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El ictus, una enfermedad que podrían sufrir 1 de cada 6 españoles

Esta enfermedad, producida por la disminución u obstrucción del flujo sanguíneo en el cerebro, es la segunda causa de mortalidad en España y la primera en mujeres

Una técnica pionera para mejorar el pronostico del ictus agudo
Una técnica pionera para mejorar el pronostico del ictus agudolarazon

Esta enfermedad, producida por la disminución u obstrucción del flujo sanguíneo en el cerebro, es la segunda causa de mortalidad en España y la primera en mujeres

Alfredo Pérez Rubalcaba nos ha dejado. Uno de los políticos que más importancia tuvo durante los gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero ha fallecido hoy a causa de un ictus que sufrió el pasado miércoles y del cual no ha podido recuperarse. El ictus es la segunda causa de mortalidad en España, solo por detrás de las enfermedades isquémicas del corazón, la primera en mujeres y la segunda en varones. A pesar de la relevancia que tiene esta enfermedad en la salud de las personas, sus causas y sus consecuencias son desconocidas por gran parte de la población.

Según la Federación Española del Ictus, es una enfermedad cerebrovascular y se produce por la disminución u obstrucción del flujo sanguíneo. La sangre no llega al cerebro en la cantidad necesaria y, como consecuencia, las células nerviosas no reciben oxígeno, dejando de funcionar.

Existen dos tipos de ictus, en función del origen del problema. Si se produce por una obstrucción en los vasos sanguíneos se conoce ictus isquémico o infarto cerebral, entre los que se encuentra la trombosis o la embolia. Si se produce por un derrame en los vasos sanguíneos, entonces hablaríamos de ictus hemorrágico o derrame cerebral. El caso del exsecretario general del PSOE tiene que ver con un ictus de carácter isquémico.

Hay diferentes señales de alarma a las que habría que estar atento porque esta enfermedad exige de una reacción rápida. Si repentinamente notamos una pérdida repentina de fuerza en la cara, un brazo, en una pierna o en la mitad del cuerpo, dificultad en el lenguaje para expresarnos o articular las palabras correctamente, alteración de la sensibilidad brusca de una parte del cuerpo, un intenso y repentino dolor de cabeza con alteración de la conciencia o una sensación de inestabilidad intensa de inicio brusco, podemos sospechar de un ictus. Algunas pautas para intentar detectar si se trata de un ictus es levantar los dos brazos o, sentados, intentar levantar las dos piernas, sonreír o preguntar algo para visualizar si la persona articula adecuadamente las palabras.

Ante un ictus es fundamental y determinante una actuación rápida. Por cada 15 minutos que se adelanta la primera intervención, disminuye un 4% el riesgo de discapacidad y también en un 4% la mortalidad. Se debe acudir urgentemente a un hospital para que neurólogo chequee si se trata de esta enfermedad o no. En función de la gravedad del ictus, las secuelas serán más o menos dificiles de anular.

La prevención es muy importante para reducir el riesgo de sufrir un ictus. Una dieta saludable, baja en sal y grasas, realizar actividad física con frecuencia, llevar un control adecuado del peso, la presión arterial y los niveles de colesterol y azúcar en sangre, no fumar y controlar el pulso son algunas de las recomendaciones para evitar tener esta enfermedad. Además, existen factores de riesgo que aumentan la posibilidad de sufrir un ictus. Entre ellos se encuentran la hipertensión, la hiperlipidemia, la fibrilación auricular, el tabaquismo y la diabetes.

La recuperación es un proceso muy lento, en el cual la persona se tiene que ir adaptando y habituando a la nueva situación. El paciente debe llevar a cabo un proceso de aprendizaje para recuperar sus capacidades. En los primeros seis meses existe un grado de superación mayor que en el tiempo posterior, porque hay mayor plasticidad neuronal. Es ahí cuando se puede establecer conexiones neuronales alternativas claves en la recuperación del paciente, y podría ser ampliado hasta los dos años, para no sólo una recuperación motora, sino también para aprender a convivir con las secuelas. Los programas de rehabilitación consisten en terapias físicas, ocupacionales y de logopedia. Lo más importante es que la persona evolucione y mejore sus capacidades. Los momentos de mayor complicación se dan si esto no sucede y no hay un progreso aparente.

Esta enfermedad es más frecuente a partir de los 55 años y, a medida que se aumentan los años, el riesgo aumenta proporcionalmente. El 90% de los casos se podrían evitar con un estilo de vida saludable y controlando los factores de riesgo. Se calcula que cada año 120.000 personas sufren un ictus en nuestro país, de los cuales un 50% quedan con secuelas incapacitantes o fallecen, según datos de la Sociedad Española de Neurología. Además, 1 de cada 6 españoles sufrirá esta enfermedad a lo largo de su vida, según la Asociación Freno al Ictus.