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Cultura

Máximo Huerta desvela sus secretos para el Premio Fernando Lara

El autor valenciano se alzó con la XXVII edición del prestigioso galardón de las letras hispánicas entregado en el Alcázar de Sevilla con la obra «Adiós, pequeño»

Máximo Huerta se alzó con la XXVII edición del Premio Fernando Lara de Novela. El galardón se conoció durante una velada en el Real Alcázar de Sevilla. La obra premiada se titula «Adiós, pequeño» y se presentó al certamen bajo el nombre de «La familia Arnolfini» y el pseudónimo de Luis del Remedio. Máximo Huerta es también ganador de, entre otros, el Premio Primavera, con «La noche soñada». El jurado del premio Fernando Lara estuvo compuesto por la jurista Ana María Ruiz-Tagle y los escritores Clara Sánchez, Fernando Delgado, Pere Gimferrer y, como secretario, Emili Rosales. El Premio, que se celebra en el marco del acuerdo de colaboración entre el Grupo Planeta y la Fundación AXA para el desarrollo y fomento de la cultura en Andalucía, cuenta con una dotación de ciento veinte mil euros para la obra ganadora, que será publicada por Editorial Planeta. «El día que dejas de competir y de tener prisa disfrutas más de la vida, ya lo decía Bob Marley», es una de las máximas del autor.

«Mamá habría sido más feliz si no hubiera nacido». Con esta contundencia arranca «Adiós, pequeño», una obra intimista. El autor Máximo Huerta desarrolla la historia de una madre y su hijo en el otoño de su vida, en busca de la paz interior y bajo la sombra de un secreto que acompaña a la progenitora desde el año 1937 hasta el presente.

Máximo Huerta, agradeciendo el premio
Máximo Huerta, agradeciendo el premioLa RazónKiko Hurtado

“Es una alegría y un acicate”, señaló el autor. “Ninguna novela como esta porque nunca podré volver a escribirla”, añadió tras recoger el galardón. “Empieza de una manera en la que mi madre hubiera sido mas feliz si no hubiera nacido”, dijo. “Es la ultima conversación entre madre e hijo. El hijo quiere saber más y la madre se niega. Es la novela de mi vida”, señaló Máximo Huerta visiblemente emocionado. “Y no podré volver a escribirla porque mi madre se está diluyendo”, añadió. El autor llamó a su madre en directo.

El Alcázar de Sevilla congregó a las principales personalidades de la cultura española, así como a las máximas autoridades regionales y locales. Estuvieron presentes, entre otros, el presidente del Grupo Planeta y la corporación Atresmedia, José Creuheras; así como el presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido; y la consejera delegada de AXA en España, Olga Sánchez.

Máximo Huerta Hernández nació en Utiel, Valencia, el 26 de enero de 1971. Comenzó su carrera como periodista hasta que se decantó por la literatura como escritor. El valenciano tuvo un breve interludio político como ministro de Cultura y Deporte –«Desmentir es un gasto de tiempo innecesario», señaló en una entrevista en LA RAZÓN sobre aquella etapa– . Ha publicado las obras «Que sea la última vez...» (2009); «El susurro de la caracola» (2011); «Una tienda en París» (2012); «La noche soñada» (2014); « No me dejes (Ne me quitte pas)» (2015); «La parte escondida del iceberg» (2017); «Firmamento» (2018); y «Con el amor bastaba» (2020), una historia sobre el valor de la diferencia y cómo la familia influye en esa vivencia. Asimismo, ha publicado los relatos «El escritor» (2015), ilustrado por Javier Jubera; y «Partir de cero» (2017), ilustrado por Carlos Salgado. De literatura infantil ha publicado «Elsa y el mar» (2016), ilustrado por María Cabañas. Finalmente, de viajes Máximo Huerta ha escrito «Mi lugar en el mundo eres tú» (2016). Un total de 365 novelas, de las que al menos 55 fueron remitidas desde América, se presentaron a la XXVII edición del Premio Fernando Lara de Novela, uno de los más prestigiosos de las letras hispanas.

Numerosas novelas también fueron remitidas desde Andalucía, un total de 49, de las que 13 lo fueron desde Sevilla, mientras que el total de las enviadas desde España fue de 241, con siete de Aragón; cinco de Asturias; otras tantas de Baleares; 14 de Las Palmas; dos de Cantabria; tres de Castilla-La Mancha; 20 de Castilla y León; 28 de Cataluña; 26 de la Comunitat Valenciana; ocho de Extremadura; el mismo número de Galicia; 48 de Madrid; cuatro de Murcia; ocho de Navarra; y seis del País Vasco. Del resto de Europa han concursado una decena, mientras que de Oceanía se presentó una y de Oceanía otra, y otras 57 no especificaron la procedencia.

Los diez títulos y autores (o sus seudónimos) de las obras finalistas fueron: «Cuestión de equilibrio», de Santiago M. Sánchez; «Hasta que el musgo cubrió nuestro nombre», de Lady Writer (seudónimo); «Es la noche y es la aurora», de Gaia Vareli (seudónimo); «El Evangelio del Tarot», de Andrés Alonso Castillo; la citada y ganadora «La familia Arnolfini», de Luis del Remedio (seudónimo utilizado por Máximo Huerta); «Crónicas de amor y de ausencia», de Egon de Aragorri (seudónimo); «El país que nunca existió», de Juan Luis Pulido; «La quimera», de Germán Ayala (seudónimo); «Evocar al viento», de José Enrique di Nucci; y «Una historia compartida», de Carmen Bretones Martínez.

