Méritos e infamias
El amortizado
"En la nueva política sólo cabe la gestión ante los ciudadanos, ya no interesan los papelitos de poli malo"
Hablaba Mario Jiménez el otro día, o mejor graznaba, en la comisión parlamentaria para saber qué sucede en Doñana sin lograr enlazar dos frases coherentes. Después de varias horas de discusión al menos concluimos que en Huelva hay agua para llevar hasta las fincas de frutos rojos y que la colaboración con Madrid es necesaria para solucionar el problema de los pozos. Evidencias a las que la calle llega sin tener que sacarse el carnet del partido. Sin embargo, en mi cerebro continúa martilleando la soez jerigonza del antiguo cacique socialista onubense como una reliquia de los peores años del PSOE-A. Aquello sí que era un rodillo, no el de la buena y templada presidenta Ana Chocano. «Qué paciencia, hija mía». ¿Para qué sirvió el numerito de Mario Jiménez? Nada más que para hacer ruido, tratar de cagarse la comisión y rescatar los peores modos de la Cámara. Afortunadamente (¡qué mala suerte Mario!), ya hace tiempo que su figura es meramente una anécdota, incluso dentro de su propio partido donde ese tono bronco ya es pura arqueología. Como el poder de su partido en Huelva, ni Ayuntamiento ni Diputación, comenzó el desierto «my friend». Personajes como él deben amortizarse por el bien de la nueva política, donde ya sólo cabe la gestión ante los ciudadanos, donde ya no interesan los papelitos de poli malo. Tampoco en su partido porque tras el 23-J tendrán que buscar nuevas caras, alternativas y discursos si quieren comenzar a recuperar la relevancia. El tsunami del PP, el pendulazo conservador, no es un milagro oficiado por Juanma Moreno, tiene mucho que ver también con el ambiente viciado que se respira en el PSOE-A. Abran las ventanas, busquen a gente capaz y dejen de lado a los amamantados por el partido. Mario no suma, resta, entró ya en la senda de los amortizados. A dónde puede ir esta criatura a buscarse la vida si en el futuro sus conmilitones entienden que se acabó el chollo. Esa es una incógnita mayor que la de saber si hay agua o no en Doñana.
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