras como el nuevo Crucificado de la Hermandad de los Panaderos y el Cristo de la Misericordia del barrio de los Pajaritos (Sevilla); el Ecce Homo para la Hermandad de Puerto Real y el Señor del Perdón de Chiclana (Cádiz); o, entre otras, Nuestro Padre Jesús de los Afligidos de la Hermandad de la Sagrada Presentación al Pueblo (Córdoba). Además, cuenta con obras en diferentes puntos de España y América Latina y también realiza esculturas profanas como la reciente estatua de Joselito el Gallo situada en la Basílica de la Macarena de Sevilla.
En un contexto tan convulso como el que vivimos actualmente en el ámbito religioso, cultural y social, ¿por qué la devoción hacia las imágenes sigue guiando a miles de personas en toda Andalucía?
El ser humano siempre ha necesitado ver para creer. A través de las imágenes religiosas las personas pueden ponerle rostro al Señor y a la Virgen y así entrar en oración y en ese diálogo directo con la fe, el arte y la religiosidad popular que vivimos especialmente en Andalucía. Creo que, después de dos años, la fe sigue intacta en Andalucía y cofradías retoman este año con más participación.
Supongo que para ser imaginero se necesita algo más que saber esculpir. Se necesita tener fe y devoción.
No sería capaz de hacer lo que hago sin la fe. Creo que los artistas necesitan sentir lo que están haciendo para poder expresar bien su obra. En mi caso, creo que tengo bastantes conocimientos artísticos sobre la obra escultórica religiosa como la proporción, la composición, la anatomía o la policromía. Pero hay algo muy importante, la unción: eso que debe transmitir la imagen al fiel para que le evoque poder rezar, contemplarla y mirarla. La única manera de conseguirlo es teniendo una fe profunda y, en mi caso, siempre siento que es el señor el que guía mis manos.
¿Cuánto del alma del imaginero reside en la imagen?
Lo que reside es lo que te da Dios en el alma para que, a través de las manos, se transmita en la obra. Esa comunión entre el artista y el Señor es lo que se transmite en la obra. Es algo que no se puede impartir o enseñar en clase. Eso es un sentimiento que llevas ahí, que recorre tus venas y que se desarrolla con la mente y las manos. Es una forma de hacer rezar. Es algo muy difícil de explicar.
¿Con qué momento se quedaría del proceso de creación? ¿Por qué?
Para mi, el proceso más importante es el de modelar en barrio porque es el momento en el que buscas la expresión, la composición y el movimiento. En el primer estudio en barro es donde creo la obra y aunque la talla en madera tiene un valor extraordinario, en su elaboración me voy guiando del modelo de barro.
¿Qué canon sigue la imaginería andaluza actual?
En general, la vertiente es una escultura neobarroca, algunos más centrados en el clasicismo. En mi caso, es una vertiente neobarroca naturalista con mucha influencia italiana de Miguel Ángel, Bernini y esos grandes escultores. También utilizo muchos matices de lo italiano en mi obra: el ropaje, el pelo, la barba… En general, entramos dentro de lo clásico, pero cada autor tiene su vertiente personal. Cada uno aporta su propio sello. Me preocupo mucho por variar las expresiones entre las diferentes obras. Me preocupa que las expresiones sean distintas. No es fácil porque cuando gusta una tendencia, aplicar otros rasgos morfológicos es complicado. Sin embargo, eso es lo que me motiva.
¿Martínez Montañés o Juan de Mesa?
Creo que ambos son dos grandes genios que todos tenemos como referentes, pero me quedo con Juan de Mesa. Busca no repetirse en sus obras y le da una identidad diferente a cada una de ellas. Por ejemplo, aunque haya un estilo muy claro, existe una diferencia abismal entre el Cristo del Amor, el Cristo de los Estudiantes, el Crucificado de la Conversión del Buen Ladrón o el Gran Poder.
Al hilo de la anterior pregunta, nuestro legado artístico pone de manifiesto un gran nivel a partir del siglo XVI en Sevilla (y en toda Andalucía: escuela granadina, escuela cordobesa…). ¿Cómo se hace hueco un imaginero en un contexto tan rico?
Un imaginero se hace hueco estudiando, trabajando, formándose y aprendiendo mucho de todos los estilos: desde el renacer de la escultura religiosa hasta la actualidad. Debe trabajar con mucha disciplina y mucha humildad y centrarse en la obra en la que trabaja. Hay que dar el máximo, desde que la piensas en barro hasta que la tallas. Esta profesión no entiende de ocho horas ni de sábados y domingos. Esto es pura vocación.
¿Tiene devoción hacía alguna talla que haya realizado?
Especialmente tengo devoción por Nuestro Padre de la Salud y el Perdón de Morón de la Frontera, que sale el Viernes de Dolores y es una agrupación que casi he fundado hace 14 años, y por la Virgen de los Ángeles y el Cristo de la Agonía en el huerto, ambos también de Morón de la Frontera. A todas las demás les tengo un cariño enorme y me encomiendo a ellas muchas veces, pero al tenerlas más lejos tengo menos acceso.
¿Siente más responsabilidad cuando restaura una imagen o cuando la realiza de cero?
En ambos casos. Cuando realizas la obra desde cero tienes la responsabilidad de que sea certera y rotunda con los fieles y cuando la restauras tienes el compromiso de dejar la obra perfectamente restaurada, consolidada y reintegrada, pero que a la vez no pierda la esencia que esos devotos le tienen desde hace años e incluso siglos. La responsabilidad siempre está latente.
Después de dos años sin procesiones, los pronósticos meteorológicos no son muy halagüeños. ¿Deben ser las hermandades más indulgentes en caso de lluvia?
Aunque llevemos dos años sin poder salir a la calle, creo que tiene que prevalecer la cordura y la sensatez y tener en cuenta que son obras de arte de madera que no deben exponerse en caso de lluvia. Creo que debe prevalecer siempre el patrimonio humano y artístico. Sin lugar a duda, la sensación que queda cuando cae una tromba de agua en la calle tras haber dado el paso es mucho peor que la de no salir.
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