Salud
Mejorar la colaboración entre administraciones
Las barreras de acceso e inequidad en el SNS se han construido por la falta de entendimiento entre comunidades y administraciones que ponen trabas a los pacientes en el acceso a los diagnósticos y tratamientos
Las barreras de acceso e inequidad en el SNS se han construido por la falta de entendimiento entre comunidades y administraciones que ponen trabas a los pacientes en el acceso a los diagnósticos y tratamientos
Más colaboración y más predisposición al entendimiento entre administraciones a través de un órgano con más fuerza, más técnico y menos político, como es el Consejo Interterritorial, podría ser la receta para empezar a remodelar y «parchear» un sistema sanitario excepcional, como apuntan muchos, pero que «empieza a hacer aguas», como opinan otros. Esto sirve de extracto rápido de lo que fue la segunda mesa, «La colaboración entre administraciones», del II Foro de Debate Bamberg-LA RAZÓN. Un dibujo de esta situación, que al final repercute en los pacientes, lo hizo la secretaria de Organización de la Plataforma de Asociaciones de Pacientes, Esther Sabando: «El sistema precisa de muchas mejoras. La semana que viene publicamos el barómetro de los enfermos crónicos, a quiénes se les pregunta sobre el sistema. Es cierto que la nota ha subido en los últimos años y ésta se mantiene, pero nueve de cada diez precisa que el SNS necesita cambios en la organización para evitar las desigualdades. No solamente se trata de coordinación, sino también de la dotación económica. Hay que trabajar con eficiencia y, sobre todo, ver por qué el Consejo Interterritorial no funciona como debería; la enfermedad es la misma, pero parece diferente según cada autonomía y cada hospital».
Por eso, como apuntó Mariano Guerrero Fernández, director de Planificación y Proyectos de Ribera Salud, «hay que sentarse y hablar de la indicación. Porque hay que medir en resultados; si no mides, no mejoras». Y, por eso, reclamó al mismo tiempo que «los informes no se guarden en los cajones, como ocurrió con el Informe Abril, sino que se pongan en marcha; se desarrolle un verdadero pacto por la Sanidad, por la tecnología sanitaria, en el que el elemento más importante es el medicamento y la farmacia».
En este sentido, uno de los ponentes de la mesa, José Ramón Luis-Yagüe, director del Departamento de Relaciones con las CCAA Farmaindustria, explicó que «estamos ante un tema complicado, porque si fuera fácil ya estaría resuelto. Hay mecanismos de coordinación entre administraciones para los que habría que recurrir al Tribunal Constitucional para que hubiera un mínimo de homogeneidad». Aquí hila en cierto modo con ideas que fluían en la mesa y que casaban con la postura que dejó patente Guerrero Fernández: «Tenemos una serie de galimatías de estrategias... ¿Cómo puede existir una ley de derechos de ciudadanos en cada autonomía? Esto no es normal... Tendría que poder refundirse cierta legislación para que fuera igual para todos».
Más fuerza
Un elemento que se «inventó» para dotar de coordinación la Sanidad transferida a las 17 comunidades autónomas ha sido el Consejo Interterritorial, que para muchos no es más que un órgano político que no tiene fuerza para establecer marcos de actuación vinculantes. En este sentido, Jesús Aguilar, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, subrayó que «hay que reforzar los órganos que tenemos –en una clara alusión al Consejo Interterritorial–, no más comités, hay que profundizar más en trabajos sobre el pacto de Sanidad; no podemos estar siempre con las diferencias de los 17 sistemas y las 21 tarjetas sanitarias». Bien conoce el sistema el máximo responsable de la farmacia española, que vive la dicotomía de un modelo paradigmático de colaboración público-privada que funciona.
Tras la presentación inicial de ideas, el debate estaba servido y giró en torno a propuestas para mejorar la colaboración entre administraciones y autonomías. Y quizás uno de los puntos en común fue que todos encontraron que el Consejo Interterritorial está infrautilizado o mal enfocado. Uno de los ponentes de la primera mesa, Boi Ruiz, ex consejero de Sanidad de Cataluña, apuntó que «el problema no es que haya 17 sistemas, sino que no hay uno. ¿Qué organismo de coordinación hay? ¿Cómo se aborda? El consejo sería un buen punto para trasladar lo que se hace bueno en cada una de las CC AA y ponerlo en común, pero no es posible». Una de las barreras de este mal funcionamiento es que se ha convertido un ring político y lo que se necesita es que sea más técnico. «El papel que pido está en lo que se recogió en la Ley General de Sanidad, que es que el Consejo Interterritorial sea útil y se puedan solucionar los problemas y no sea un foro político. Hay que ser capaces de llegar a acuerdos ahí; de establecer un modelo de dispensación farmacéutica. No exijo nada nuevo, sino que el consejo sea el órgano de coordinación entre las políticas sanitarias de las autonomías», apuntó Guerrero Fernández. Agustín Rivero, ex director de la cartera básica de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia, conferenciante inicial y presente en el debate animado de la segunda, dejó clara su postura: «El Consejo Interterritorial está politizado normalmente y por eso no funciona bien. A veces a nivel técnico se llega a acuerdos, pero en otras ocasiones grandes proyectos no han salido por cuestiones políticas. La palabra es politización».
