"Méritos e infamias"

Ojo con el fútbol

“Nadie sabe qué es lo que genera este juego de once contra once detrás de una pelota, pero debe ser una sustancia placentera para el cerebro”

Aficionadas sostienen una bandera de España
Aficionadas sostienen una bandera de EspañaJJ GuillénAgencia EFE

Qatar 2022, con sus moritos millonarios comprando la doble-triple moral de los ricos del planeta, funciona, aunque nadie daba un duro por el torneo. Es verdad que los horarios y sobre todo la estación (los mundiales se ven en camiseta y bañador) iban a descafeinarlo, pero por unas y por otras, remonta el vuelo y la gente salta en la grada o en casa. Nadie sabe qué es lo que genera este juego de once contra once detrás de una pelota, pero debe ser una sustancia placentera para el cerebro porque millones de personas sólo piensan, comen, duermen e incluso trabajan para no perderse ni un partido, para no pensar demasiado ni en la guerra, la inflación o el show parlamentario montado por Irene Montero. Lo han demostrado los consejeros Nieto y Paradela en el Pleno de esta semana, cuando fueron cazados por una parlamentaria socialista, cual VAR, mientras se debatía el Presupuesto del año que viene. Cuando los pillaron, como si fueran dos repetidores de COU en la última banca de la clase, dijeron contritos que sólo pusieron la pantallita un poco, casi nada, y prometieron no volverlo a hacer. Además, Juanma Moreno, en el papel de padre avergonzado, tuvo que darles una reprimenda pública, aunque los justificó por esa pasión que levanta la selección. No volverá a pasar, vinieron a decir. En términos futboleros, analizando la jugada, se puede deducir que la goleada del PP al PSOE (porque ya no queda mucho más que sea relevante en los otros grupos) generará muchos quebraderos de cabeza (no esta chorrada, claro) si no se juegan bien todos los minutos. Sabiendo que las cuentas salen y que todo el debate no vale para nada porque hay, y habrá, rodillo «pepero», ponerse a ver un partido es casi una opción natural. Extendiéndolo, una tentación que puede jugarle una mala pasada al PP si hereda aquellas formas «naturales» de aquel PSOE que entendió que Andalucía era un cortijo gobernado por ellos donde todo daba igual, todo se aguantaba y el «aquí mandamos nosotros» respaldaba cualquier patochada.