Italia

La lavadora sin agua que recicla pañales usados

Acaba de inaugurarse en el norte de Italia una planta industrial que recupera y reutiliza por cada tonelada de producto, 150 kg de celulosa, 75 de plástico y otros tantos de fibra superabsorbente

Las cremas anti-rozaduras para bebés también son una excelente opción para nosotros | Fotografía de archivo
Las cremas anti-rozaduras para bebés también son una excelente opción para nosotros | Fotografía de archivolarazon

Acaba de inaugurarse en el norte de Italia una planta industrial que recupera y reutiliza por cada tonelada de producto, 150 kg de celulosa, 75 de plástico y otros tantos de fibra superabsorbente

Hace diez años un ingeniero de la región del Veneto (Italia) comenzó a trabajar en una idea: cómo reciclar un pañal de un sólo uso para que éste no terminara en vertedero o en incineradora y recuperar así materiales tan valiosos como la fibra absorbente de su interior. Y es que un niño entre los 0 y 2 años genera 1.000 kg de residuos por el uso de estos productos desechables según datos de la Fundación para la Prevención de Residuos y Consumo Responsable, Rezero. Ése fue el germen de la planta que se acaba de inaugurar como la primera estructura industrial de tratamiento de pañales de un sólo uso, compresas para la incontinencia y productos higiénicos femeninos en el continente europeo.

Situada en Lavadina di Spresiano (Treviso), la localidad más cercana a la laguna de Venecia, en Italia, la infraestructura es obra de un consorcio encabezado por Procter and Gamble –que tiene una joint venture, de nombre Fater, con el Grupo Angelini–, y Contarina Spa, la empresa que se ocupa de gestionar la recogida de basuras en 50 ayuntamientos de la zona. Durante su reciente presentación en sociedad, hasta la organización ambientalista Legambiente sacó pecho de esta planta. «Ya no somos el país de las urgencias de los residuos, la de la tierra de fuego en Campania, ni la de los problemas de recogida en ciudades como Roma, etc.», afirmó Stefano Ciafani, director general de la entidad, recordando las muchas noticias que relacionaron durante unos años el país con la mala praxis en la gestión de residuos y las actividades delictivas de las organizaciones mafiosas.

Proceso

Hasta esta estructura de gestión de residuos urbanos llegan los pañales que se recogen en los centros de mayores, residencias y hospitales principalmente. También hay recogida de pañales a domicilio en aquellas localidades que cuentan con retirada de residuos puerta a puerta. «Hay unos 600 ayuntamientos en el país que dan este servicio. De momento, estamos recogiendo los residuos de cinco ayuntamientos y dando servicio a una población de 550.000 habitantes con esta nueva estructura de reciclaje. La planta tiene capacidad para tratar unas 10.000 toneladas al año y cubrir la demanda de una población de un millón de habitantes», explica Marcello Somma, responsable de I+D y desarrollo de negocio de Fater y quien ha encontrado la solución tecnológica. «Hemos querido hacer la planta pequeña, ya que la gestión de residuos es muy local como mercado, aunque la idea es replicar este modelo», matiza Jordi Ballesté, director ejecutivo de Angelini y miembro del Comité Ejecutivo de Fater. Ahora mismo, y tras seis meses de la primera puesta en marcha, a modo de prueba, las máquinas completan ocho procesos de tratamiento de 750 kg cada uno.

Los pañales entran en camiones especiales. Nadie toca el producto cuando llega, pasa directamente al área de almacenamiento donde se comprimen los residuos y se presionan para reducir el olor. La segunda fase es la de saneamiento. Aquí se encuentra el autoclave; el corazón de la tecnología, donde se esteriliza el producto mediante presión y vapor. Tiene capacidad para tratar de una sola vez 750 kg de pañales.

El proceso dura 45 minutos y en él, el agua entra en todos los lugares del pañal eliminando la carga bactériana. «Es como una gran lavadora de limpieza en seco. Al usar vapor, y con esta tecnología que hemos patentado, se reduce un 90% el empleo de agua respecto a otras soluciones testadas», explica el ingeniero. Es el uso de vapor lo que él considera diferencial. Y es que «desde los años 90 se está intentado reciclar los pañales. Ha habido prototipos técnicos pero que no han funcionado a gran escala, de forma industrial», matiza Somma. Sólo por tener una referencia, hay otra empresa, la inglesa Knowaste, que se dedica a recoger y reciclar 36.000 toneladas de productos higiénicos femeninos, pañales y compresas para la incontinencia en la isla. Utiliza la tecnología de autoclave también aunque, según sus propios datos, de los materiales de desecho obtenidos el 47% es agua (en esta de Treviso se afirma que su uso es de un 90% menos). El líquido residual que genera el proceso termina en el sistema de alcantarillado, para que pasen por un proceso de depuración junto al resto de aguas urbanas.

