
Cultura
Cónclave de santas bajo la mirada de Zurbarán en el Carmen Thyssen de Málaga
Una nueva exposición, que se podrá visitar hasta el 20 de abril, reúne dos obras del autor y ocho de su taller en un espacio que evoca a los emplazamientos originales

Santa Marina, Casilda, Dorotea, Matilde y Engracia se reúnen de nuevo en una especie de cónclave -entendido como un lugar en el que se van a decidir cosas importantes- bajo la mirada de Zurbarán y sus aprendices. Cada espectador que se acerque a la nueva exposición del Museo Carmen Thyssen de Málaga se convierte, en cierta manera, en un aspirante más a descifrar el mundo que creó Zurbarán en torno a la mujer y lo religioso, lo que es belleza y lo que es ficción.
Tres ideas claves envuelven a esta muestra: la impronta que dejó el taller de Zurbarán en el arte español, el resto de Europa y el Nuevo Mundo, cómo se acerca a la divinidad a través de la contemplación de la belleza con el retrato de mujeres no santas, algo poco habitual en aquel entonces, y las vestimentas que portan.
La exposición, que ha sido concebida como si estuviera ubicada en una capilla, comienza con la obra "Santa Marina" de Zurbarán y su réplica elaborada en el taller del pintor, lo que permite observar una figura de inquebrantable calma y devoción que se convierte en un puente entre lo terrenal y lo divino. A partir de ella, la muestra ofrece un recorrido por diez lienzos -ocho procedentes del Museo de Bellas Artes de Sevilla y dos de la colección del Museo Carmen Thyssen- que revelan la impronta del maestro y el trabajo meticuloso de su taller, una auténtica "empresa de creación de imágenes devocionales" en el Siglo de Oro español.
Las santas se presentan “suntuosamente arregladas”, señala la directora artística del museo, Lourdes Moreno, para explicar que las vestimentas y accesorios evidencian una gran atención al detalle. Otro de los aspectos más llamativos de estas representaciones es su ruptura con la iconografía tradicional del martirio. En lugar de mostrar los tormentos sufridos por las santas, Zurbarán optó por el realismo y el retrato con el fin de acercarlas al espectador. "Estas series, a diferencia de otras que representan un martirio mucho más crudo y explícito, destacan por aproximarse a la divinidad a través de la contemplación de la belleza", insiste Moreno.
En este contexto, Moreno explica que "el taller de Zurbarán fue muy pródigo" en una época en la que "Sevilla era la capital de Occidente". Al hilo, recuerda que en este momento "había 15 monasterios masculinos, 21 conventos femeninos y en 15 años se fundaron otras 15 instituciones" en la capital hispalense, lo que revela, en alusión al taller del pintor, "la gran cantidad de trabajo que se requería para llenar esas grandes naves, iglesias, refectorios y zonas públicas, donde las series de santas ocupaban un lugar central".
Respecto a las réplicas, Valme Muñoz, directora del Museo de Bellas Artes de Sevilla, subraya que "se pueden observar diferencias de calidad y altibajos" dependiendo de los oficiales que las ejecutaran, pero destaca el "sistema de creación simplificado" con el que contaban estas series, una técnica que "facilitaba el trabajo de oficiales y aprendices que, teniendo como modelo la obra del maestro, podían hacer réplicas y diversas variantes".
Santa Dorotea y el cortejo de las mártires
Entre las santas expuestas, sobre Santa Dorotea, la directora del Museo de Bellas Artes de Sevilla explica que la tradición cuenta que, antes de su ejecución, "su verdugo le pidió que le trajera flores y manzanas en febrero a sabiendas de que no iba a ser posible, pero los ángeles le proporcionaron el milagro". En este caso su pose es única en la muestra, pues en lugar de enfrentarse al espectador, aparece de perfil, formando parte de ese "cortejo silente de santas mártires que suben al cielo sin demostrar un mínimo atisbo de las torturas a las que fueron sometidas", recalca Muñoz.

Formalmente, los grandes tamaños de las diez obras expuestas y su homogeneidad estética convierten a la Sala Noble en el marco de una procesión de santas que recorre silenciosamente el espacio, conformando un intencionado clima de claroscuro e intimidad que aporta un valor añadido a la muestra, evocando la teatralidad barroca de las propias obras de Zurbarán en sus emplazamientos originales.
En general, sus santas son figuras solemnes, revestidas con suntuosas telas y bordados que reflejan una increíble maestría en la representación de las texturas. "Zurbarán tuvo una gran mano para representar la calidad de los tejidos, la materia, las joyas o los tocados", señala la directora del museo. Y es que sus creaciones también mostraban la moda y los lujos de la época. Algunas de estas vestimentas "incorporan elementos anacrónicos, como en Santa Casilda, cuyo ropaje combina una sobrefalda de la etapa del gótico con una capa de gran volumen inventada por el propio Zurbarán", una estética que siglos más tarde "inspiraría a diseñadores como Balenciaga", destaca Moreno.
Si bien la obra de Zurbarán se inscribe en una tradición devocional y piedad clásica, resulta imposible no notar que la representación de la mujer en estas obras también dialoga, de manera implícita, con la sociedad del momento. Zurbarán, a través de sus santas, consigue dotar a sus figuras de una dignidad y una fuerza que trasciende la mera representación ornamental. La exaltación de la belleza, lejos de ser un mero artificio estético, podría relacionarse con la transformación de la imagen de la mujer: de objeto a sujeto, de pasiva a activa en la construcción de su propia identidad espiritual y social.
Los recursos estilísticos y compositivos más reconocibles del estilo de Zurbarán –realismo en los rostros, detallismo y majestuosidad en los vestidos a la moda, un intenso claroscuro inspirado en la pintura tenebrista y efectista de Caravaggio– se pueden apreciar en todas las obras de la muestra. Las modelos de su pintura, seres cotidianos, en determinados casos se convertían en las propias comitentes, damas nobles que se transmutaban en retratos a lo divino, tomando prestados los atributos iconográficos de las santas de sus nombres.
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