El pasado año, en su XXVI edición, la ganadora del premio fue Alaitz Leceaga con «Hasta donde termina el mar», una historia de misterio ambientada en el año 1900 en Ea, un pequeño pueblo de la costa vizcaína. Hace dos años, en su XXV edición, con la pandemia muy presente aún y la celebración en la Casa Guardiola, el ganador de la edición de las bodas de plata fue Gonzalo Giner, con «La bruma verde», una historia de aventuras y denuncia social que transcurre en la selva de la Cuenca del Congo, el segundo pulmón del planeta.

Foto de familia con el premiado en los Reales Alcázares
Foto de familia con el premiado en los Reales AlcázaresLa RazónKiko Hurtado

En el transcurso de la gala también se entregaron los premios Manuel Alvar de Estudios Humanísticos y el de Biografías Antonio Domínguez Ortiz, que cuentan con el patrocinio de la Fundación Cajasol. El ensayo titulado «Bolero. El vicio de quererte», de José Javier León obtuvo el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2022; y «Julio Camba. Una lección de periodismo», de Francisco Fuster, fue galardonado con el Premio de Biografías Antonio Domínguez Ortiz 2022. Estos galardones están dotados con 4.000 euros y conllevan la publicación de la obra ganadora en el sello editorial de la Fundación Lara y son concedidos por la Fundación Cajasol y la Fundación José Manuel Lara, que convocan el certamen en memoria de estas dos personalidades del mundo de la cultura y la investigación. José Javier León es doctor en Literatura, profesor y escritor. Ha trabajado en diversas instituciones universitarias fuera y dentro de España: Bennington College (Vermont, EE UU), Universidad de Leeds (Inglaterra) o el CLM de la Universidad de Granada, y dirigido la empresa de formación para profesores Prometeo. Por su parte, Francisco Fuster es Profesor Titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Valencia. Ha participado en varios Proyectos de investigación I+D y ha realizado estancias en centros como la Universidad Complutense de Madrid, la Fundación Ortega y Gasset de Buenos Aires, la École des Hautes Études en Sciencies Sociales de París, la Escuela Española de Historia y Arqueología del CSIC en Roma, la Universidad de Tel Aviv y la Queen Mary University de Londres.

La novela como reflejo de la vida
Ya ganó el Premio Primavera con su libro «La noche soñada» y ahora se alza nada menos que con el Premio de Novela Fernando Lara. El autor que en sus páginas nos convenció de que, a pesar de todo, el dolor posee cierto capital de consolación, cierto poder paliativo, como ya nos demostrara en anteriores entregas literarias como «Con el amor basta», ha confesado que «las novelas son un reflejo de lo que he vivido, de lo que he sufrido, de lo que leo e incuso de lo que como».
Ese narrador, ha ido, gutta cavat lapidem, ganando en profundidad y carnosidad hasta terminar conformando verdaderas fábulas sobre la existencia humana a través de un prosa levantada contra el horizonte ineludible de la búsqueda. Las distintas búsquedas. Por eso abrimos cada uno de sus libros con esa despaciosidad con que abordamos todo texto en que hemos depositado nuestras esperanzas de lector y donde, a las pocas páginas, notamos que nos ha atrapado en un red tupida e invisible, propia de la mejor literatura, que nos agarra el corazón para zarandearlo y dejarlo tan dolorido como esperanzado.
En pocas literaturas es posible sentirse tan rápida y plenamente a gusto como en la suya, porque es como llegar a un sitio agradable donde encontraremos un discurso provechoso y profundo. Desde «Una tienda en París», los libros de Máximo Huerta no están hechos para ser leídos con demasiada prisa. Hay que revisitar, en ocasiones, el último párrafo, porque una frase nos ha espoleado.
Así, nos dejamos mecer de forma morosa por sus tramas y nos permitimos ser deslumbrados por destellos de hermosura. Porque cada tramo contiene una posibilidad de hospedaje, una propuesta de descanso en tanto que mucho de lo humano está recogido en sus obras. Especialmente el amor, «porque me gusta como materia y me interesa el paso del tiempo y la memoria como temas principales. Las grandes novelas han versado del amor en todas y cada una de sus variantes», repite el autor de «Que sea la última vez», «El susurro de la caracola», «No me dejes», «Firmamento».
Cada nuevo libro de Máximo Huerta es una habitación sin amueblar donde las respuestas contienen muchas de las preguntas formuladas. Sus novelas son el lugar al que reconocemos pertenecer cuando pensábamos que no pertenecíamos a ninguno. Suponen un viaje que nunca termina porque todo consiste en intentar llegar al finar para volver a comenzar de nuevo.
Toda su obra es el primer día de primavera en pleno mes otoño porque en sus personajes y en sus tramas arden todos los significados. Para quienes amamos la novela como forma literaria y no sólo como entretenimiento, Huerta es un escritor gratificante. Pocos autores utilizan la frase con tanta eficacia para explorar el funcionamiento de la psicología humana como él. Por tanto, a la espera de leer la ganadora de este premio, recordemos que hay relatos a los que se le ve la maquinaria, como los relojes caros y otros que no. Mírenle las tripas a su próxima novela... y hablamos.