Gastronomía
Maika Cano Valero: «no se puede vivir pendiente de qué contiene lo que consumes»
Periodista trotamundos, en sus viajes ha conocido el uso cosmético de todo tipo de aceites vegetales. Ahora lo transmite en una guía.
Periodista trotamundos, en sus viajes ha conocido el uso cosmético de todo tipo de aceites vegetales. Ahora lo transmite en una guía.
Salta a la vista que Maika Cano cuida su piel. No vamos a chivar su edad, pero es más de la que aparenta. Y lo consigue con los productos que protagonizan su libro «Aceites vegetales en cosmética» (Arcopress).
–¿Tiene que ver que naciera en Jaén, una región llena de olivares, con su pasión por los aceites?
–Nunca he visto la relación. A mí siempre me ha gustado el aceite, y empecé a usarlo en mascarillas cuando era muy joven, pero nunca lo había asociado a que yo fuera de Jaén. Y cuando viajaba me llamaban la atención los aceites. Me acuerdo con 20 años en Marruecos, que quería comprarlos todos y descubrí el de argan. En México, por ejemplo, también conocí el de jojoba. Es algo personal, llevo treinta años probándolos.
–¿Es una novedad usar el aceite en cosmética?
–Que va, antes, cuando no había tanto dinero para cremas, se les ponía a los bebés aceite de oliva y lo utilizaban las mujeres.
–¿Un aceite de oliva para alimentación se puede aplicar en el cuerpo?
–Te lo puedes poner, lo que pasa es que son refinados, están hechos para el consumo y son sometidos a unos procesos para limitar propiedades que dañen la salud. Lo que se ingiere pasa por más controles y entonces no es tan natural, tan puro. De todas maneras, el de oliva es el más conocido por todo el mundo pero a nivel estético no es de los que más tirón tiene.
–¿Fue autodidacta con este tema?
–Sí, no me inició nadie, ni nunca he hecho un curso, es que soy un poco hippie. Reciclo, monté una ONG, me preocupa mucho el medio ambiente, soy de campo, tengo ciertas dificultades para asimilar el consumismo y las situaciones tan complejas que vivimos... Usar productos naturales forma parte de mi modo de ser y sobre cómo enfoco la vida. Yo los probaba y los metía en un neceser, y después los mezclaba porque son inocuos. Y últimamente he dejado de lavarme el pelo con champú, lo hago con aceite y suavizante, que son menos agresivos para el cabello.
–¿No cree que una vida en la que sólo se consuman productos naturales es utópica?
–Claro. Yo al final como grasas también, y es que no creo en la simplicidad de los purismos. Todo lo que pienso que es coherente con mi forma de pensar, lo hago. Sé que tengo unos límites y me gustaría que fuesen más amplios, pero al menos lo intento. La vida hay que vivirla y tampoco se debe estar pendiente de qué contiene todo lo que consumimos.
–¿Los productos más naturales son más económicos?
–No, los aceites vegetales buenos no son baratos. Lo que pasa es que compras un bote pequeño y lo puedes usar en bastantes zonas del cuerpo, y la densidad del aceite es alta. Eso sí, hay que tener cuidado porque al ser un producto natural caduca y pierde propiedades, y le rebajan el precio porque se va a estropear.
–¿Nos debemos fiar del etiquetado y las identificaciones de calidad de los aceites?
–Existen algunos en los que hay un sello de producto ecológico. Pero es que se lo han puesto una serie a empresas que han pagado a la Comunidad Europea para que se les autorice a poner ese sello al producto que quieran, sea ecológico o no. A nivel alimenticio quizá esté más controlado, pero en cosmética la única regla que hay es que hasta que un producto no se demuestre que es perjudicial, todo vale.
–¿Nos podemos dar cuenta de que uno es malo a simple vista?
–Te puedes estar aplicando un producto que sea plástico de petróleo, pero lo será en una cantidad inferior al 1 por ciento, y ese porcentaje no es dañino para el cuerpo a pesar de que te esté tapando los poros y no les deja respirar.
–¿Hay aceites de uso femenino y masculino?
–Todos sirven para cualquier género, pero cada uno tiene aplicaciones distintas. El de ricino las mujeres lo utilizan para hidratarse las pestañas y ellos porque es bueno contra la alopecia, ya que fortalece el cabello. El de argan, por ejemplo, resulta especialmente positivo para pieles maduras.
–Hubo dos proyectos estrella en el mercado cosmético, el champú de caballo y la baba de caracol, ¿qué opina de ellos?
–Seguro que puede haber algún componente bueno, pero para vender necesitas crear algo nuevo, son estrategias de marketing. Yo tengo entendido que la baba de caracol posee una especie de silicona que tensa la piel, aunque es como si te extendieras pegamento por la cara.
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