"Méritos e infamias"

Gatopardismo tórrido

Cuando el PP se hizo con el mando, se dio cuenta de que había que mantener mucha de la leña que calentó el hogar de los antiguos inquilinos del palacio

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno(d)(PP), bromea junto al vicepresidente, Juan Marín (Cs). EFE/Carlos Díaz
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno(d)(PP), bromea junto al vicepresidente, Juan Marín (Cs). EFE/Carlos DíazCarlos Diaz MartinAgencia EFE

El tórrido ferragosto cobijó al Príncipe de Salina en la dura tarea de mudar de piel. No es fácil, dicen que los largos deben permanecer quietos bajo el sol, con la boca abierta mientras se despiden de su pellejo, que pronto olvidan sobre las rocas, porque estos bichos aprovechan las piedras y sus recodos para cuidarse, para ponerse a salvo. El calor no sólo descompone, también permite crear ilusiones, juegos ópticos con los que dar el cambiazo y distraer a los enemigos. Lo utilizó Salina cuando entendió que había que cambiar el paso para no perder el pelotón, para, ya saben, mantener la corona y el cetro como si nada hubiera pasado, para mantenerse en territorio enemigo con el caparazón a salvo. En realidad, siempre jugó con ventaja porque sabía que nadie le haría nada, su lugar en el mundo sobrepasaba cualquier veleidad vulgar, para qué quieres vivir como un príncipe si ya no queda ninguno con el que hablar y disfrutar del palacio.

Este calor siciliano anticipa el verano que todos quieren, los meses que llegarán después del 19-J, cuando se confirmará que todo permanece tal como lo dejamos cuando Juanma Moreno dejó atónitos a todos convocando las elecciones, cuando ya nadie se lo esperaba. Cosas de los estrategas, que no esperan sorpresas como la de aquel lejano diciembre de 2018 cuando San Telmo bajó de los cielos y se les apareció al PP y a Cs. Nada ha cambiado en lo sustancial, la verdad sea dicha, no hemos visto la vuelta del calcetín, la verdad, ni salieron uno detrás de otro los miles de enchufados de la administración paralela, entelequia y munición de la oposición que milagrosamente desapareció, porque cuando los populares se hicieron con el mando se dieron cuenta de que todo tenía una profundidad más compleja, que muy poco no era tan tan malo como se pintó y que había que mantener mucha de la leña que calentó el hogar de los antiguos inquilinos del palacio. Así que mejor apelemos al gatopardismo, para que todo siga igual pero con nosotros dentro.