Entrevista
«Si una solución no es sostenible, no es un logro para la empresa»
Lucía López, de FMIT Group, explica cómo esta compañía de Málaga ha conseguido desarrollar sistemas predictivos que triunfan dentro y fuera de España
Hablar de sostenibilidad sin mostrar resultados reales ya no es una opción. Para las empresas es casi una obligación medir la huella de carbono e identificar qué pueden hacer para reducir su impacto en el medioambiente. En este contexto, FMIT Group responde con tecnología «made in Spain» diseñada para medir, entender y actuar con plataformas como Metis, centrada en la huella de carbono en cadenas de suministro, o Almena, una solución para entender el mercado eléctrico que triunfa en Australia. Lucía López, Product Launch Manager en FMIT Group, explica cómo la compañía ha convertido esa visión en soluciones concretas, qué diferencia su propuesta y por qué la transformación tecnológica solo tiene sentido si va de la mano de la utilidad.
¿Cuál es el papel de FMIT en el ecosistema tecnológico vinculado a la sostenibilidad?
No nos gusta encasillarnos, pero sabemos que las etiquetas ayudan a identificar lo que haces. Venimos del mundo de la automoción, donde vivimos en primera línea la transición hacia el vehículo eléctrico. Ese proceso nos hizo darnos cuenta de que teníamos que ayudar a las empresas a hacer las cosas bien incorporando trazabilidad, transparencia, control de emisiones, pasaportes digitales de producto... En definitiva, tecnología aplicada con propósito. Ahí encontramos nuestro lugar, desarrollando herramientas que permitan medir, entender y actuar. No esperamos que el mercado cambie por convicción, pero sí creemos en la fuerza de mostrar que hay alternativas que funcionan, que son más eficientes, transparentes y sostenibles. Al final, cuando la tecnología facilita esas opciones, el cambio se da de forma natural.
Creáis los procesos y herramientas que luego ofrecéis a empresas para medir su huella de carbono. ¿Cómo describirías esa arquitectura tecnológica?
Combinamos la capacidad de pensar fuera de la caja y la voluntad de ejecutar sin miedo. Una mirada inconformista y estratégica junto con el impulso a pasar a la acción define bien cómo trabajamos. A nivel tecnológico, nuestro enfoque se basa en una arquitectura modular. No construimos plataformas cerradas ni monolíticas, sino funcionalidades que pueden integrarse entre sí y también conectarse con otros sistemas. Ya no basta con medir, hay que hacerlo rápido, bien y de forma que los datos fluyan. Las herramientas que desarrollamos están diseñadas para adaptarse a contextos complejos y para resolver problemas reales, no para encajar en un escaparate. Esa es nuestra manera de generar impacto. Desde luego, creamos soluciones de gran valor para el sector empresarial.
Desde luego, se trata de soluciones de gran valor para el sector empresarial. ¿Dónde se valora mejor este trabajo?
Teniendo en cuenta que la mayoría de nuestros clientes son internacionales, la respuesta casi se responde sola. No es que en España se valore menos lo que hacemos, pero sí es más complejo que se reconozca su potencial. A veces por una mayor distancia respecto a ciertos avances tecnológicos globales; otras, porque aún no se han dado las alianzas estratégicas necesarias. Lo que es claro es que en entornos donde la regulación es más ágil y coherente con la innovación, el avance es más fluido. En otros, como aquí, la evolución puede verse frenada por estructuras burocráticas o por una visión a corto plazo que penaliza lo nuevo. Y cuando eso ocurre, el riesgo es que lo que debería ser progreso se quede en pausa indefinida.
Habláis de Almena como «plataforma de datos» para el almacenamiento energético, ¿cómo surge y para qué sirve?
Nos dieron 29 días para sacarla al mercado. El equipo ya había hecho un trabajo impresionante, pero la presión fue enorme. Almena nació como respuesta a la necesidad de entender y visualizar, en tiempo real, cómo funcionan las plantas de almacenamiento energético y cómo interactúan con el mercado eléctrico. Es más que un dashboard; es una herramienta para analizar datos operativos, cruzarlos con indicadores públicos y anticipar comportamientos del sistema. Un ejemplo es su aplicación en el mercado australiano, un modelo de precios y operación diferente del europeo. Con Almena, se puede ver cuándo es más rentable cargar o descargar una batería, cómo afectan las señales de precio del mercado y qué decisiones tomar para optimizar el rendimiento de su planta. Es tecnología para entender el presente y anticipar el futuro energético.
¿Qué funcionalidades proporciona Almena y para quién está pensada?
Almena compara ingresos por megavatio en distintas regiones, analiza en detalle el rendimiento de cada activo y monitoriza en tiempo real la generación de energía y la evolución de los precios en el mercado. Además, ofrece pronósticos de demanda y precios a 10 días, utilizando machine learning para anticipar tendencias y facilitar la planificación. Además, está completamente integrada con IA mediante el protocolo Model Context Protocol (MCP), que actúa como un puente seguro para que asistentes de IA como Claude accedan a datos externos en tiempo real, automatizando procesos complejos para ofrecer recomendaciones predictivas que optimizan la gestión energética en entornos dinámicos y complejos. Almena está pensada para gestores, operadores y responsables que buscan tomar decisiones más informadas y eficientes en un entorno energético dinámico.
Además, desde FMIT lográis medir no solo la huella de carbono directa de las empresas, sino también la de sus proveedores.
Nuestra solución está fundamentada en ciencia y datos, no en suposiciones. Metis, nuestra plataforma, se centra en los bienes y servicios adquiridos, una de las categorías más críticas del «scope 3». Usamos la metodología Life Cycle Assessment para calcular el impacto desde la extracción de materias primas hasta que el producto llega al cliente. Además, Metis reconoce que una empresa puede actuar simultáneamente como comprador y proveedor. Por eso, la plataforma facilita no solo reportar las emisiones de tus productos, sino también responder a las solicitudes de datos de tus clientes, compartiendo informes verificados y transparentes. Esta doble función fomenta una colaboración más eficiente y responsable a lo largo de toda la cadena de valor, impulsando una reducción colectiva de emisiones.
¿Qué papel juega la colaboración multisectorial y el desarrollo normativo para que soluciones como estas puedan escalar y tener impacto más allá del ámbito tecnológico?
Un papel fundamental. La tecnología no escala sola, necesita un ecosistema dispuesto a adoptar, regular y financiar. Las colaboraciones entre sectores permiten salir del “cada uno a lo suyo” y entender que los grandes retos se resuelven entre todos. Además, sin un marco normativo claro, muchas innovaciones se quedan en piloto, como suelo decir a veces. Por eso creemos que el futuro se construye entre tecnólogos, legisladores, empresas y ciudadanos. Solo así nuestras soluciones podrán llegar más allá del ámbito técnico y transformar sectores enteros.
Hoy se buscan soluciones rápidas, pero defendéis una visión a largo plazo. ¿Cómo equilibráis resultados rápidos con impacto sostenible real y global?
La clave está en no perder el foco. Lo inmediato puede ser urgente, pero lo importante es lo que deja huella. En FMIT trabajamos en dos velocidades: la del hoy, donde hay que responder rápido, y la del mañana, donde planificamos cómo nuestras decisiones construirán un futuro más resiliente. Si no es sostenible, la solución no es realmente un logro para la empresa. Acompañamos a las organizaciones a entender, medir y actuar. Diseñamos sistemas que ayudan a decidir mejor y avanzar con propósito. Lo que nos define no es el producto, sino la capacidad de generar cambio en entornos complejos, con visión a largo plazo y vocación de impacto.