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Subterráneo

Pasadizos secretos y el Cid Campeador pasó por allí: todo se encuentra en un pequeño pueblo de Zaragoza

Alarba conserva un serie de pasajes subterráneos que, al parecer, conectaban sus muchas antiguas bodegas con el castillo

Alarba, Zaragoza Guía Repsol

En la provincia de Zaragoza, a aproximadamente una hora y media de su capital, se encuentra Alarba, una encantadora localidad que no supera los cien habitantes pero que esconde una historia más que fascinante bajo tierra. Este pueblo, ubicado en el Campo de Daroca, conserva un serie de pasajes subterráneos que, al parecer, conectaban sus muchas antiguas bodegas con el castillo que coronaba la ciudad desde lo más alto del cerro.

Esta era su función en el pasado

Aunque en la actualidad estas bodegas son privadas, gran parte de sus tramos aún se conservan. Excavadas y mantenidas posteriormente durante generaciones para almacenar vino, estas estancias subterráneas ofrecían mucho más que un ambiente fresco y silencio: conformaban una red de pasadizos secretos que habrían funcionado como vía de escape o entrada discreta al castillo durante épocas de guerra en otros tiempos.

Junto a dichas galerías, otra infraestructura clave aparece paso bajo el suelo de Alarba: una red de aljibes que abastecía de agua a los vecinos de Alarba y que refuerza la teoría de que los túneles tenían un rol estratégico en la defensa del lugar.

Otros monumentos arquitectónicos de Alarba

Del castillo quedan solo algunos restos, pero su minarete o torre vigía aún resisten al paso del tiempo. Su destrucción se remonta a la conquista cristiana de Alfonso I de Aragón, y desde entonces lo poco que queda de él sigue imperando un pueblo y una zona natural en estado puro.

Los monumentos arquitectónicos de Alarba también son dignos de ser visitados. La Iglesia de San Andrés, del siglo XVI y de tipo gótico, alberga dentro un interesante relieve sepulcral de 1594. Muy cerca, la Ermita de la Virgen del Castillo se ha reinventado en museo y sala de exposiciones, acercando a los turistas a las costumbres y la historia de la zona.

Un punto estratégico en el Camino del Cid

Otro aspecto de interés es la fuente renacentista del siglo XVI, que aporta valor estético a sus ya bonitas calles. Todo ello, además, es parte del Camino del Cid, la ruta turístico-cultural que recuerda al legendario destierro del personaje histórico y que atraviesa este pequeño rincón de Zaragoza.

Desde Zaragoza, el trayecto es de solo una hora y 21 minutos, 104 kilómetros a través de la autovía A-2. Si el punto de partida es Teruel, el trayecto se alarga ligeramente hasta la hora y los 31 minutos, es decir, 139 kilómetros por la A-23. Por su parte, desde Huesca, el recorrido necesita una hora y 56 minutos, siendo en total 172 kilómetros a través de la A-23 y la A-2.