Investigación científica
La gran falacia del «paciente cero» del sida
Un estudio constata, 40 años después, que se atribuyó erróneamente a un auxiliar de vuelo homosexual la introducción de la enfermedad en Estados Unidos
Se llamaba Gatan Dugas. Y fue el «paciente cero» que introdujo accidentalmente el sida en Estados Unidos. Esa es la difamante etiqueta que la prensa y la comunidad científica colgaron a este ciudadano francocanadiense, víctima a su vez de la enfermedad, y que solo casi cuatro décadas después puede quitarse de encima.
No hubo en el sida, y no lo puede haber en ninguna enfermedad, un «paciente cero» causante de su propagación, por muy periodístico que pueda resultar el término. Es la conclusión a la que ahora ha llegado un estudio elaborado por la Universidad de Cambridge, del que se han hecho eco revistas científicas como Nature y, con ella, toda la prensa internacional. El informe pone de manifiesto que los errores cometidos en su momento en la investigación de la propagación del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) a través de América del Norte, tanto desde el punto de vista genético como histórico, llevaron equivocadamente a culpar a Dugas de ser el causante de la propagación de la enfermedad.
«Esperemos que esta investigación haga que los investigadores, los periodistas y la sociedad en su conjunto se tomen una pausa antes de hablar de un ‘paciente cero’ en una enfermedad», sostiene el responsable del estudio, Richard McKay, investigador del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia del Wellcome Trust de Cambridge.
Dugas era un auxiliar de vuelo homosexual, dos elementos que ayudaron a la comunidad científica, consciente o inconscientemente, a etiquetar a Dugas a principios de los años 80, y una vez falllecido, como la persona que había introducido en Estados Unidos la enfermedad, contraída en alguno de sus viajes de trabajo, cuando en realidad era uno más de los muchos afectados que hizo vida normal en este país antes de que el VIH se conociera como tal.
La investigación ahora publicada se basa en numerosas pruebas genéticas en muestras de sangre de la época, además de la del propio Dugas, que poco antes de morir facilitó a los médicos una cantidad significativa de información personal de su papel como transmisor de la enfermedad, según detalla el estudio. El informe de McKay cruza los datos con otro estudio, dirigido por el doctor Michael Worobey, de la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, recién publicado en la revista ‘Nature’, que ha comparado un nuevo análisis de sangre de Dugas con otras ocho muestras de suero archivadas que datan desde finales de 1970.
Según ello, a principios de 1982 surgieron informes de vínculos sexuales históricos entre varios hombres homosexuales enfermos de sida en Los Angeles y los investigadores de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) realizaron una investigación para entrevistar a estos hombres por los nombres de sus contactos sexuales. A raíz de este trabajo se hallaron más consexiones en el sur de California, pero una de ellas fue citada varias veces a pesar de que no residía en este estado: se le llamó ‘Caso 057’, y pertenecía a un empleado de una aerolínea que había viajado mucho, el propio Dugas.
Los investigadores encontraron en su momento que sus contactos sexuales incluían hombres en la ciudad de Nueva York y algunos de sus parejas sexuales desarrollaron síntomas del sida después de que los tuviera él. La conexión parecía evidente.
Sin embargo, la investigación de McKay apunta a que la confusión entre una letra y un número, unido a algunos presupuestos iniciales erróneos, contribuyó a la invención del ‘paciente cero’ y la difamación mundial de Dugas.
Según se explica en el estudio, los investigadores del CDC emplearon un sistema de codificación para identificar a los pacientes del estudio, enumerando los casos de cada ciudad vinculados al grupo en la secuencia en la que aparecieron sus síntomas (LA 1, La 2, Nueva York 1, Nueva York 2, etcétera). Sin embargo, dentro de CDC, ‘Caso 057’ se hizo conocido como ‘Out (side)-of-California’ (fuera de California), un nuevo apodo que se abrevió con la letra ‘O’.
A medida que se contabilizaron otros casos, se produjo el «bautizo accidental» de un nuevo término. «Algunos científicos que debatían sobre la investigación comenzaron a interpretar el ambiguo óvalo como un dígito y se referían al ‘paciente O’ como ‘paciente 0’», explica McKay. Con el nombre del paciente, su eco en la prensa y un libro posterior la «mancha» sobre Gatan Dugas se hizo ya imparable.
«No conviene olvidar que aquellos que propagaron la enfermedad lo hicieron sin saber que la padecían, por lo que no es posible culpar a nadie de lo ocurrido», concluyen los invetigadores.
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