Cataluña
¿Estado o nación?
¿Es o no es España más Estado que nación? Porque en la respuesta que demos a esta pregunta se encuentra la clave de lo que nos está pasando. De este momento de incertidumbre y de desasosiego. Porque ¿sabe alguien lo que va a pasar? Yo, desde luego, no. Una sola cosa está clara: hay un número nada desdeñable de catalanes que se quieren ir. Y no es sólo cosa de ese nacionalismo histórico del que tanto se habla. El movimiento independentista catalán va por otros derroteros. Quiere la ruptura con el resto de España. Digamos que es una reacción a la brava. La pregunta que habría que hacerse es qué hemos hecho todos. Qué estamos haciendo mal ellos y nosotros para llegar a este horizonte tan inquietante. Y mientras el problema catalán no se resuelva los españoles —aceptémoslo o no— estaremos limitados e incluso atados de pies y manos en muchas cosas. Iremos todos a peor, por extraviadas sendas. Por eso es más necesario que nunca estar a la altura, en medio de este laberinto de desencantos. Vale la pena reparar en algo: cada día son más los que sostienen que España es más estado que nación. Incluso una nación tardía surgida de un momento de nuestra historia marcada por una unión de reinos. ¿Igual es que no hemos aceptado nunca esto y hemos impuesto un pensamiento único, sin calcular las consecuencias? No lo sé, no lo sé. Yo no estoy de acuerdo con los que dicen que les hastía el debate catalán. A mí me preocupa. Quiero a Cataluña. Admiro a los catalanes. No sé cómo, pero tenemos que encontrar, entre todos, la manera de superar ese nacionalismo secesionista, que quiere romper la legalidad, y articular una fórmula que reconozca derechos y sensibilidades que están ahí —que no se pueden negar—, y que podrían satisfacer a muchos catalanes, incluidas las clases medias que tanto cuentan, para salir del desencuentro, levantar un acuerdo y aupar un destino compartido. No son bonitas palabras. Podría ser. ¿Por qué no? Lo que no vale es tirar la toalla y decir que si se quieren ir, que se vayan, y cosas por el estilo, que muchos no compartimos. Dos cosas me parece que han de quedar claras: por un lado que no habrá solución si no se reconoce la singularidad de Cataluña como pueblo y, por otra, que el acuerdo al que se llegue no puede hacerse a costa de la España autonómica. Una solución que quiebre la solidaridad entre comunidades autónomas sería un error, un inmenso error. Complicado lo tenemos. Muy complicado. Pero tiene solución. Dejemos de lado las cuestiones emocionales. Seamos valientes. Démonos cuenta de que el nacionalismo catalán se nos ha ido de las manos y no será fácil, y la salida ya no es una España federal. Es otra.
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