Violencia de género
¿Y si dejamos de juzgar a la mujer?
La semana pasada me llamaron ignorante y me acusaron de tener un pensamiento propio del siglo XVI. Así que, como soy una tía simpática (...) tomé nota y me he culturizado un poco. Por lo visto no tengo ni idea de lo que es el dichoso «amor romántico» ni de todas las connotaciones negativas que se derivan de él. Las Juventudes Socialistas y el entorno de Podemos argumentan que «perpetúa la violencia de género» y han lanzado su particular ofensiva contra él.
He de confesar que me pareció una argumentación algo simplista. Pero claro, era una opinión basada en el más absoluto desconocimiento de este «constructo» psicológico, como así me han señalado. También tuve que mirar lo que es un «constructo», sí, y su definición es casi más enrevesada que el propio nombre.
En fin, no nos dispersemos. Entre los argumentos que utilizan los detractores del «amor romántico» están las películas de princesas de Disney. A su juicio, Blancanieves, Cenicienta, la Bella Durmiente, la Sirenita.. y demás princesas dan un mensaje equivocado a las niñas. Les hacen pensar que deben obedecer, aguantar carros y carretas y amar a un hombre sobre todas las cosas porque es la única manera de ser felices.
Consideran que promueve un ideal que no se corresponde con la realidad, que genera frustraciones y confusión porque al final el amor se acaba y el Príncipe Azul no llega. Insisten en que la mujer debe autorrealizarse por sí misma, sin necesidad de que haya un hombre a su lado. Señalan que los celos obsesivos no son amor y que si te tratan como un objeto sexual tampoco es amor.
Y entonces, cuando empiezas a pensar que quizá tengan razón en algunos de sus mensajes, te encuentras una pancarta en una Facultad que te dice que para desarrollar tu potencial como mujer «te hagas un dedo» o que si celebras San Valentín contribuyes a perpetuar la violencia de género. ¡Un poco de seriedad, por favor!
Para empezar, ya está bien de decirle a la mujer lo que puede o no puede hacer. A mí se me ocurren muchos sitios donde se pueden meter el dedito los que han hecho semejante pancarta y no lo digo (de momento). Habrá mujeres que no necesiten a un hombre y habrá otras que se apoyen precisamente en sus parejas para superarse día a día. Habrá mujeres que necesiten tener familia numerosa y otras que no quieran tener hijos. Para unas su trabajo será lo primero y otras renunciarán a él para cuidar de su familia... Cada una se realiza como le viene en gana y todas merecen el mismo respeto... ¡El mismo!. Porque de eso se trata, de que tengan la capacidad de decidir libremente.
Y aquí es donde se equivocan campañas como las de Juventudes Socialistas o la asociación podemita «Contrapoder». No se puede hostigar ni perseguir a quien no piensa como tú. Eso de «estás conmigo o contra mí» es abusivo y coarta la libertad de las personas. Y es una pena que mensajes de base que sí podrían ayudar a la mujer se mezclen con frivolidades. Por no hablar de las contradicciones.
El PSOE arremete contra los estereotipos «que perpetúan la violencia de género» mientras su formación en Galicia critica a Alberto Núñez Feijóo porque su mujer ha dado a luz en una clínica privada. Dan por hecho que es el hombre quien decide dónde debe nacer su hijo... Pero eso no es machismo, no. ¿A nadie se le ha ocurrido pensar que fue la madre del niño quien tomó esa decisión? Vaya. Pues, como dice alguien que yo me sé: «Quién es nadie para decirle a una mujer dónde dar a luz ¡Solo faltaba!».
A ver cuándo sacamos una campaña que advierta a los jóvenes de que «irse de putas» contribuye a la explotación sexual de las mujeres y a la trata. A ver cuándo dejamos de juzgar a la mujer por todo lo que hace o deja de hacer y juzgamos al malnacido que la pega, que la anula como persona y la convierte en un despojo. ¿Y qué hay de la Justicia?, ¿por qué no hacemos fuerza para cambiar unas leyes que no se ajustan a la realidad, a su realidad?. Y qué decir de las asociaciones que de verdad ayudan a estas mujeres en su día a día. Apenas cuentan con medios. ¿Tampoco nos interesa o qué?
Lo terrible de todo esto es no saber en qué nos estamos equivocando o peor aún, saberlo y no hacer nada. De poco sirven las pancartas, los dichosos «constructos» o los Pactos de Estado si nos olvidamos de lo importante: La mujer.
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