Una vez terminada la fase de esterilización, se rompen los pañales para quitarles la humedad con aire caliente en la siguiente máquina. Un flujo de aire a alta temperatura y ascendente atraviesa el material distribuido en una cinta transportadora. Cada una de las bandejas que contiene los pañales tiene una velocidad de aire. Cuando salen el material está esterilizado y no huele, «el proceso ha sido certificado por los mismos que comprueban la esterilización en los hospitales», explica Somma.

Una vez aquí, el producto pasa por una máquina donde se separan los diferentes componentes del pañal: plástico, celulosa y el polímero superabsorbente (un gramo de dicho polímero absorbe decenas de veces su propio peso en agua). Es el segundo corazón tecnológico de la planta y se compone de varios separadores. El primero de ellos es como el tambor de la lavadora, el plástico es el único que resiste el movimiento y se queda adherido al tambor y el resto se separa. Luego hay un separador que funciona con infrarrojos y distingue los plásticos buenos de los malos. Al final un nuevo tambor centrifuga la celulosa y separa la fibra absorbente, que es siempre un polímero plástico.

Por cada tonelada de residuo tratado y una vez eliminada la humedad se obtienen 150 kg de celulosa, 75 kg de plástico y 75 kg de polímero superabsorbente. O lo que es lo mismo 300 kg totales, de los que el 50% es celulosa, el 25% fibra y otro 25%, plástico.

El plástico recuperado se utiliza para hacer tapones de detergentes, pinzas para la ropa, juguetes, pallets o material de escuela. La celulosa puede reutilizarse en lechos para gatos, papeles especiales, tejidos o como sustrato de jardinería, entre otros usos. El polímero superabsorbente es, a su vez, el material más caro de cuantos se recuperan. Cuesta unos 2.000 euros la tonelada. Con lo que obtienen se hacen barreras anti inundación y material para jardinería. «Además de que no acaba en vertedero, el plástico y la celulosa que se obtienen son de mucha calidad, porque están en contacto con pieles íntimas», explica Somma.

El coste de esta planta es algo que no se ha querido desvelar. Sólo se especificó durante la inauguración que, tal y como está y siendo una planta demostrativa pero industrializada, en tres o cuatro años se amortizaría la inversión. En cuanto al ahorro de emisiones, éste es de 400 kg por cada tonelada tratada que no acabe en vertedero o sea incinerada y teniendo en cuenta el transporte de los residuos. Lo mismo que absorben 30.000 árboles o lo que producen de gases 100.000 coches en un año. «Nuestro interés no es hacer negocio, sino que la comunidad y la empresas que gestionan los residuos a nivel local cuenten con la tecnología. El reto es montar la estructura de contenedores y el sistema de recogida», dice Ballesté.

«El reciclado final es un paso que obvia que lo primero para establecer una economía circular es evitar el residuo. Estas plantas no son la solución», opina Rosa García, directora de Rezero. Según sus estudios, «a nivel coste, los pañales de un sólo uso suponen entre 960-1.960 euros para las familias. Por eso queremos que se fomente el uso del pañal reutilizable. Se trata de una braguita impermeable que tiene dentro una toallita de cáñamo u otro material lavable. Se pueden utilizar hasta cuatro años. En cuanto a la inversión, cada unidad reutilizable cuesta unos 25 euros y con 10-15 de ellos se cubren las necesidades de cambio de los bebés», matiza García.

La entidad está inmersa en un proyecto piloto en Torrelles de Llobregat. La iniciativa, impulsada por el Ayuntamiento, la guardería Escola Bressol y la Agencia de Residuos de Cataluña, persigue implantar los pañales reutilizables en dicho centro. Las familias participan de forma voluntaria y sin ningún coste adicional, mientras que el lavado de los pañales lo realiza un servicio externo, la Fundación Iris de Sant Vicenç dels Horts.