Salud
10 formas de cultivar la inteligencia emocional
El yoga, la meditación, el mindfulness y otras prácticas confirman que la vida interior ha renacido para compensar las prisas de los tiempos. Dedicar unos minutos a cultivar nuestra vida espiritual nos aportará más energía y bienestar.
El yoga, la meditación, el mindfulness y otras prácticas confirman que la vida interior ha renacido para compensar las prisas de los tiempos
El autor Tony Buzan, creador de los mapas mentales, entre otras cosas, señala que el cultivo de la inteligencia emocional nos procura energía, optimismo y resistencia antes las adversidades. Para activarla, nos propone estas diez vías:
1. Tener una visión global de la vida. No limitarnos a lo que estamos viviendo ahora, sino adoptar una visión de conjunto y plantearnos qué cosas nos unen a los demás.
2. Fijarnos un propósito vital. Una misión en la vida aportará un sentido espiritual a todo aquello que hagamos.
3. Desarrollar la compasión, la caridad y la gratitud.Las personas espirituales dedican parte de su tiempo a atender a las personas que lo necesitan y a agradecer el regalo de cada día.
4. Activar el poder de la risa. No es extraño que los lamas siempre estén riendo, ya que la espiritualidad nos ofrece distancia sobre los asuntos mundanos y un sentido de ligereza.
5. Vivir con entusiasmo. La persona espiritual no hace las cosas a medias, sino que se entrega a ellas con pasión.
6. Profesar un amor ilimitado. La espiritualidad habla del amor universal, es decir, de aquel que abraza a todos los seres humanos.
7. Sentido de aventura.Para indagar en el fondo de uno mismo hay que ser valiente y estar preparado para descubrimientos inesperados.
8. El valor de la honestidad. Ser espiritual es, también, ser sincero con los demás y con uno mismo, poniendo en armonía lo que sentimos, decimos y hacemos.
9. Confiar en la vida. Aunque nos encontremos ante adversidades, una visión espiritual de la existencia nos permite saber que a medio y largo plazo llegarán los resultados.
10. Practicar rituales. No como algo vacío y repetitivo, sino como un encuentro diario con nuestro oasis interior.
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