Tras estas afirmaciones contundentes, el portavoz de Ribera Salud apuntó que «habrá déficit democrático». Aguilar también añadió razones de porqué no funciona «la cosa». «Una vez tomado el 99% de los acuerdos, la aplicación de éstos es diametralmente opuesta. Éste es uno de los problemas, porque luego éstos se aplican de modo distinto en cada comunidad autónoma. Pienso que ¡qué difícil es hacer España! Estamos perdiendo equidad por estas cosas; por eso, cuando se dice sí, debería llevarse a cabo sin peros», subrayó el presidente de los farmacéuticos. Y en la misma línea se manifestó Luis-Yagüe: «El problema es que cada una de ellas –autonomías– haga una cosa. Es la realidad. Tenemos las subastas en Andalucía y otras cuestiones. No es ni bueno ni malo, pero es la realidad que tenemos y que perjudica a todos, porque si algo tiene el Sistema Nacional de Salud es el ruido. O lo quitamos, es decir, despolitizar, o va a ser imposible avanzar. Y hay experiencias muy positivas y, quizás, algún día haya que escribir una tesis doctoral sobre la hepatitis C».
Como moderador de la mesa, Ignacio Para, presidente de la Fundación Bamberg, advirtió de que pese a los errores que se cometen también hay aciertos: «El SNS ha desarrollado perversiones que nos han llevado a estas situaciones que acabamos de denunciar. Deberíamos ver qué medidas tendríamos que tomar para evitar esas perversiones y que florezcan las bondades. Hay cosas que se han hecho muy bien en algunas comunidades». Así, como conclusión de este debate cabe señalar que el problema de nuevo se encuentra en cómo se gestionan los recursos que tiene el sistema, ya sean físicos o admnistrativos, y su uso va a determinar el devenir de una Sanidad de calidad y también equitativa.
Mariano Guerrero Fernández
Director de Planificación y Proyectos Ribera Salud
«Hay que centrarse más en la eficiencia clínica, hay que hablar más de indicación»
Nosotros somos fundamentalmente proveedores, pero tenemos una grandísima experiencia financiadora y controlamos el gasto farmacéutico y sanitario. Hemos asumido a riesgo y ventura el poderles dar a los ciudadanos no unos servicios sanitarios, sino un compromiso con su salud. Siempre hemos dicho que los servicios sanitarios son una herramienta, pues lo importante es la salud de la población. Hasta ahora nadie se ha preguntado si esos servicios han mejorado la salud de la población. Para la salud lo más importante son los hábitos de vida y no los servicios sanitarios.
Resulta importante centrar el debate en tres puntos. Primero, en el principio de evidencia científica; todo lo que no tenga evidencia debería estar en remojo y, sin embargo, a veces nos tiramos a la piscina. En farmacia se ha progresado excepcionalmente. En segundo lugar, el principio de oportunidad, es decir, cuándo se pueden hacer las cosas. Me gustó mucho lo que se hizo con la hepatitis. Y el tercero, el principio de eficiencia, pero diría desenfocada, porque antes nos hemos dedicado a la eficiencia productiva, al rendimiento, pero eso no es. Lo importante es la eficiencia clínica la eficiencia indicativa; es decir, las decisiones que tomamos con los pacientes y con la población general. Somos los líderes de la salud, no de los servicios sanitarios, por eso también hay que trabajar con la población sana. No medimos los resultados de los medicamentos en los pacientes que no los toman adecuadamente. Eso genera muchas consultas, urgencias, disconfort y muchas dudas sobre si el diagnóstico y tratamiento es adecuado.
Salvador Arribas
Secretario General de la Fundación Bamberg
«La adherencia terapéutica es un problema clave»
Arribas clausuró el foro con una serie de ejemplos prácticos en primera persona que tocaron todos los puntos abordados en las mesas por los ponentes. Uno de ellos fue la ansiada adherencia terapéutica, para la que hay un plan, «aunque todavía hay barreras simples como el hecho de que un paciente con diabetes e hipertensión, como yo, sienta vergüenza en las comidas de trabajo y deje las pastillas que ha de tomar para más tarde, e intente compensar esto andando unos kilómetros tras el almuerzo». Otro problema es la ausencia de recursos en el sistema por falta de presupuesto, «como con las famosas lancetas para comprobar el nivel de insulina de los pacientes. Su alto precio hizo que desaparecieran de la cartera de prestaciones farmacéuticas, pero resulta que uno va y mira en Amazon y lo encuentra más barato, ¿cómo? ¿por qué?», cuestionó Arribas. Por último, ante la adopción de nuevas tecnologías, repasó lo que la población general ha necesitado para usar de forma rutinaria desde el teléfono al WhatsApp... y cómo poco a poco se ha demostrado que todas tienen su utilidad.
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